Félix Guattari fue un experimentador
y visionario de las humanidades, la política y la crítica al capitalismo.
Mezcla entre pensador renacentista, explorador urbano, científico- activista y
conspirador, se involucró en diferentes dominios del conocimiento como
farmacología, psiquiatría, psicoanálisis, geografía, biología, filosofía,
literatura, ecología, antropología, semiótica…
Guattari acompañaba su actividad
experimental de investigación teórica con una praxis tan intensa como variada,
como director de la clínica psiquiátrica experimental de La Borde, impulsando
grupos de investigación o participando en algunos de los movimientos políticos
más importantes del momento.
Pierre-Félix Guattari nace el 30 de
marzo de 1930, en el contexto de una familia con raíces italianas.[1]
Su padre fue un excombatiente de la primera Guerra Mundial y croix de feu, empresario siempre en
busca de un negocio capaz de darle una vida cómoda a su familia hasta que pone
una pequeña fábrica de chocolates que se lo permite, adicto al juego y
sorprendente autodidacta del piano que es capaz de interpretar una pieza con
sólo escucharla; su madre, Jean Paoli era una mujer afecta a la literatura y
las artes, que en palabras del propio Félix Guattari, tuvo gran influencia en
él, su hijo menor, al proyectar su pesar
por no haber tenido una hija, que lo hizo un niño tímido, encerrado en sí mismo, “casi femenino”[2]...
Guattari en el tren subterráneo de Tokio, que es el más grande del mundo
Un evento que marcó intensamente a
Guattari sucede cuando a los nueve años presencia la muerte del esposo de su
abuela, ya que debido a una prescripción médica lo envían a vivir a Normandía
con esta para que se recupere de su palidez y temperamento retraído.[3]
En esa estancia presencia la muerte del esposo de su abuela, que muere frente a
él:
A
sus pies hay una caja de recortes: pequeñas muñecas de papel a las que les hago
vestidos. El abuelo tiene la cabeza completamente hacia abajo, apoyada en las
rodillas y los brazos le cuelgan. ¿Está tocando mis juguetes? Tengo ganas de
gritarle algo. Silencio. Doy vuelta la cabeza lentamente –una eternidad- hacia
la luz del aparato de radio. Ruido
espantoso. Desplomado en el suelo. La abuela grita…
Sus padres deciden dejarlo con la abuela
para acompañarla y para que no pierda el año escolar, sin embargo, al poco
tiempo su abuela pide que lo lleven con ellos al advertir la manera en que le
afecta la ausencia del abuelo y el miedo que siente y le manifiesta de que le
pase lo mismo a ella. A causa de este suceso Guattari padece crisis de angustia
que describe de la siguiente manera: “Era
como una cosa que estallaba en mí, unas crisis espantosas de angustia que,
literalmente, me hacían caer abatido por el miedo.”[4]
A su regreso a la casa de sus padres
Félix cambia radicalmente su comportamiento al volverse extrovertido y social
al grado de que se convierte en una especie de jefe de pandillas de su barrio,
entre divertido cuenta que en ese entonces: “Además,
como no era lo suficientemente estimulante organizar una pandilla, me había
organizado la pandilla adversa.”[5] Actitud que provoca su expulsión de la
escuela secundaria de su barrio y hace que su madre tenga que buscar otra en la
que no lo conozcan.
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En la escuela Guattari tiene un
encuentro fundamental en su vida, toma clases con Fernand Oury quien fue alumno
de Célestin Freinet, quien a su vez, planteaba la renovación de la educación a
través de una pedagogía popular y democrática, que promovía las asambleas al
interior de los salones de clase, la imprenta escolar y la correspondencia
entre alumnos de diferentes colegios. Si bien Guattari solamente toma clases
tres semanas con Frenand Oury, al ser tomado este prisionero por los nazis, el
encuentro es fundamental porque ya en la liberación se integra a los Albergues
para la Juventud al enterarse de que son organizados por Oury, estos grupos
dedicados a organizar viajes para grupos mixtos de jóvenes de escasos recursos
es la primera organización junto con el Partido Comunista Francés, en la que
participa.
Estudia en el Liceo Paul Lapie de
Courbevoie y después en el Liceo Condorcet, donde toma el último curso para
obtener el bachillerato en filosofía y ciencias en 1948. Después de esto, y a
pesar de su pasión por la filosofía, a sugerencia de su hermano Jean ingresa a
estudiar farmacología en Bécon-les-Bruyères, donde se aburre terriblemente e
incluso dice empieza a olvidar cómo escribir.[6]
Por ello, abandona los estudios en farmacología y se inscribe en filosofía en
La Sorbona. Por ese entonces, Guattari está entusiasmado por el pensamiento de
Sartre, influencia que reconocerá el resto de su vida:
Para
mi Sarte es un autor como Goethe o como Beethoven: hay que tomarlo todo, o
dejarlo todo. Pasé 15 años de mi vida totalmente impregnado no solamente por
los escritos de Sartre, sino también por todas sus acciones. Evidentemente, ha
marcado todo lo que he podido decir y hacer. Su lectura de la nadización, de la
destotalización, que en mí se vuelve devenir, desterritorialización, su
concepción de la serialidad, de lo práctico-inerte, que iba a irrigar en mi la
noción de grupo-sujeto, su aprehensión de la libertad y el tipo de compromiso y
responsabilidad del intelectual que él encarnaba, permanecieron en mí, si no
como imperativos, al menos como datos inmediatos. Prefiero haberme equivocado
con él que haber tenido razón con Raymond Aron.[7]
En 1948 se integra al Partido
Comunista Internacional, sección francesa de la IV Internacional, llega a ser
uno de los cuatro lideres troskistas y se vincula con el grupo de jóvenes
obreros de la fábrica automotriz y de aeropartes Hispano. Y en 1955 cuando
entra a trabajar en La Borde, simultáneamente se integra al Movimiento
Revolucionario de la Juventud. En ese momento empieza a ser considerado
sospechosamente en el Partido Comunista Francés al grado de que una noche
incluso es sitiado y violentado junto con otros compañeros troskistas por
miembros del PCF:
Estábamos
rodeados por las secciones de la Federación de París. Durante horas habíamos
recibido oleadas de asalto por parte de los militantes del Partido […] En el
metro, a la salida, fuimos perseguidos por un grupo de estalinistas
desaforados. Yo había acompañado hasta su casa a una joven yugoslava que
trabajaba en la embajada, Mileva, una morocha capaz de cortarle a uno la
respiración.[8]
En 1954 va a Pekín China junto con
un grupo de jóvenes militantes torskistas. Poco después, se convierte en el
puente entre los dos polos de un movimiento obrero juvenil, el polo estudiantil
de La Sorbona y el polo obrero de la fábrica Hispano, que al margen tanto del
PCF como del troskismo se reúne en torno a la revista La voi communiste, que reivindica el comunismo y repudia la guerra
de Argelia. Una forma que tenía Guattari de reclutar a nuevos miembros para el
grupo y que abandonaran el estalinismo era invitarlos a pasar un fin de semana
a La Borde, y después, invitarlos a integrarse a trabajar en la clínica y a que
se incorporaran a la célula del grupo que se reunía y realizaba su cotidianidad
en El Barrio Latino.
Durante estos años de la década de
los 50, Guattari es conocido en La Sorbona con el apodo de “Lacan”, ya que se
sabía de su participación en el seminario de Lacan y su cercanía con él, así
como del trabajo práctico que realizaba en la clínica de La Borde, por esta
razón llamaba la atención y era respetado, pues teóricamente conocía este
pensamiento complejo y contaba con experiencia clínica, aunado al hecho de que
introdujo muchos de los textos de Lacan desconocidos en La Sorbona.
Guattari se acerca a Lacan y a su
seminario por una influencia aún más importante en su vida que es la del
psiquiatra Jean Oury, fundador de la clínica de La Borde. Guattari acude con él
en 1952 a instancias de su antiguo maestro y hermano del psiquiatra, Fernand
Oury, que ante su situación emocional le recomienda acudir con él. Al respecto
recuerda Oury: “Fernand me dijo: Sobre todo, no lo hagas pedazos”. No me
necesita a mí para hacerse pedazos.”[9]
Jean Oury apoya a Guattari en su
decisión de abandonar sus estudios de farmacia y lo anima a que inicie estudios
en filosofía, le recomienda algunas lecturas como Sartre, Lacan y Merlau-Ponty.
Y debido a que su trabajo directivo en ese momento en la clínica de Saumery en
Loir-et-Cher no le permite acudir al seminario de Lacan, le recomienda que vaya
él y lo mantenga al tanto de lo que ahí se expone. Guattari recuerda la
relación de ese entonces con Oury en los siguientes términos: “Pasábamos noches enteras charlando de
manera pintoresca sobre el test de Rorschach. Hacíamos música concreta, grabábamos
a los pájaros, y hacíamos lo que se llamó “la menthe a lˊ eau”, que consistía
en tomar objetos y hacer oraciones con ellos para crear nuevas sintaxis.”[10]
Oury da algunos textos de Lacan a
Guattari que este aprende de memoria y es capaz de recitar cuando sea
“necesario”. Guattari conoce a Lacan en una conferencia que este da sobre
Goethe en el Colegio de Filosofía de la Calle Rennes y lo invita a asistir al
seminario en Sainte-Anne, en donde fue el primero en participar que no era ni
médico ni psiquiatra, y además, toma consulta con él. Para Guattari en ese
momento su actividad filosófica consiste exclusivamente en leer a Lacan: “¿Soy filósofo? ¿Soy sólo estudiante de
filosofía? Mi actividad de este último tiempo no tiene más que una marca de
preocupación filosófica: los cursos de Lacan.”[11]
La relación con Lacan es muy
importante, incluso desde La Borde, ya que su fundador Jean Oury una vez
instalado en la clínica acude al seminario de Lacan en París, se analiza con él
e incluso se convierte en requisito para ingresar a La Borde analizarse con
Lacan. Por su parte, Guattari asistió también al seminario y se analizó con
Lacan, hasta que rompe la relación con él debido a que en análisis le comenta
que piensa publicar su texto Máquina y
estructura en la revista de Roland Barthes Communications, a lo cual Lacan le cuestiona por no publicarlo en
su revista Scilicet, Guattari le pide
a Barthes que no publique el texto pero Lacan tampoco lo publica, finalmente el
texto es publicado en la revista Change
de Jean-Pierre Faye, y la relación se rompe.
La participación de Guattari en La
Borde se convierte en el centro de sus actividades durante los cuarenta años en
que está bajo su responsabilidad y la de Jean Oury, desde la década de los
cincuenta hasta su muerte acaecida en 1992. En La Borde se reunía el Centro de
Investigaciones, Estudios y de Formación Institucional creado por él en 1960,
el CERFI, se convirtió en el centro de reunión de muchos grupos políticos, e
incluso, llevó a dos de sus parejas sucesivamente a vivir con él y sus hijos en
la clínica.
La Borde fue el espacio en el que
Guattari desplegó su creatividad y entusiasmo, la materialización de su
pensamiento psiquiátrico y político, se trataba de un espacio en el campo donde
se organizaba la vida cotidiana de manera comunitaria, siguiendo los principios
de su concepto de transversalidad,[12]
es decir, se trataba de un grupo abierto al exterior cuyos miembros producen un
discurso colectivo a partir del cual se articulan y buscan la consecución de un
deseo de grupo y formulan los medios para alcanzarlo, se intercambian en los
lugares y funciones, constituyéndose en estos términos en un sujeto
radicalmente activo[13]
en relación a sí mismo y al exterior. En ese sentido, La Borde se organizaba a
partir de asambleas periódicas, en las cuales, todos los miembros de la
comunidad (enfermos, médicos, personal administrativo y de intendencia) tenía
participación y poder de decisión, los puestos y funciones se intercambiaban,
así, los médicos tenían que lavar los platos o cocinar y los enfermos
participar en la administración de la clínica.
Una forma en que Guattari
explica la transvesalidad es a partir
de la distinción entre dos tipos de grupo que conforman las instituciones: el grupo sometido y el grupo sujeto. El grupo sometido, conservador, es propio de las
instituciones capitalistas desde la familia hasta la escuela, el hospital, y la
fábrica, o incluso, las organizaciones de izquierda que se repliegan en la
interioridad gestionando la neurosis y la angustia del individuo debilitado y
temeroso del exterior, a semejanza del neurótico que por el sentimiento de
culpa u orfandad se refugia en sus síntomas; por ello, la única relación de un
grupo sometido con el exterior es pasiva, un actitud de escucha de los dictados
de jerarquía, moralidad o productividad capitalista. Mientras el grupo sujeto,
es fundamentalmente activo, transformador de las instituciones y enunciador del
discurso colectivo que expresa los deseos del inconsciente de grupo y formula
los medios para satisfacerlo, y por ello, produce su propia articulación, ni
vertical ni horizontal; en esos términos, la relación que tiene con el exterior
es activa, organizándose para responder a los problemas que le plantea o
abriéndose para incorporar recursos de ese exterior, que en el límite, lo
pueden llevar a su desintegración.
Como un grupo sujeto La Borde
buscaba integrar los discursos de todos sus miembros con asambleas y con una
vida colectiva que se habría al exterior recibiendo los más diversos grupos
políticos, artísticos o sociales. Además de la participación de grupos
políticos son legendarias las kermeses a
las que asistieron más de 5000 personas, la presencia de figuras del medio
artístico y cinematográfico,[14]
e incluso, la creación de un circo.[15]
Si bien la actividad en La Borde fue
muy importante para la materialización del pensamiento de Guattari, su
actividad e influencias políticas no se agotan en ella. Como lo señala su
biógrafo y amigo Franco Berardi Bifo, la importancia del pensamiento político
de Guiattari es fundamental, ya que teoriza de manera visionaria los problemas
de finales del siglo XX y principios del XXI que a penas se estaban gestando en
la década de los setentas.
Mientras la mayor parte de la
izquierda hasta principios de los ochenta se ocupaba del temor de una posible
guerra nuclear, Guattari teorizaba las nuevas formas que estaba adquiriendo el
capitalismo, así como las nuevas formas de resistencia. Para Guattari la
información y los flujos semióticos son las nuevas formas que empezaba a
adquirir el capitalismo en la década de los setentas, paralelos a la
integración de los mercados internacionales y al avance del capital financiero,
que implicaba una nueva dinámica de la valorización. Guattari teoriza esta
nueva modalidad del capital como capitalismo
mundial integrado en su libro de 1982 Plan
sobre el planeta. Capitalismo mundial integrado y revoluciones moleculares.
El
concepto de capitalismo mundial integrado tenía entonces un sonido casi
escandaloso. Precisamente, en el momento en que más aguda parecía la fractura,
la contraposición, la amenaza de guerra, Guattari concentraba la atención sobre
un proceso que hoy resulta fácil de reconocer y comprender pero que en aquel
entonces parecía contrario a la evidencia: el proceso de globalización, de
integración de los mercados y de los circuitos productivos. Muchos de los
discursos actuales sobre la globalización son anticipados en este libro…[16]
Una de las innovaciones más
importantes de esta concepción es prever el funcionamiento de la tecnología y
los flujos de información en los procesos del capital:
La
premisa de este análisis está contenida en la primera página de Piano sul Planeta: ˂˂El capital no es
una categoría abstracta, sino un operador semiótico˃˃ (…) Quiere decir que
mientras el proceso de trabajo se fragmenta, se extiende, se recompone y
descompone, a través de desterritorializaciones de todo tipo, el proceso de
valorización integra todos los fragmentos de la producción capitalista, no solo
(ya no solo) mediante el funcionamiento abstracto de la ley del valor, sino
mediante la acción concreta, directa, de las tecnologías de transporte
instantáneo de la información.[17]
Paralelamente a esta teorización de
las nuevas formas del poder Guattari teorizó nuevas formas de resistencia
además de la teoría de los grupos sujetos propios de la trasversalidad.
Guattari se involucró en el uso de las nuevas tecnologías, en ese entonces los
transmisores de radio que dieron origen a las radios autónomas o libres,
resultando particularmente célebre su participación en Radio Alice y el movimiento de las radios
italianas.
En el libro de 1977 Alice è il diavolo que se ocupa de la
historia de esta radio, que fue la primera en dar una especie de modelo al
resto de las radios subversivas italianas y parisinas, Guattari escribe el
prefacio titulado Des millons et millons d́
Alice en puissance, donde plantea varios conceptos muy importantes como el
de red y sociedad postmediática, que prevén las potencialidades de una
comunicación descentralizada de los centros de poder, adelantándose veinte años
con estas concepciones, a la forma y usos políticos del Internet.
En
la experiencia de las radios Félix veía el inicio de un proceso de
proliferación de los agentes enunciativos destinado a hacer explotar el modelo
massmediático. Cuando Félix murió, al inicio de los años noventa, comenzaba la
fiebre del world wide web, que en los años siguientes ha
transformado el sistema de comunicación mundial introduciendo en él un
principio de tipo rizomático que erosiona el principio céntrico del sistema
mediático del novecientos. El movimiento de las radios había sido
concientemente una anticipación de la tendencia post-mediática que la red lleva
hoy a su maduración (…) Su punto de observación ha sido siempre la red, incluso
cuando la palabra no tenía el significado que hoy tiene para nosotros, incluso
cuando no existía el world wide web e
Internet no atiborraba los títulos de los periódicos.[18]
Como en otros aspectos innovadores
del pensamiento de Guattari, la concepción visionaria respecto a las radios
libres y los medios de comunicación descentralizados fue posible gracias a la
interdisciplinariedad real con la que pensaba, y le permitía entender y
concebir nuevos usos de la tecnología y nuevas prácticas políticas, a través de
los conocimientos que tenía de química y biología, que le hacían concebir -más
allá de las críticas dogmáticas de la izquierda a la tecnología como únicamente
fuente de enajenación-, los acoplamientos entre hombres, las máquinas y la
naturaleza, básicamente en la concepción de agenciamiento
maquínico que veremos a continuación. Esa misma interdisciplinariedad lo
hace plantear al final de su vida en el libro Las tres ecologías, el tema de la ecología como un problema central
en relación al hombre y la producción de su subjetividad, ya que los problemas
ecológicos son expresión de la forma mental de pensar y su forma social de
vivir, y sólo una nueva concepción y práctica unificadas de estas dimensiones
podría enfrentar el problema ecológico.
Un último aspecto que hay que
señalar de la práctica teórica y política de Guattari es su participación con
la izquierda brasileña a principios de los ochenta, documentada en el libro
publicado por Suely Rolnik Micropolítica.
Cartografías del deseo, donde se
relata la colaboración de Guattari en su viaje a Brasil en 1982 con diferentes
tipos de grupos obreros, homosexuales, psiquiátricos, psicoanalistas, incluso,
el encuentro que tuvo con Lula da Silva cuando este era líder obrero.
La creatividad y sagacidad del
pensamiento de Félix Guattari en relación con la política y la teoría transdisciplinaria
redimensionan a su vez el pensamiento de Gilles Deleuze, vinculándolo a
cuestiones prácticas y políticas contemporáneas, y dotándolo de una actualidad
y agudeza críticas visionarias.
[1] Dosse. Op. cit. pp. 36 y 37.
[2] Félix Guattari, entrevista
autobiográfica con Ève Cloarec, archivos IMEC, retomado de Dosse. Op. cit.
p. 37.
[3] “Lloraba cuando me venían
a ver y cuando se iban. Sufría como un perro.” Ibíd. p. 38.
[4] Ibíd. p. 39.
[5] Ibídem.
[6] “Descubro consternado que
ya no sé escribir, que ya no sé leer, y copio libros para volverme a pone en
contacto con la escritura. Recuerdo haber copiado un libro de Camus, entero.” Ibíd. p. 43.
[7] Félix Guattari, “Plutôt
avoir tort avec lui”, en Libération,
23-24 de junio de 1990; retomado de Dosse.
Op. cit. pp. 44 y 45.
[8] Félix Guattari, “Journal
1971”, 10-23 de septiembre de 1971, en La Nouvelle Revue française, núm 563,
octubre de 2002, p. 349; retomado de Dosse. Ibíd.
47.
[9] Jean Oury, Il, donc (1978), Paris, Matrices,
1998.p. 25; retomado de Dosse. Ibíd. p.
54.
[10] Félix Guattari,
entrevista autobiográfica con Ève Cloarec, archivos IMEC, remotado de Dosse. Ibíd. p. 55.
[11] Félix Guattari, cuaderno
núm. 4, archivos IMEC, 24 de mayo de 1954; retomado de Dosse. Ibíd.
p. 56.
[12] “La transversalidad es una dimensión que pretende
superar las dos impasses, la de una pura verticalidad y la de una simple
horizontalidad; tiende a realizarse cuando una comunicación máxima se efectúa entre
los diferentes niveles y sobre todo en los diferentes sentidos (…) La
transversalidad en el grupo es una dimensión contraría y complementaria a las
estructuras generadoras de jerarquización piramidal y de los modos de
transmisión esterilizadores de los mensajes.” Félix Guattari. Psicoanálisis y transversalidad. Siglo
XXI. México. 1979, (Transversalidad) pp.
101 y 107.
[13] Ibíd. p. 91 y 106.
[14] En La Borde Jean Renoir
estrena su película La marsellesa.
[15] Jean-Baptiste Thierrée
crea un circo.
[16]
Franco Berardi Bifo. FÉLIX. NARRACIONES
DEL ENCUENTRO CON EL PENSMAIENTO DE GUATTARI, CARTOGRAFÍA VISIONARIA DEL TIEMPO
QUE VIENE. Editorial Cactus. Buenos Aires. 2013, p. 30.
[17] Ibíd. pp. 32 y 33.
[18] Ibíd. p. 46.
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