El concepto de máquina de guerra es
un concepto muy importante desarrollado por Deleuze-Guattari en sus estudios
conjuntos de los dos tratados de psiquiatría y capitalismo, El Anti Edipo y Mil Mesetas, en el primero se define el concepto de máquina
deseante[1] y en el segundo el de máquina de guerra[2].
La máquina de guerra es un concepto en extremo práctico y concreto, que tiene
la perspectiva militante y clínica de Guattari aunada a la perspectiva
heterodoxa de lo que Deleuze entiende como no-filosofía[3]
en la filosofía, los dos aspectos que nos permitirán entender el alcance de esta
simbiosis son el deseo y la afectividad, que trataremos en este apartado.
A la
pregunta de Clare Parnet en torno al deseo: «[...]
Con Félix Guattari, muestra la importancia del deseo y su aspecto
revolucionario frente a toda institución, incluida la psicoanalítica» (…)¿qué
era exactamente el deseo
–considerando la cuestión con la mayor sencillez– en tiempos del Antiedipo?[4]
Y Deleuze
responde en términos de la no filosofía en la filosofía, hablando de los
elementos no filosóficos en el deseo o en cualquier concepto, que son como las
piezas de una máquina -prefigurando la cuestión del constructivismo de un
problema o problemática que implica un concepto como su solución, y
desarrollará junto a Guattari en ¿Qué es la filosofía?.
… cuando uno hacía un libro era porque pretendía decir algo
nuevo. Bueno, pretendíamos que, de una manera u otra, la gente hasta entonces
no había comprendido bien lo que era el deseo, es decir, llevábamos a cabo
nuestra tarea de filósofos: pretendíamos proponer un nuevo concepto de deseo.
Pero, con los conceptos, la gente no tiene por qué creer, si no hace filosofía,
que un concepto es muy abstracto, sino que, por el contrario, remite a cosas
sumamente sencillas, sumamente concretas, como veremos. No hay concepto
filosófico que no remita a determinaciones no filosóficas, es decir, es muy
sencillo, muy concreto. En fin, queríamos decir lo más sencillo del mundo:
«Hasta ahora habéis hablado abstractamente del deseo porque extraéis un objeto
que se supone que es el objeto de vuestro deseo». De ahí que se pueda decir:
«Deseo a una mujer; deseo irme a..., hacer tal viaje; deseo esto o aquello».
Mientras que nosotros, decíamos algo verdaderamente sencillo, sencillo,
sencillo: «No deseáis nunca a alguien o algo, deseáis siempre a un conjunto».
No resulta complicado. Y nuestra pregunta era: «¿Cuál es la naturaleza de las
relaciones entre los elementos para que haya deseo, para que se tornen
deseables?». Es decir, yo no deseo a una mujer –me da vergüenza decir cosas
así–, lo ha dicho Proust, y en Proust es muy hermoso: no deseo a una mujer,
deseo a su vez un paisaje que está envuelto en esa mujer, un paisaje que puedo
no conocer, y que presiento, de tal suerte que, si no despliego el paisaje que
ella envuelve no estaré contento, es decir, mi deseo fracasará, mi deseo
quedará insatisfecho. Y aquí tomo un conjunto de dos términos: «mujer –
paisaje», pero se trata de algo completamente distinto. Cuando una mujer dice:
«Deseo... un vestido; mira, deseo eso, tal vestido o tal blusa», es evidente
que no sea ese vestido o esa blusa en abstracto, sino que la desea en todo un
contexto, que es un contexto de su propia vida, que ella va a organizar el
deseo en relación, no sólo con un paisaje, sino con gente que son sus amigos, o
con gente que no son sus amigos, con su profesión, etc. Yo no deseo nunca algo
y nada más; así mismo, tampoco deseo un conjunto, sino que deseo en un
conjunto…[5]
El concepto máquina de guerra[6]
es inicialmente propuesto por Guattari en el texto Máquina y estructura, (en
parte inspirado explícitamente en el libro Diferencia
y repetición[7])
contenido en el libro Psicoanálisis y
transversalidad (1972), que como mencionamos en el capítulo anterior fue
revisado y corregido por Deleuze; texto en el que Guattrari confronta las
concepciones del psiconálisis freudeano y lacaniano, en provecho de una
concepción “maquínica” del inconciente que implica una dinámica materialista y
política, en la cual, los individuos y los grupos funcionan como máquinas[8]
con partes que son piezas que se articulan entre sí para estructurar nuevas o
desconocidas partes del individuo o el grupo, y en el límite, generar nuevos
tipos de cuerpos y de grupos, más libres y menos fascitas[9].
Y por ello, en la obra escrita junto a Deleuze el concepto de máquina de guerra
tiene fuertes efectos y relaciones con el deseo y los afectos, pues mezclando
las concepciones psicoanalíticas y psiquiátricas de Guattari con el
materialismo vitalista de Deleuze, la máquina de guerra se sitúa en la
problemática práctica de la conducta pero también, y sobre todo, del
inconciente y de los afectos, como su motivación o causalidad.
En los términos del deseo y la
afectividad, el nuevo nómada que conciben Deleuze-Guattari, será una especie de
artista, que recuperará las características de un guerrero que lucha contra
quien busca someterlo, capturarlo sometiendo tanto su voluntad como sus
afectos, y lo hará, con las armas de sus deseos y sus sentimientos convertidos
en signos que se oponen, sobre todo desarticulando-desterritorializando, primero
las codificaciones-axiomáticas estatales, para en un segundo momento proponer,
crear, o recuperar otras formas de desear y de sentir, individual y
colectivamente, nuevas codificaciones de signos alternas a la dinámica
capitalista...
O bien el Estado dispone de una violencia
que no pasa por la guerra: más que guerreros, emplea policías y carceleros, no
tiene armas y no tiene necesidad de ellas, actúa por captura mágica inmediata,
“capta” y “liga”, impidiendo cualquier combate (…) En cuanto a la máquina de guerra
en sí misma, parece claramente irreductible al aparato de Estado, exterior a su
soberanía, previa a su derecho: tiene otro origen(…) Más bien sería como la multiplicidad pura y sin medida, la
manada, irrupción de lo efímero y potencia de la metamorfosis. Deshace del lazo
en la misma medida en que traiciona el pacto. Frente a la mesura esgrime un
furor, frente a la gravedad una celeridad, frente a lo público un secreto,
frente a la soberanía una potencia, frente al aparato una máquina. Pone de
manifiesto otras justicias, a veces de una crueldad incomprensible, pero a
veces también de una piedad desconocida
(puesto que deshace los lazos…). Pero sobre todo pone de manifiesto
otras relaciones con las mujeres, con los animales, puesto que todo lo vive en
relaciones de devenir, en lugar de
efectuar distribuciones binarias entre “estados”: todo un devenir-animal del
guerrero, todo un devenir-mujer, que
supera tanto las dualidades de términos como las correspondencias de
relaciones. Desde todos los puntos de vista, la máquina de guerra es de otra
especie, de otra naturaleza, de otro origen que el aparato de Estado.[10]
El deseo ocupa un lugar fundamental
en la concepción y funcionamiento de la máquina de guerra, de hecho, como lo
mencionamos, originalmente el concepto de máquina lo desarrolla Guattari como
parte de una concepción según cual la realidad no está terminada ni dada por
completo, sino que se está construyendo-produciendo, y la fuerza con la cual se
articulan los cuerpos en la realidad, es
el deseo, como elemento disruptor y dislocante de lo estable[11],
la estructura; además de que los movimientos revolucionarios al ocuparse
únicamente de las estructuras generales o históricas (molares) han olvidado
esta instancia éthica tan importante,
lo que ha hecho que los hombres no sólo deseen, sino que incluso, en nombre de
la libertad o la revolución, luchen por su servidumbre y hasta por su propia
destrucción.[12]
Una máquina deseante es un elemento de flujo y corte de energía que crea estructuras, ensamblajes cada vez más grandes, [13] pues hace que los cuerpos se muevan y encuentren lo exterior-otro. Lo que se desea y cómo se desea, la intensidad con la que se desea algo (fantasma) es fundamental, puesto que articula las “nuevas” partes de los cuerpos, así como, los “nuevos conjuntos de cuerpos, grupos. Ser activo en esta dinámica implica dirigir el deseo, aumentarlo o disminuirlo en función de un objetivo que es la transformación que se busca del particular cuerpo querido o que se desea producir, el deseo es un estado o forma alcanzados en un proceso gradual que lo implica como causa, y también, como finalidad. Guattari distingue entre grupo sujeto, caracterizados por la capacidad activa de su autotransformación y autodeterminación constantes, mientras que un grupo objeto es estático y determinado por otros,[14] ya que los grupos sujetos activos se dan a sí mismos su fantasma, objeto de deseo, [15] y los medios para alcanzarlo; mientras que a los grupos objeto se les impone, pero en ambos casos, el fantasma acontece en la imaginación que de acuerdo a como funciona se presenta como activa o pasiva.
Este pasaje al límite de lo
imaginario me parece que es la cuestión fundamental de la constitución de todo
organismo de administración que no sea tecnocrático, de todo organismo de
participación de masas en cualquier cosa que no sea mórbidamente racionalista…
No se trata de una categoría en sí: estas formaciones imaginarias, si no se exploran analíticamente, se mueven en el
sentido de pulsiones mortíferas. A partir del momento en que me pongo contento
por adherir a la sociedad de jugadores de bolos, puedo decir que estoy muerto,
de cierta forma de muerte, la que lleva en sí la eternidad de las sociedades de
bolistas. En cambio, si un grupo me permite producir un corto circuito en su
acción conjunto una problemática abierta a la revolución, si ese grupo me presentifica que la revolución no me salvará la vida, ni me dará una
solución a cierto tipo de problemas,
sino que su función en un sentido es justamente impedirme escapar de esta
problemática, entonces, con seguridad, las formaciones imaginarias
transicionales de este grupo me permitirán avanzar.[16]
Mientras que para Deleuze el deseo
juega un papel fundamental desde la perspectiva spinozista, pues de acuerdo a
la concepción del deseo que tiene Spinoza, el
deseo es la esencia del hombre,[17]
lo cual, es algo fundamental en una filosofía del encuentro que es una de las
formas inmanentes como Deleuze concibe la filosofía de Spinoza, [18] ya que, los encuentros, occursus,[19] entre los cuerpos definen su mezcla, constitutio, lo que las cosas son en un
momento concreto y especifico, cualquier forma, afección o afecto, [20] que adquiera un cuerpo siempre es un estado
en variación continua,[21]
y un estado alcanzado por la fuerza del deseo que no sólo impulsa el encuentro
sino que desde que acontece ya es el encuentro mismo en el atributo del
pensamiento, particularmente en la imaginación, pues desear es ya mezclar, una
mezcla de ideas o imágenes que acontece en el pensamiento y determina produce un
particular estado del pensamiento y del cuerpo, una afección.
Mientras
el hombre es afectado por la imagen de una cosa considerará la cosa como
presente, aunque ésta no exista, y no la imaginará como pretérita o futura sino
en cuanto se una su imagen a una imagen del tiempo pretérito o futuro. Por lo
cual la imagen de una cosa, considerada en sí sola, es la misma ya se refiera
al tiempo futuro o pretérito ya al presente; esto es, la disposición del
cuerpo, o sea, su afección, es la misma, ora la imagen sea[22]
de una cosa pretérita o futura, ora de una presente; y, por tanto el efecto de
la alegría o tristeza es el mismo, ora, la imagen sea de una cosa pretérita o
futura, ora de una presente… Llamo aquí
pretérita o futura una cosa, en cuanto hemos visto o seremos afectados por ella. Por ejemplo, en cuanto
la hemos visto o la veremos, nos a restaurado o nos restaurará, nos ha dañado o
nos dañará, etc. En efecto, en cuanto la imaginamos así, afirmamos su
existencia; esto es, el cuerpo es afectado por la imagen de esa cosa de la
misma manera que si estuviese presente la cosa misma…
En estos términos para
Deleuze-Guattari la máquina de guerra es una intensificación de la dinámica de
articulación y desarticulación de los cuerpos utilizándola de manera intensa con
los deseos de los hombres y los colectivos, su estrategia consiste en utilizar
la fuerza del deseo directamente lo más intensamente posible en cada situación,
para desarticular y rearticular los cuerpos, es una máquina deseante
intensificada, que busca oponer unos deseos a otros, y con ello, provocar el
proceso de mezcla en el pensamiento y el movimiento-transformación en la
extensión, el deseo une y separa las partes y los cuerpos, y la máquina de
guerra más que en hacer la guerra se especializa en aplicarlo ahí en donde es
necesaria una transformación, desarticulación o creación de algo diferente o
nuevo.
…la máquina de guerra no tiene por objeto la guerra, su
objeto es un espacio muy especial, el espacio liso que compone, ocupa y
propaga. El nomadismo es exactamente esta combinación entre máquina de guerra y
espacio liso. Intentamos mostrar cómo, y en qué casos, la máquina de guerra
toma la guerra como objeto (cuando los aparatos de Estado se apropian de una
máquina de guerra que no les pertenecía en absoluto). Una máquina de guerra
puede ser mucho más revolucionaria o artística que bélica.[23]
Mientras que la afectividad es el otro lado de la máquina
de guerra, la dimensión concreta de la vida en la que opera, una vez que la
energía ha sido codificada, pues así como para Deleuze-Guattari las armas del
guerrero nómada que inventa la guerra son sus afectos, sus joyas y la belleza
de sus armas que sintetizan su velocidad y movimiento en el espacio, sus sentimientos convertidos por su
intensidad y nueva dirección en afectos[24];
la máquina de guerra opone los afectos a los sentimientos-pasiones, en una guerra de las alegrías contra las tristezas,[25]
pues estos son los efectos de lo que pasa al nivel ontológico de las mezclas,
una variación de la vitalidad de los cuerpos en la forma de afectos y
afecciones -que se producen en los términos tan claros en que Spinoza lo
explica refiriéndose a los afectos básicos de la alegra y la tristeza[26].
…los sentimientos son arrancados de
la interioridad de un "sujeto" para ser violentamente proyectados en
un medio de pura exterioridad que les comunica una velocidad inimaginable, una
fuerza de catapulta: amor u odio, ya no son en absoluto sentimientos, sino
afectos. Y esos afectos son otros tantos devenir-mujer, devenir-animal del
guerrero (el oso, las perras). Los afectos atraviesan el cuerpo como flechas,
son armas de guerra. Velocidad de desterritoriazación del afecto (…) El afecto
es la descarga rápida de la emoción, la respuesta, mientras que el sentimiento
siempre es una emoción desplazada, retardada, resistente. Los afectos son
proyectiles, tanto como las armas, mientras que los sentimientos son
introceptivos como las herramientas. Hay una relación afectiva con el arma, de
la que no sólo hablan las mitologías, sino la canción de gesta, la novela de
caballerías y cortés. Las armas son afectos, y los afectos armas.[27]
Los sentimientos y los afectos
implican el paso, estado y calidad de la fuerza de existir, vis exsitendi, y de la potencia para
obrar, potentia agendi,[28]
que a su vez, determinan la conducta y el comportamiento de los hombres a
partir de ellos. En estos términos, la afectividad de los hombres se convierte
en una dimensión de primer orden para cualquier política pues dominar o liberar
al hombre pasa necesariamente por sus sentimientos.
El concepto de máquina de guerra es una potente síntesis del pensamiento radicalmente político de Félix Guattari y del pensamiento radicalmente heterodoxo en filosofía de Gilles Deleuze. Para ellos, siguiendo los estudios de Pierre clatres, la guerra es inventada por los grupos nómadas pues al contrario de lo que se piensa no es una invención o dinámica exclusiva ni propia de los estados sino una invención de los grupos nómadas que la utilizaron como un recurso para evitar o conjurar la aparición del estado, una sociedad en la cual existiera una concentración del poder-riqueza y una jerarquización radical y abstracta de las relaciones sociales.
Clastres considera que en las
sociedades primitivas la guerra es el mecanismo más seguro para impedir la
formación del Estado: la guerra mantiene la dispersión y la segmentariedad de
los grupos, y el guerrero está atrapado en un proceso de acumulación de sus
hazañas, que le conduce a una soledad y a una muerte prestigiosas, pero sin
poder'". Clastres puede, pues, invocar un Derecho natural, pero
invirtiendo la proposición principal: así como Hobbes vio claramente que el
Estado existía contra la guerra, la guerra existe contra el Estado, y lo hace
imposible. De esto no debe deducirse que la guerra sea un estado natural, sino,
al contrario, que es el modo de un estado social que conjura e impide la
formación del Estado. La guerra primitiva no produce el Estado, ni tampoco
deriva de él. Y así como no se explica por
el Estado, tampoco se explica por el intercambio: lejos de derivar del
intercambio, incluso para sancionar su fracaso, la guerra es lo que limita los
intercambios, los mantiene en el marco de las alianzas, lo que les impide
devenir un factor de Estado, hacer que los grupos se fusionen.[29]
En estos términos, la guerra sería
un recurso en el tiempo compartido del estado y las comunidades nómadas, ya que
para Deleuze-Guattari, siguiendo a Clastres, la concepción evolucionista, según
la cual el nomadismo antecedería y prepararía las condiciones para la aparición
del sedentarismo como forma cultural superior, es una error, puesto que las
comunidades sedentarias y nómadas son contemporáneas a tal grado que se
encuentran en una disputa permanente, la sociedad sedentaria por conquistar los
recursos humanos, materiales y culturales de los grupos nómadas y las
comunidades nómadas buscando la forma de evitar esto, así como de evitar ellas
misma devenir sociedades sedentarias, y al mismo tiempo, desarrollar
estrategias para hacerse de recursos de las sociedades sedentarias. En esta
dinámica las sociedades nómadas desarrollan la máquina de guerra como un
recurso para todo ello: conjurar la forma social estado, defenderse de la
amenaza de captura con que opera el estado y como estrategia para aprovechar
recursos de la sociedad sedentaria.
Las
sociedades primitivas segmentarias han sido definidas a menudo como sociedades
sin Estado, es decir, aquellas en las que no aparecen órganos de poder
diferenciados. De ahí se deducía que en esas sociedades no habían alcanzado el
grado de desarrollo económico, o el nivel de diferenciación política, que
harían a la vez posible e inevitable la
formación de un aparato de Estado: por eso los primitivos” nos entienden un aparato tan complejo. El principal interés
de las tesis de Clastres es el de romper este postulado evolucionista: Clastres
no sólo duda de que el estado sea resultado de un desarrollo económico
atribuible sino que se pregunta si las sociedades primitivas no tienen la
preocupación potencial de revenir ese monstruo que supuestamente no entienden.
Conjurar la aparición de un aparato de Estado, hacer imposible mesa formación,
ese sería el objeto de un cierto número
de mecanismos sociales primitivos, incluso si no se tiene una conciencia
clara de ellos.[30]
A partir de esta base histórico
antropológica Deleuze-Guattrai proponen un concepto según el cual las
sociedades y el hombre, como la realidad y la naturaleza, en la dinámica
materialista articulan o constituyen incorporaciones-agregaciones horizontales
de partes como máquinas de una fábrica que sería la naturaleza o la sociedad,
en este sentido, la máquina de guerra es una especie de máquina-pieza clave o
llave maestra que es una herramienta y un arma, mejor dicho una herramienta
convertida en arma especializada que permitiría intensificar el proceso de
desarticulación-articulación de cuerpos o partes corporales, entendidos a su
vez, como máquinas, (ya que todo sería una máquina en relación con otras
máquinas, sistema infinito de flujos y cortes de energía y materia que pasan de
un cuerpo a otro). Y debido a su capacidad de maximizar el proceso de
articulación y deasrticulación, sobre
todo, al desarticular y producir nuevas formas de articulación del espacio,
deterritotorialización y territorializaión, la máquina de guerra implica una
estrategia semiótica cultural, con la cual, deshacer estructuras de dominación
al interior del hombre, su pensamiento, su inconciente y sus sentimientos y de
grupos que corren el riesgo de ser determinados por las formas y dinámicas del
estado capitalista, con lo cual, se
enajena las fuerzas, potencias y trabajo de los hombres, en provecho de
sus amos, burgueses, políticos, burócratas, o simplemente otros hombres
dominados por la reacción y la negatividad que necesitan someter y aprovecharse
de otros para poder funcionar en la maquinaria político-económica. La máquina
de guerra entonces se convierte en un mecanismo teórico, cultural y práctico
para resistir o transformar la dinámica capitalista de enajenación de las
capacidades y actividades humanas en sus diferentes dimensiones, que se
presenta como un conjunto de signos autoritarios a interpretar y reproducir,
axiomáticas que son códigos de enunciados y conductas que los hombres obedecen
porque están interiorizados en sus inconciente y en su afectividad de manera
automática también como una máquina que conquista-captura su voluntad.
Al no ser un Poder, la filosofía no puede librar batallas
contra los poderes, pero mantiene, sin embargo, una guerra sin batalla, una
guerra de guerrillas contra ellos. Por eso no puede hablar con los poderes, no
tiene nada que decirles, nada que comunicar: únicamente mantiene conversaciones
o negociaciones. Y, como los poderes no se conforman con ser exteriores, sino
que se introducen en cada uno de nosotros, gracias a la filosofía todos nos
encontramos constantemente en conversaciones o negociaciones y en guerra de
guerrillas con nosotros mismos.[31]
Explicar las diferentes dimensiones
del pensamiento de Gilles Deleuze en los términos de la máquina de guerra nos
servirá para hacer una exposición más clara y concreta de su pensamiento,
así como, hacerlo de una manera sumaria
que permita sobre todo comprender la dimensión práctica a la cual está dirigida
como su objetivo primero y último, la constitución de nuevas subjetividades a
través del pensamiento y sobre todo de la imaginación, desde el libro Empirismo y subjetividad (1953) hasta ¿Qué
es la filosofía? (1993).
[1] CAPÍTULO I: LAS MÁQUINAS DESEANTES y
el CAPÍTULO: INTROUCCIÓN AL ESQUIZOANÁLISIS.
[2]
12. 1227.- TRATADO DE NOMADOLOGÍA: LA
MÁQUINA DE GUERRA; 13. 7.000 a. JC.- APARATO DE CAPTURA; 14 1440- LO LISO Y LOS
ESTRIADO.
[3] En Vincennes he hablado delante de gente que eran a la
vez, todo mezclado: jóvenes pintores, gente en tratamiento psiquiátrico,
músicos... drogadictos, en fin... jóvenes arquitectos, todos ellos de países
muy diferentes(…) Los sudamericanos,
¿bueno, los negros, todos ellos, son un público inestimable, son público
fantástico (…) Era enteramente filosofía, creo que era enteramente filosofía,
que podía, que estaba dirigida tanto a los filósofos como a los no filósofos,
al igual que la pintura está dirigida tanto a los pintores como a los no
pintores... o que la música, que no está necesariamente dirigida a
especialistas de la música, y es la misma música, es el mismo Berg o el mismo
Beethoven, que están dirigidos tanto a gente que no son especialistas de la
música como a quienes son músicos... Para mí, la filosofía debe ser
rigurosamente igual. Está dirigida tanto a los no filósofos como a los
filósofos, sin cambiar. Cuando la filosofía se dirige a los no filósofos, no
implica que se vaya a hacer algo simple. Otro tanto sucede en la música: no se
hace un Beethoven más simple para los no especialistas. Pues bien, con la
filosofía sucede lo mismo. Exactamente lo mismo. Para mí, la filosofía siempre
ha tenido un doble audición: una audición no filosófica a la par que una
audición filosófica, y si no se dan las dos a la vez, no hay nada. Por eso...
de no ser así la filosofía no valdría nada. Deleuze. Abcedario. (“P” de Professeur)
[4] Ibíd. (“D” de Désir)
[5] Ibíd.
[6] “Todo
nuevo descubrimiento, por ejemplo en el ámbito de la investigación
científica, atraviesa el campo
estructural de la teoría al modo de una máquina de guerra, lo perturba y lo
modifica hasta transformarlo radicalmente. El investigador mismo es arrastrado
por las consecuencias de este proceso. Su descubrimiento lo sobrepasa por todas
partes, arrastra a su paso ramas enteras de investigadores y estremece al
estado anterior del árbol de implicaciones de las ciencias y de las técnicas.
Incluso en el caso de que un descubrimiento sea bautizado con el nombre de su
autor, el “efecto” considerado, lejos de “personalizarse”, tiende, al contrario
a hacer de ese nombre propio un nombre común. El problema que se plantea es
saber si esta desaparición del individuo en relación a su producción es algo
que tenderá a generalizarse en los demás órdenes de producción (…)La
máquina de antes, la de ahora y la de
mañana no mantienen relaciones de determinaciones estructurales: sólo un
proceso de análisis histórico, el recurso a una cadena significante extrínseca
a la máquina, digamos un estructuralismo histórico, permitirá recuperar
globalmente los efectos de continuidad, de retroacción y de encadenamiento que
es susceptible de representar.” Guattari. Psicoanálisis
y transversalidad, (Máquina y
estructura) pp. 275 y 277.
[7]
“Retomando las categorías introducidas por Gilles Deleuze, la estructura, en el
sentido en el que la consideramos aquí, habría que ubicarla en el nivel de la
generalidad caracterizada por una posición de intercambio o de sustitución de
los particulares, mientras que la máquina correspondería al orden de la
repetición “como conducta o como punto de vista que concierne a una
singularidad no permutable e insustituible…”
Ibíd. p. 274.
[8] … una
máquina, en realidad, no es separable de sus articulaciones estructurales e
inversamente, que cada estructura contingente está constituida –es lo que
querríamos establecer- por un sistema de máquinas, por lo menos por un máquina
lógica (…) El surgimiento de la máquina
marca una fecha, un corte no homogéneo en una representación estructural (…)
Cada máquina es negación, asesinato por incorporación de la máquina que
reemplaza. Potencialmente, mantiene el mismo tipo de relaciones con la máquina
que le sucederá. Ibíd. p. 274 y 275.
[9] Delueze-Guattari hablan de
microfascismos para referirse a la reproducción del fascismo que hacen los
individuos en las prácticas, valores, estructuras y enunciados de sus
relaciones más inmediatas.
[10] Deleuze, Guattari. Mil Mesetas, (12. 1227 -TRADADO DE
NOMADOLOGÍA: LA MÁQUINA DE GUERRA) p. 360.
[11] “En
tal o cual etapa de la historia aparece una focalización del deseo en el
conjunto de las estructuras; proponemos su localización bajo el término general
de máquina, ya se trate de una arma nueva, de una nueva técnica de producción,
de una nueva axiomática religiosa, grandes descubrimientos, como por ejemplo,
el descubrimiento de las Indias, el de la relatividad, el de la Luna, China,
etc…” Guattari. Psicoanálisis y
Transversalidad, (Máquina y estructura) p. 281.
[12] Como
lo señala frecuentemente Deleuze en los
términos de la idea que guía el Tratado
Teológico Político de Spinoza, averiguar “por qué los hombres luchan por su
servidumbre como si se tratara de su libertad”; y de la problemática que
plantea Wilhem Reich en relación con el nazismo y el deseo que el pueblo alemán
tuvo de él.
[13] Las
máquinas deseantes son máquinas binarias, de regla binaria o de régimen
asociativo; una máquina siempre va acoplada a otra. La síntesis productiva, la
producción de producción, posee una forma conectiva: <<y>>,
<<y además>> … Siempre hay, además de una máquina productora de un
flujo, otra conectada a ella y que realiza un corte o extracción de flujo (el
seno-la boca). Y como la primera a su vez está conectada otra con respecto a la
cual se comporta como corte o extracción, la serie binaria es lineal en todas
las direcciones. El deseo no cesa de efectuar el acoplamiento de flujos
continuos y de objetos parciales
esencialmente fragmentarios y fragmentados. El deseo hace fluir, fluye y
corta…” Deleuze, Guattari. Anti Edipo
(CAPÍTULO 1: LAS MÁQUINAS DESEANTES),
p. 15.
[14] “He
querido esquematizar esta separación, esta diferencia, mediante las nociones de
grupo sujeto (el grupo que s e propone recuperar su ley interna, su proyecto,
su influencia sobre otros y grupo-objeto (que recibe de otros grupos sus
determinaciones). Hay en esto algo que cuestiona, en parte, la distinción entre
el intelectual y el trabajador manual, una mínima posibilidad de hacerse cargo
del uso deseo de un grupo, por más “militante” que sea, una posibilidad de
salir del determinismo inmutable cuyos modelos se encuentran en la estructura
familiar conyugal , en la organización del trabajo en las sociedades industriales
( en lo que hace a los salarios y la jerarquía), en el ejército, la iglesia, la
universidad. ” Psicoanálisis y
transversalidad. p. 183.
[15] “El objeto del deseo descentra al
individuo al borde de sí mismo, en el límite del otro; encarna la imposibilidad
de un refugio absoluto de sí mismo en sí mismo e igualmente la imposibilidad de
un pasaje radica al otro. El fantasma individual representa ese imposible
deslizamiento de los planos; es en esto que se deslinda de la fantasmizacion de
grupo que no dispone de puntos de amarre
del deseo en la superficie del cuerpo, de esos puntos de llamados al orden de
las verdades singulares como son las zonas erógenas, las zonas límites, de
pasaje y adyacencia.
El fantasma de grupo superpone los planos y los intercambios, los sustituye. Está
condenado a dar vuelta alrededor de sí mismo. Este efecto de circularidad lo
lleva a determinar zonas de
estancamientos, de prohibiciones, de vacuolas
infranqueables y todo un “no manʼ s land” de prohibiciones del sentido. Tomado
en el campo de grupo, el fantasma remite al fantasma al modo de una moneda de
cambio, pero de una moneda sin patrón, corporizado, sin punto de consistencia
que le permita ser racionalizada, aunque fuera de un modo parcial, a otra cosa que a una topología que muestre
únicamente el orden de lo general y lo particular. Tal líder, tal víctima
propiciatoria, tal escisión, tal amenaza imaginaria sentida por el otro grupo
es el equivalente de la subjetividad
del grupo. A cada acontecer, a cada crisis, es sustituible otro acontece, otra
crisis que inaugura otra secuencia, ésta también marcada por el sello de la
equivalencia y la identidad…” Ibíd. (Máquina y estructura) p. 279.
[16] Ibíd. (EL GRUPO Y LA PERSONA).
p. 199.
[17] “El
deseo es la esencia misma del hombre, esto es, el esfuerzo con el que el hombre
se esfuerza por perseverar en su ser. Spinoza. Ética, (IV. Prop. XVIII, dem.) p. 187.
[18] “No es fácil ser un hombre libre: huir de la peste,
organizar encuentros, aumentar la capacidad de
actuación, afectarse de alegría,
multiplicar los afectos que expresan o desarrollan un máximo de afirmación.
Convertir el cuerpo en una fuerza que no se reduzca al organismo, convertir el
pensamiento en una fuerza que no se reduzca a la conciencia. El célebre primer
principio de Spinoza (una sola sustancia para todos los atributos) depende de
este agenciamiento, y no a la inversa. Existe un agenciamiento Spinoza: alma y
cuerpo, relaciones, encuentros, capacidad de ser afectado, afectos que realizan
esa capacidad, tristeza y alegría que cualifican esos afectos. Con Spinoza la
filosofía se convierte en el arte de un funcionamiento, de un agenciamiento.
Spinoza, el hombre de los encuentros y del devenir, el filósofo a la garrapata”
Deleuze. Diálogos, p. 72.
[19] “Una vez, solo una vez, Espinoza emplea una palabra latina
que es muy extraña pero muy importante, se trata de occursus. Literalmente es
el encuentro. Mientras tenga ideas-afecciones vivo al azar de los encuentros:
camino por la calle, veo a Pedro quien no me gusta, y eso es en función de la
constitución de su cuerpo y de su alma y de la constitución de mi cuerpo y de
mi alma. Alguien que me disgusta, en cuerpo y alma, ¿qué quiere decir esto? Yo
quisiera hacerles comprender porque Espinoza tiene una tan fuerte reputación de
materialista aunque el hablaba permanentemente de espíritu y de alma, una
reputación de ateo cuando el hablaba permanentemente de Dios, es muy curioso.
Vemos porque la gente dice de él que pertenece al materialismo puro. Cuando
digo: eso no me place, quiere decir, al pie de la letra, que el efecto de su
cuerpo sobre el mío, el efecto de su alma sobre la mía me afecta
desagradablemente, son mezclas de cuerpos o mezclas de almas. Hay una mezcla
nociva o una buena mezcla, tanto al nivel del cuerpo como del alma.” Ver la clase del 24/01/78 dedicada a la distinción entre afección y
afecto:
http://www.webdeleuze.com/php/texte.php?cle=12&groupe=Spinoza&langue=3,
página consultada el día 2/09/16.
[20] Deleuze distingue claramente entre
sentimiento y afecto en relación a la
distinción que hace respecto a la afección, affectio, y el afecto, affectus, en
el pensamiento de Spinoza, distinción rigurosa que permite entender la Ética de Spinoza, ya que permite
comprender su teoría materialista de encuentros y mezclas de los cuerpos, al
implicar la distinción entre las afecciones identificadas con los sentimientos
y las pasiones, basados en una idea inadecuada tanto del objeto exterior como
del propio cuerpo y producidos por encuentros al azar; mientras que el afecto
implica una concepción adecuada del cuerpo externo y del propio cuerpo, así
como, una dirección y elección de los
encuentros, es decir, es activo. Ibíd.
[21] “Yo diría entonces que a medida que las ideas se
suceden en nosotros, cada una teniendo su grado de perfección, su grado de
realidad o de perfección intrínseca, ese que tiene esas ideas, yo, yo continúo
pasando de un grado de perfección a otro. En otros términos hay una variación continua
bajo la forma aumento-disminución-aumento-disminución de la potencia de actuar
o de la fuerza de existir de acuerdo a las ideas que se tiene. Siento como
aflora la belleza a través de este ejercicio penoso…” Ibíd.
[22] Spinoza. Ética, (III Prop. XII, Dem., Esc I) pp.
118 y 119.
[23] Deleuze.
Conversaciones, p. 48.
[24] Cualquier modo de pensamiento no representativo lo
llamaremos afecto. Una volición, una voluntad, implican, en rigor, que yo
quiero algo, eso que quiero es objeto de representación, lo que quiero está
dado en la idea, pero el hecho de querer no es una idea, es un afecto porque es
un modo de pensamiento no representativo. Clase del 24/01/78.
[25] Expresión utilizada en Spinoza; una filosofía práctica que
nuevamente nos remite a la lectura deleuzeana del pensamiento de Spinoza.
[26] La alegría
es la transición del hombre de una menor a una mayor perfección. Spinoza. Ética, (III.
def. 2 de los afectos) p. 155.
La tristeza
es la transición del hombre de una mayor a una menor perfección. Ibíd. (III. def. 3 de los afectos) p.
155.
[27] Deleuze, Guattari. Mil Mesetas, p. 363 y 402.
[28] “…las palabras de Espinoza son muy precisas, las cito:
(variación) de mi fuerza de existir, u otra palabra que él emplea como
sinónimo: vis existendi, la fuerza de existir o potentia agendi, la potencia de
actuar, y sus variaciones son perpetuas. Yo
diría que para Espinoza hay variación continua -y existir quiere decir eso- de
la fuerza de existir o de la potencia de actuar.” Deleuze. Clase del 24/01/78.
[30] Ibíd. p. 364.
Saludos Joel, me interesa hacer contacto con usted
ResponderEliminarExcelente y de gran ayuda. Saludos!
ResponderEliminarA propósito de la Máquina de Guerra, la Escuela Máquina de Guerra:
ResponderEliminarhttp://revistas.univalle.edu.co/index.php/praxis_educacion/article/view/7796/10218
Saludos, muy bueno.... tratando de hacer rizoma te recomiendo: IBN JALDÚN Y EL IMPACTO POLÍTICO DE LAS MIGRACIONES: DE MACHIAVELLI A DELEUZE Y GUATTARI
ResponderEliminarhttps://edgareblancocarrero.blogspot.com/2018/12/ibn-jaldun-y-el-impacto-politico-de-las.html
Estoy inmensamente agradecido de haber dado con tu blog. Un saludo afectuoso desde Argentina. Fabio
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