La poesía materialista ha de ser poyesis y praxis o no será. Y de existir su poética, también materialista, se ocupará de la
realidad que siendo infinita comprende lo existente y lo posible: el mundo real
que como un vaso estrangula el alma de los hombres; pero sobre todo, los
infinitos mundos posibles que la imaginación es capaz de concebir, y donde
ser(í)á posible nuevamente respirar la vida.
Si la poesía (el arte) es poyética
es porque crea-produce mundo. Y para el hombre su mundo es espacio vital, territorio y cuerpo. Entonces, la poesía produce si no la vida sí las formas de
la vida, o para ser más precisos, los modos de vivir. Y entonces, la poesía y
el arte adquieren el carácter de Ética al producir la interioridad del hombre,
la casa que se habita (el ethos), el
viejo sueño de los griegos y los románticos de convertir la vida en una obra de arte. Algo dramáticamente
necesario en este tiempo pleno de confusión y muerte.
Ahora bien. ¿Qué clase de
territorio y cuerpo, de mundo, ha de ser aquel que la poesía es capaz de producir? ¿Uno irreal? ¿Uno
ilusorio? La respuesta es dada en función de cómo concibamos a la literatura y
los elementos con los que produce. Si la literatura solamente produjera con
palabras su mundo no sería más que un discurso que no puede pasar de ser un
"bello" discurso. Pero si entendemos que la poesía produce con
estados del cuerpo y el pensamiento, con imágenes e ideas que conllevan
sentimientos, pasiones, sensaciones y percepciones (aiestesis: lo sensible), entonces, lo que entra en juego es la
determinación del cuerpo y la propia vida, el modo en que vivimos y como
actuamos, ya que tanto el pensamiento como el cuerpo se van articulando en
función de la regularidad y continuidad de sus estados.
La poyesis de las palabras muestra la importancia del pensamiento, las
imágenes y los estados emocionales, una dimensión fundamental de lo humano pues
todos y todo el tiempo estamos imaginando no solamente para entretenernos como
se cree, de una forma por demás vulgar, sino que lo hacemos -imaginamos- al
conocer, pensar, recordar, desear; pero
sobre todo, al actuar o no actuar, en función de lo que imaginamos son las
cosas. En esta situación fundamentalmente vital la literatura es un instrumento
extraordinario para imaginar y la poesía el arma por excelencia para hacerlo en
las circunstancias más importantes de la vida, como desde la antigüedad dan
testimonió las prácticas de los hombres en la mitología, la religión, las
tradiciones y la magia, ámbitos donde se ha jugado el sentido y sobrevivencia
de las comunidades y se han resuelto en los términos de la palabra poética.
La respuesta de qué clase de
mundo es capaz de producir la poesía desde la
perspectiva de la poyesis se dice en plural y versa sobre lo posible: lo que produce la poesía es el conocimiento
y la experiencia virtual de posibles
modos de vida y nuevos mundos.