El concepto de máquina de guerra es
un concepto muy importante desarrollado por Deleuze-Guattari en sus estudios
conjuntos de los dos tratados de psiquiatría y capitalismo, El Anti Edipo y Mil Mesetas, en el primero se define el concepto de máquina
deseante[1] y en el segundo el de máquina de guerra[2].
La máquina de guerra es un concepto en extremo práctico y concreto, que tiene
la perspectiva militante y clínica de Guattari aunada a la perspectiva
heterodoxa de lo que Deleuze entiende como no-filosofía[3]
en la filosofía, los dos aspectos que nos permitirán entender el alcance de esta
simbiosis son el deseo y la afectividad, que trataremos en este apartado.
A la
pregunta de Clare Parnet en torno al deseo: «[...]
Con Félix Guattari, muestra la importancia del deseo y su aspecto
revolucionario frente a toda institución, incluida la psicoanalítica» (…)¿qué
era exactamente el deseo
–considerando la cuestión con la mayor sencillez– en tiempos del Antiedipo?[4]
Y Deleuze
responde en términos de la no filosofía en la filosofía, hablando de los
elementos no filosóficos en el deseo o en cualquier concepto, que son como las
piezas de una máquina -prefigurando la cuestión del constructivismo de un
problema o problemática que implica un concepto como su solución, y
desarrollará junto a Guattari en ¿Qué es la filosofía?.
… cuando uno hacía un libro era porque pretendía decir algo
nuevo. Bueno, pretendíamos que, de una manera u otra, la gente hasta entonces
no había comprendido bien lo que era el deseo, es decir, llevábamos a cabo
nuestra tarea de filósofos: pretendíamos proponer un nuevo concepto de deseo.
Pero, con los conceptos, la gente no tiene por qué creer, si no hace filosofía,
que un concepto es muy abstracto, sino que, por el contrario, remite a cosas
sumamente sencillas, sumamente concretas, como veremos. No hay concepto
filosófico que no remita a determinaciones no filosóficas, es decir, es muy
sencillo, muy concreto. En fin, queríamos decir lo más sencillo del mundo:
«Hasta ahora habéis hablado abstractamente del deseo porque extraéis un objeto
que se supone que es el objeto de vuestro deseo». De ahí que se pueda decir:
«Deseo a una mujer; deseo irme a..., hacer tal viaje; deseo esto o aquello».
Mientras que nosotros, decíamos algo verdaderamente sencillo, sencillo,
sencillo: «No deseáis nunca a alguien o algo, deseáis siempre a un conjunto».
No resulta complicado. Y nuestra pregunta era: «¿Cuál es la naturaleza de las
relaciones entre los elementos para que haya deseo, para que se tornen
deseables?». Es decir, yo no deseo a una mujer –me da vergüenza decir cosas
así–, lo ha dicho Proust, y en Proust es muy hermoso: no deseo a una mujer,
deseo a su vez un paisaje que está envuelto en esa mujer, un paisaje que puedo
no conocer, y que presiento, de tal suerte que, si no despliego el paisaje que
ella envuelve no estaré contento, es decir, mi deseo fracasará, mi deseo
quedará insatisfecho. Y aquí tomo un conjunto de dos términos: «mujer –
paisaje», pero se trata de algo completamente distinto. Cuando una mujer dice:
«Deseo... un vestido; mira, deseo eso, tal vestido o tal blusa», es evidente
que no sea ese vestido o esa blusa en abstracto, sino que la desea en todo un
contexto, que es un contexto de su propia vida, que ella va a organizar el
deseo en relación, no sólo con un paisaje, sino con gente que son sus amigos, o
con gente que no son sus amigos, con su profesión, etc. Yo no deseo nunca algo
y nada más; así mismo, tampoco deseo un conjunto, sino que deseo en un
conjunto…[5]
El concepto máquina de guerra[6]
es inicialmente propuesto por Guattari en el texto Máquina y estructura, (en
parte inspirado explícitamente en el libro Diferencia
y repetición[7])
contenido en el libro Psicoanálisis y
transversalidad (1972), que como mencionamos en el capítulo anterior fue
revisado y corregido por Deleuze; texto en el que Guattrari confronta las
concepciones del psiconálisis freudeano y lacaniano, en provecho de una
concepción “maquínica” del inconciente que implica una dinámica materialista y
política, en la cual, los individuos y los grupos funcionan como máquinas[8]
con partes que son piezas que se articulan entre sí para estructurar nuevas o
desconocidas partes del individuo o el grupo, y en el límite, generar nuevos
tipos de cuerpos y de grupos, más libres y menos fascitas[9].
Y por ello, en la obra escrita junto a Deleuze el concepto de máquina de guerra
tiene fuertes efectos y relaciones con el deseo y los afectos, pues mezclando
las concepciones psicoanalíticas y psiquiátricas de Guattari con el
materialismo vitalista de Deleuze, la máquina de guerra se sitúa en la
problemática práctica de la conducta pero también, y sobre todo, del
inconciente y de los afectos, como su motivación o causalidad.
En los términos del deseo y la
afectividad, el nuevo nómada que conciben Deleuze-Guattari, será una especie de
artista, que recuperará las características de un guerrero que lucha contra
quien busca someterlo, capturarlo sometiendo tanto su voluntad como sus
afectos, y lo hará, con las armas de sus deseos y sus sentimientos convertidos
en signos que se oponen, sobre todo desarticulando-desterritorializando, primero
las codificaciones-axiomáticas estatales, para en un segundo momento proponer,
crear, o recuperar otras formas de desear y de sentir, individual y
colectivamente, nuevas codificaciones de signos alternas a la dinámica
capitalista...