Los mayas tienen
otro principio cultural distinto al occidental, mientras Occidente tiene como
principio al "YO", desde la antigüedad y como estructura básica metafísica,
epistemológica y psicológica que se concreta en el sujeto cartesiano, el ego
psicoanalítico con sus tres dimensiones (ego, ello y superyo), el propietario
burgués o el consumidor posmoderno; los mayas tienen como principio el
NOSOTROS. Lo cual, convierte a los mayas actuales en un pueblo dislocado
respecto a la cultura de la modernidad capitalista, y al movimiento que nutren,
el zapatismo, en inactual, respecto al presente y por su propuesta radicalmente
alternativa de futuro.
Carlos
Lenkersdorf filósofo y lingüista que tuvo relación 30 años con comunidades
tojolabales con las cuales experimentó un proceso de inclulturación explica este
principio "nosótrico" en función de dos elementos básicos que se
ramifican en todos los aspectos de la cultura tojolabal:
1) TIK. En todas las lenguas mayas la palabra clave
de la estructura gramatical es el fonema "TIK" que estructuralmente
se presenta como un sufijo y funciona como una especie de desinencia en todas
las expresiones mayas, y significa NOSOTROS, es decir, toda expresión
lingüística y pensamiento se refiere al NOSOTROS, a la comunidad. Lo cual,
determina todos los aspectos de la vida social y cultural produciendo
relaciones y conductas sociales definidas por la importancia del colectivo, de
manera explícita y consciente. De hecho, al escuchar cualquier frase maya
siempre se escucha el fonema "tik", que está conjugando un verbo o
indicando la pertenencia de algo a la comunidad. Como intuyó el lingüista
Carlos Lenkersdorf desde su primer acercamiento con las lenguas mayas en 1972,
al presenciar una asamblea de mayas-tzeltales y describir lo que escuchó de la
siguiente manera:
Dicho de otro modo, el tik... tik...
tik nos daba la impresión de representar el centro alrededor del cual se
desarrollaba el intercambio de ideas, las proposiciones de los participantes.
No parecía ser el tema de la asamblea, porque, para serlo, la repetición de la
palabra resultaba exagerada. En aquel entonces no encontramos respuesta a
nuestra pregunta por el significado del tik-tik-tik. En fecha muy posterior,
pensamos que, en este -tik repetido, el lenguaje tiene un fundamento alrededor
del cual los hablantes, mujeres y hombres, están tejiendo sus ideas y aportes.
Aquel día, en cambio, sólo nos preguntábamos sobre cuál podría ser el
significado de la palabra. Nada parecido habíamos observado en otros idiomas…[1]
Tras décadas de investigación y un proceso
de inculturación de veinte años viviendo en una comunidad tojolabal,
Lenkersdorf entendió el significado de esa palabra clave en los siguientes
términos:
El mismo NOSOTROS representa un
conjunto que integra en un todo orgánico a un gran número de componentes o
miembros. Cada uno habla en nombre del NOSOTROS sin perder su individualidad,
pero, a la par, cada uno se ha transformado en una voz nosótrica. Es decir, el
NOSOTROS habla por la boca de cada uno de sus miembros. Es esta
"NOSOTRlFICACIÓN" de los hablantes, la que representa, por un lado,
un reto metodológico para los investigadores lingüistas y otros, y, por otro,
presenta un camino desconocido para la investigación socio-científica y
filosófica…[1]
Y páginas más adelante
continúa explicando:
Al parecer, la individualidad se sabe
incorporada en el todo NOSÓTRICO que, por consiguiente, no es la suma de tantas
individualidades o partes, sino que representa una entidad cualitativamente
distinta. Es una sola cosa, un todo, en el cual todos los constituyentes forman
una unidad organísmica. De este modo no se niega la individualidad de ninguno
de los constituyentes. Cada uno es necesario organísmicamente. La pertenencia
al todo organísmico conforma el pensamiento y el actuar de cada individuo. Por
ello, cada uno habla en el nombre del NOSOTROS y no de sí mismo (…) Hay una
inclinación o disposición, que orienta a cada uno hacia el NOSOTROS, y es el
fortalecimiento del organismo. El interés en sí mismo como individuo no se
manifiesta ni busca afirmarse porque cada individuo es lo que es en cuanto
miembro orgánico. La separación del todo, en cambio, hace al individuo
marchitarse y perderse…[2]
2) INTERSUBJETIVIDAD. Las lenguas mayas tienen una
característica gramatical sólo compartida entre las lenguas indoeuropeas por el
vasco, es una lengua ergativa, lo que
significa que no cuenta con objetos
gramaticales, todos los sustantivos son sujetos de enunciación, es decir, no
hay objetos exclusivamente pasivos en los que recaiga la acción de sujetos que
tienen la exclusividad de la acción, sino que, TODO Y TODOS SOMOS SUJETOS DE
ENUNCIACIÓN Y ACCIÓN, que interactúan entre sí. De tal manera que todos los
sustantivos son sujetos con los que interactuamos y con los que hacemos
comunidad: seres humanos, animales, plantas, utensilios, elementos naturales,
planetas, estrellas...
Por el
contrario, en Occidente existe un predomino individualista del yo desde la
antigüedad que en la modernidad se exacerba convirtiéndose en una
objetivación-enajenación de la totalidad del mundo, en la que todo y todos se
convierten primero en objetos útiles y después en mercancías comercializables o
consumibles por el “yo”. En la que incluso los otros hombres se convierten en
objetos y mercancías como se evidencia culturalmente en la estructura gramatical
del objeto indirecto, en la que no importa "el otro" sino como
receptor o paciente de mi acción, así por ejemplo:
Es posible decir
correctamente en una lengua occidental, como el español, que “yo te hablo a ti”,
y en mi expresión lo único que importa y que estoy diciendo es que el sujeto "YO”
le habla al sujeto “tú”, no importa si el segundo sujeto entiende, está escuchando
o incluso si es sordo, ya que “tú” se convierte exclusivamente en objeto de la acción
de “Yo”. Contrariamente a esto, en maya-tojolabal hablando correctamente yo
tendría que decir simultáneamente que "yo te hablo y tú me escuchas”,
reconociendo así el carácter activo del sujeto al que se refiere el artículo
“tú”.
Incluso, por la
forma de los verbos en tojolabal, que distingue básicamente dos tipos de
sujetos activos uno “agencial” y otro “vivencial”, los utensilios domésticos,
una planta, una animal o la tierra tienen la experiencia, "vivencia",
de interactuar con el hombre en formas verbales que simultáneamente expresan la
acción de ambos sujetos interactuantes.
Y si todo puede
interactuar en el NOSOTROS que somos es porque todo tiene 'atzil, corazón o principio vital.
En tojolabal, esta
idea se expresa de una manera sencilla y directa: todo tiene corazón o no hay
nada que no lo tenga. La palabra corazón corresponde a 'altzil, que podemos
traducir también con los conceptos alma o principio de vida. La afirmación de
que todo está dotado de corazón tiene repercusiones profundas. Estamos rodeados
de “hermanos vivientes" y ubicados en un todo organísmico vivo. Es decir,
hay un sinnúmero de seres vivientes, de especies, y nos encontramos en medio de
ellas, siendo una especie entre muchas. Por lo tanto, no somos tan únicos como
nos imaginamos y como las tradiciones judío-cristiana y griega nos quieren
hacer creer. Ni la razón ni el hecho de ser criaturas nos separan del resto de
la realidad cósmica. No somos señores del resto del mundo, sino que nos toca
respetar el organismo cósmico al cual pertenecemos, respetar a todos y cada uno
de sus miembros. [3]
En estos términos,
existe realmente una sociedad que es una comunidad de sujetos que va más allá
de los seres humanos y que define todos los aspectos de la vida social por una
relación de respeto, interacción y colaboración en LO COMÚN, que políticamente
es una democracia directa no impuesta ni simulada sino producto la cultura
misma de quienes la constituyen.
En última instancia, el poder
repartido nosótricamente pone en práctica un tipo de democracia participativa,
cuyas raíces no son hallables en la Grecia antigua ni en la democracia
electorista, capitalista y occidental. Es una forma de democracia vivida, no
utópica, que encontramos en nuestros días entre los pueblos mayas de Chiapas y
en Quintana Roo…[4]
En el contexto destructivo del individualismo cultural y la
economía capitalista, el nosotros se convierte en una reivindicación tan
necesaria como crítica o alternativa, para hacer frente a la dinámica
destructiva del régimen político y económico del capitalismo global, ya que uno
de los pilares más importantes del capitalismo es la ilusión del individualismo,
que consiste en pensar y actuar en términos del yo, negando así la realidad que
siempre es social y debilitando al ser humano que siempre depende y se define
dentro de colectividades.
En un territorio del tamaño de Suiza, aproximadamente 42
000 km2, los mayas contemporáneos que son los zapatistas están llevando a cabo
la experiencia política de una sociedad producida y ordenada en función de lo
nosótrico, una sociedad que basada en la autonomía respecto del gobierno
mexicano y de la economía de mercado en todos los órdenes (alimentación,
educación, salud, política, gobierno, administración), desde 1994, año de su
levantamiento armado, está demostrando que otro mundo radicalmente diferente
aún es posible; y que en función de lo común, están planteando además la
posibilidad de recuperar el mundo y la realidad negados sistemáticamente por el
orden político y económico del capitalismo.
En las comunidades zapatistas se vive la
autonomía respecto del gobierno mexicano y la dinámica económica capitalista al
vivir en función de lo común, que es lo nosótrico, en organizaciones en las
cuales el gobierno, que es una democracia directa realmente existente, es denominado
"Buen Gobierno", porque está hecho para obedecer no para mandar, para
servir y no para servirse, representar no suplantar, para bajar no para subir,
para unir no para dividir, para defender no para vender, para revelar no para
ocultar, para entregar la vida y no quitarla.
[1] Carlos Lenkersdorf. Filosofar en clave tojolabal. MIGUEL
ÁNGEL PORRÚA, librero-editor. México. 2002. p. 25. Es posible acceder a la versión electrónica en la siguiente
página: http://www.olimon.org/uan/lenkensdorf.pdf
[1] Ibíd. p. 29.
[2] Ibíd. p. 32.
[3] “.” Ibíd. pp. 144 y 145.
[4] Ibíd. pp. 84.
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