El paso de Antonin Artaud por México fue fulgurante y misterioso, como la visión que de los fenómenos estelares tenían seguramente los más antiguos de los antiguos, algo hermoso, fascinante y misterioso. Pues a diferencia de la presencia de otros escritores o artistas en México la presencia de Artaud está sellada por el signo de lo desconocido propio de su actitud sobria, seria y espiritual, que lo convirtieron en la sombra de una humilde figura que atravesaba sobre todo el centro de la ciudad sin llamar la atención de nadie, y para los que "sabían" quien era se trataba de un extravagante intelectual secundario. Sin embargo, a diferencia de las visitas de otras figuras intelectuales por México, la presencia de Artaud es significativamente legendaria, puesto que no venía a hacer proselitismo de ningún tipo, ni a exaltar su figura siendo admirado, ni a divertirse en la cantina y el burdel en que los extranjeros suelen convertir a México. Artaud venía realmente a buscar un tesoro, el secreto de las fuerzas ocultas de la tierra roja que muy probablemente fueran aún capaces de cambiar un mundo que venía de las ruinas de la guerra y se aproximaba cada vez más a la decadencia, venía en busca de el hombre nuevo, porque el hombre se había convertido en una pila a la que le han cortado las cargas, y en busca de los elementos que harían posible una revolución-renovación del mundo.
Artaud cifró grandes esperanzas en su visita a México, no sólo en términos culturales sino también personales creía que en México y en sus indios podría encontrar la cura para su alma enferma desde muy temprana edad. Así emprende la aventura que es consignada en el maravilloso libro Viaje al país de los Tarahumaras, donde Artaud describe ceremoniosamente su experiencia espiritual en los rituales del peyote y los tres días más felices de su vida participando en ellos. Más allá de esto, poco se sabe del paso de Artaud por México.
El bello libro Artaud, todavía de Fabianne Bradu trata de reconstruir los avatares del paso de Artaud por México y la recopilación de su obra escrita en tierras mexicanas, a través de la correspondencia entre Paule Thévenin, editora de las obras completas de Artaud en Gallimard, y el amigo de Artaud y gran poeta guatemalteco radicado por ese entonces en México, Luis Cardoza y Aragón, quienes a lo largo de su cartas dan testimonios de un trabajo colectivo que sólo puede ser motivado y mantenido por el amor, una colaboración exhaustiva en la búsqueda de datos y recopilación de textos durante tres décadas...
El bello libro Artaud, todavía de Fabianne Bradu trata de reconstruir los avatares del paso de Artaud por México y la recopilación de su obra escrita en tierras mexicanas, a través de la correspondencia entre Paule Thévenin, editora de las obras completas de Artaud en Gallimard, y el amigo de Artaud y gran poeta guatemalteco radicado por ese entonces en México, Luis Cardoza y Aragón, quienes a lo largo de su cartas dan testimonios de un trabajo colectivo que sólo puede ser motivado y mantenido por el amor, una colaboración exhaustiva en la búsqueda de datos y recopilación de textos durante tres décadas...