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La Vitalidad es el presente. Todo está en la vida y es la vida, los cuerpos mueren pero la vida continúa, es eterna. Siempre se está en medio de la vida y la vida en medio de nosotros. Nos atravisa para llegar a otros, así como atravesó a otros, para llegar hasta nosotros. La vida es incontrolable, poderosa, inalienable, misteriosa, creativa. La vida es salvaje: es el amor.



domingo, 15 de mayo de 2011

La máquina de guerra y resistencia cutural mexica: La Mitotiliztli

En el atardecer del lunes 14 de agosto de 1521 el sol se ocultaba más lentamente que nunca tras las montañas del Valle de México, para los habitantes de Mexico-Tenochtitlan era el atardecer de la víspera. La rendición de la ciudad había sido decidida ese día, en medio de un sitio en el que todas las familias habían sido mutiladas y todos los habitantes violentados durante tres meses con la muerte del hambre, la sed y la peste de la viruela. El mundo no sería nunca más el mismo y no se vislumbraba en el horizonte otro amanecer diferente al del horror de esos días. Unas horas antes, se había llevado a cabo la última reunión del huei tlathoucani, el consejo de gobierno donde, debido a que habían muerto casi todos los hombres nobles y de la casta de guerreros, se decidió declarar la rendición al día siguiente. Para tal efecto, se encomendó a un joven de 22 años la misión de entregarse a los invasores como muestra inequívoca de la rendición, y se dice, desde hace cuatrocientos años en la tradición oral, que también se encomendó a ese joven llamado Cuahutémoc dar un mensaje a ese pueblo que a través de él iba a declarar su rendición al día siguiente. Algunos dicen que el mensaje dado palabra por palabra por los sabios tlamatinimes integrantes del Tlathoucani fue proclamado por Cuahutémoc antes de entregarse, en el gran patio del templo que hoy se llama “La plaza de la constitución de Cádiz”, o bien, que iba dando tal mensaje en la canoa que lo llevaba junto con dos acompañantes en el camino de Tlatelolco, rumbo a las manos del invasor.

El mensaje que dio entonces, se dice, comenzó de la siguiente manera:

Nuestro Sol se ha ocultado,
nuestro Sol se ha escondido,
y nos ha dejado
en la más completa oscuridad...
Sabemos que volverá a salir
para alumbrarnos de nuevo,
pero mientras permanezca allá
en la región del silencio
debemos unirnos,
ocultando en nuestros corazones
todo lo que amamos
y sabemos es un gran tesoro


La maquinaria de resistencia social de la cual consideramos a La consigna de Cuautémoc pieza clave, es un sistema de conocimientos, discursos y prácticas transmitidas de generación en generación a través de la tradición oral o pequeñas agrupaciones semi sectarias relacionadas entre sí que cultivaban todo ello en la semiclandestinidad: ideas, creencias, costumbres, formas de organización, y en el límite, revueltas armadas en levantamientos sociales regulares a lo largo de una historia nacional también semiclandestina que no es consignada en los grandes discursos histórico-nacionales.

Del numeroso conjunto de prácticas y fenómenos históricos del sistema de resistencia cultrural, y como una muestra del mismo, sólo abordaremos aquí el caso ejemplar del movimiento cultural de la danza ritual mexica, mitotiliztli, en la expresión del denominado movimiento tradicional de los danzantes concheros. Si bien esta práctica de resistencia como toda resistencia parecería eminentemente negativa, en realidad, como también toda práctica de auténtica resistencia, es en extremo positiva, presentándose como negativa sólo lo necesario para poder sobrevivir y reconstituirse, pues de lo contrario sucumbiría a la articulación de fuerzas del presente. Así, en cada uno de los elementos sincréticos de aparente destrucción hay importantes elementos positivos conservados y cultivados a la sombra de lo aparente. Como aquella sofisticada práctica de ocultamiento y codificación de los judíos que se hacían llamar a sí mismos “criptojudíos“, y por el mundo cristiano “marranos”, en su persecución durante tres siglos, quienes, también se vieron forzados a ocultar tras el cristianismo sus creencias, cultura, cotidianidad, y cuando fue preciso, hasta a ellos mismos, en una práctica de recodificación de textos y de la vida misma, también auténtica máquina de guerra, llamada encriptamiento, como si en una cripta se encerraran a sí mismos para sobrevivir, esperando al mismo tiempo, algún día renacer a la luz.

LA “MITOTILIZTLI”: LA CRIPTA DE UNA CONCHA DE ARMADILLO
Con humildad y respeto a todos los danzantes de ayer, hoy
y el mañana que con sus pasos conservan y andan el camino.
                                                                               

I. La tradición nahua y lo mexicano

En el atardecer del lunes 14 de agosto de 1521 el sol se ocultaba más lentamente que nunca tras las montañas del Valle de México, para los habitantes de Mexico-Tenochtitlan era el atardecer de la víspera. La rendición de la ciudad había sido decidida ese día, en medio de un sitio en el que todas las familias habían sido mutiladas y todos los habitantes violentados durante tres meses con la muerte del hambre, la sed y la peste de la viruela. El mundo no sería nunca más el mismo y no se vislumbraba en el horizonte otro amanecer diferente al del horror de esos días. Unas horas antes, se había llevado a cabo la última reunión del huei tlathoucani, el consejo de gobierno donde, debido a que habían muerto casi todos los hombres nobles y de la casta de guerreros, se decidió declarar la rendición al día siguiente. Para tal efecto, se encomendó a un joven de 22 años la misión de entregarse a los invasores como muestra inequívoca de la rendición, y se dice, desde hace cuatrocientos años en la tradición oral, que también se encomendó a ese joven llamado Cuahutémoc dar un mensaje a ese pueblo que a través de él iba a declarar su rendición al día siguiente. Algunos dicen que el mensaje dado palabra por palabra por los sabios tlamatinimes integrantes del Tlathoucani fue proclamado por Cuahutémoc antes de entregarse, en el gran patio del templo que hoy se llama “La plaza de la constitución de Cádiz”, o bien, que iba dando tal mensaje en la canoa que lo llevaba junto con dos acompañantes en el camino de Tlatelolco, rumbo a las manos del invasor.

El mensaje que dio entonces, se dice, comenzó de la siguiente manera:

Nuestro Sol se ha ocultado,
nuestro Sol se ha escondido,
y nos ha dejado
en la más completa oscuridad...
Sabemos que volverá a salir
para alumbrarnos de nuevo,
pero mientras permanezca allá
en la región del silencio
debemos unirnos,
ocultando en nuestros corazones
todo lo que amamos
y sabemos es un gran tesoro[1]

Este mensaje, mejor conocido como La consigna de Cuahutémoc o La consigna de Anáhuac, es un elemento muy importante para un gran sector de la población mexicana que durante 500 años, desde la  caída de la cultura náhuatl hasta la conformación del estado mexicano, ha vivido la necesidad de hacerse de una alternativa a la identidad nacional dominante, fundamentalmente mestiza y occidental (blanca, católica y europea), que excluye radicalmente a quienes no cuentan con tales cualidades, por encarnar lo más cercano a lo indígena que permanece en la sociedad mexicana como raza, cultura o condición social. Hoy como desde hace ya casi quinientos años la pugna entre las visiones del colonizador y la del vencido sigue siendo vigente, en las más diversas formas de la violencia que adquieren la forma de racismo, exclusión y sometimiento social y económico por parte de la visión colonizante, y como resistencia e ímpetu liberador, por parte de la visión de los vencidos. De tal modo, el conflicto cultural-racial del cual es producto la nación mexicana es una realidad constante de primer orden, tanto en la historia como en la conformación de la cultura nacional, a la luz del cual es posible entender la mayor parte de los procesos históricos de nuestro pueblo. Por esta razón, dicho conflicto ha sido objeto de la reflexión más diversa que lo considera ya como un elemento resuelto o inconcluso, negativo o positivo, un obstáculo insuperable o una virtud universal, dependiendo de la perspectiva que se asuma en tal conflictividad. Desde la concepción de Octavio Paz que lo ve como un conflicto del  pasado que se funda en un acto de violación y se resuelve con la sublimación de un presente folclorista y el resentimiento ontológico del mexicano, hasta las profundas y reveladoras concepciones de Miguel León Portilla que hacen comprender la magnitud y profundidad de este conflicto en el inconciente e imaginario profundo del pueblo mexicano, pasando por las eclécticas concepciones nacionalistas de José Vasconcelos.

En este marco de conflictividad primordial es donde nos ubicaremos en las páginas que siguen para abordar parte del proceso de resistencia cultural que se ha articulado como un sistema de prácticas, significaciones, creencias y saberes de varios sectores de la población mexicana excluidos socialmente por su cercanía negativa con lo indígena, que como una estrategia de sobrevivencia han articulado un complejo sistema identitario basado en tradiciones nahuas, fundamentalmente en la práctica de la mexicanidad a través de la danza ritual mexica, mitotiliztli. En la exposición de este sistema de resistencia cultural tomaremos como pieza clave para su interpretación el documento de la tradición oral conocido como La consigna de Cuahutémoc, ya que en él adquiere todo su significado, como si fuera la pieza clave de una maquinaria de resistencia cultural que con sus mecanismos ha atravesado ya casi cinco siglos, una serie de prácticas culturales que yendo y viniendo del ocultamiento a la resignificación constante de los elementos de la cultura náhuatl y la cultura dominante, ha hecho posible, por una parte, la preservación del saber y los valores de la cultura náhuatl, y por otra, una alternativa identitaria real para un amplio sector de la población que por generaciones ha encontrado en esta auténtica máquina de guerra[2] los recursos e instrumentos para hacer frente a una cultura dominante que no sólo define como lo negativo a sus integrantes sino que también promueve su sojuzgamiento permanente en relaciones de explotación, servidumbre y sometimiento en la mayoría de los ámbitos de la vida social.

La maquinaria de resistencia social de la cual consideramos a La consigna de Cuautémoc pieza clave, es un sistema de conocimientos, discursos y prácticas transmitidas de generación en generación a través de la tradición oral o pequeñas agrupaciones semi sectarias relacionadas entre sí que cultivaban todo ello en la semiclandestinidad: ideas, creencias, costumbres, formas de organización, y en el límite, revueltas armadas en levantamientos sociales regulares a lo largo de una historia nacional también semiclandestina que no es consignada en los grandes discursos histórico-nacionales.

Del numeroso conjunto de prácticas y fenómenos históricos del sistema de resistencia cultrural, y como una muestra del mismo, sólo abordaremos aquí el caso ejemplar del movimiento cultural de la danza ritual mexica, mitotiliztli, en la expresión del denominado movimiento tradicional de los danzantes concheros. Que haciendo uso de los mecanismos y prácticas de ocultamiento y resignificación antes mencionados ha hecho posible un espacio de resistencia cultural que ha preservado elementos muy importantes de la cultura náhuatl, al tiempo que ha proporcionado una alternativa cultural para un significativo sector de la población haciendo posible la conformación real de una identidad mexicana alternativa y paralela a la identidad nacional de la cultura dominante.

II. El mestizaje como proceso continuo

La sociedad mexicana se caracteriza hasta el día de hoy por su profundo carácter mestizo, que no ha desaparecido diluyéndose en ningún pasado nacional ni histórico. Pues ante la idea de un mestizaje consumado perfectamente en el momento histórico de la conquista, en el que se definirían para siempre todos los rasgos identitarios y culturales de lo mexicano, se levanta el testimonio de los hechos y la realidad, en los cuales, los diferentes grupos culturales que integran la sociedad han interactuado entre sí en “bodas” conciliatorias pero también en “combates” por la sobrevivencia o la muerte, que todavía hoy siguen sin decidirse. Ejemplos sobran, y por ello, este mestizaje continuo como un proceso, y no sólo como un acontecimiento, podría pensarse como una clave para descifrar los fenómenos y la historia de lo que es y será el pueblo mexicano.

Uno de estos fenómenos o episodio histórico lo constituye el movimiento cultural de la danza conchera que se remonta públicamente a la década de los veinte, cuando empiezan a proliferar grupos de danzantes que haciendo un sincretismo cultural, mestizaje, de elementos rituales prehispánicos, principalmente danzas mexicas,  y elementos religiosos católicos, reivindican una forma de mexicanidad alternativa a los parámetros de la cultura dominante promovida desde el Estado y cultivada por los medios intelectuales. Ya que, por una parte, lo mexicano era definido canónicamenente en los términos de un falso mestizaje colonialista racialmente blanco, religiosamente católico y racionalmente eurocéntrico, donde lo indígena era infravalorado o considerado como elemento de un origen superado en la conquista de una nacionalidad moderna; y por otra parte, muchos de los grupos excluidos de la identidad mexicana contaban con prácticas y conocimientos prehispánicos conservados en una tradición o cultura semiclandestina desde la caída del mundo prehispánico, que recuperaron en el movimiento de la danza conchera, como la reivindicación de una mexicanidad acorde con su situación.

Desde esta perspectiva abordaremos la danza conchera como una pieza representativa del proceso continuo de mestizaje que es la cultura mexicana, articulándola en una auténtica máquina de guerra cultural, maquinaria de resistencia que yendo y viniendo del ocultamiento a la resignificación de símbolos, prácticas y contenidos culturales produjo la conservación de elementos prehispánicos en el interior de la cultura dominante, y así, ofreció una identidad mexicana alternativa a grandes sectores de la población excluidos del modelo de la identidad dominante.


III. La mitotiliztli: máquina de guerra cultural

Los llamados concheros son un grupo cultural de danzantes ubicados inicialmente en las zonas periféricas de la ciudad de México y a partir de la década de los veinte también en la ciudad misma, en la mayoría de los estados de la república mexicana y en la comunidad chicana de USA. Realizan principalmente danzas rituales en las que se hace un sincretismo entre elementos de la religión católica y elementos rituales de la cultura náhuatl, en torno a las cuales se desarrollan el resto de sus actividades que van desde prácticas rituales como las llamadas velaciones y prácticas propias de curanderos mesoamericanos como temascales y curaciones con herbolaria; prácticas de culto como peregrinaciones y danzas en recintos religiosos católicos o en templos prehispánicos teocallis; prácticas socio-culturales como la realización y enseñanza de la danza, mitotilizli, en lugares públicos y manifestaciones públicas como marchas anuales, la reivindicación de la cultura y de la identidad mexica con el estudio y la enseñanza de la legua y la cultura náhuatl; y prácticas económico-políticas como la organización de los grupos en calpullis, antiguas comunidades mexicas, la articulación de los calpullis en federaciones llamadas “mesas” y la elaboración de productos artesanales para el autoconsumo o el comercio.

Se sabe de grupos concheros en Tlaxcala con una antigüedad de 300 años,[3] por la existencia en varios grupos de danza, calpullis, de sus reliquias, instrumentos rituales de la danza, principalmente el estandarte, pantli, que al ser el representante del grupo generalmente consigna el nombre del grupo y la fecha de su fundación

El nombre de concheros se debe al instrumento musical básico de las danza, una mandolina de cinco cuerdas dobles que por caja de resonancia lleva empotrada una concha de armadillo. Si bien, el uso de dicho instrumente puede entenderse en función de las restricciones de los invasores para no utilizar más los elementos originales de la danza, y de tal manera, asimilar más fácilmente a los indígenas a la cultura y a la sociedad novo hispana, llama poderosamente la atención la elección de un instrumento tan singular y simbólico, puesto que, si bien, es comprensible la elección de un instrumento como la mandolina, por su carácter tan popular, práctico y su uso religioso,  el elemento de la concha es un recurso lleno de sutileza y habilidad para simbolizar con él muchas cosas, pues con la concha se está significando, se dice a quien lo ve, pero sobre todo al danzante, que bajo los sones que él danza y las cosas que él hace hay otra cosa, algo más, que está entre lo “natural”, una parte del armadillo mismo que sirve para proteger, y algo ajeno al instrumento occidental, pero sin embargo propio tanto de la música como de la danza, algo que es tan valioso que es necesario conservar pero al mismo tiempo ocultar de la mirada del no iniciado, del profano, que sin embargo, si entendiera, podría poner en riesgo lo oculto.

"Desde tiempos inmemoriales existe en México una hermandad denominada actualmente “concheros”, que mantiene guardada celosamente la tradición de la danza indígena, sincretizada con cristianismo católico…Su nombre proviene del instrumento de cuerda llamado concha, especie de mandolina cubierta con una caparazón de armadillo cuyo uso es sagrado y no está profanado como el charango, guitarra más pequeña, también de concha de armadillo, muy usada en Sudamérica. Según creencia de los concheros, la concha recibe cierta protección o poderes del armadillo, al que cada uno de los antiguos jefes le atribuye diferentes poderes." [4]

A propósito de los danzantes cocheros el eminente antropólogo Fernando Benítez nos dice: Si en la actualidad existe un eslabón que nos ligue a las más lejanas tradiciones de nuestros indios, ése es precisamente el baile de los concheros.[5] 

Existen muchas prácticas de los danzantes concheros que son misteriosas para ellos mismos, desde los nombres de las danzas y sus significados hasta los pasos mismos, flores, que son un enigma que comprende el legado cultural de la mexicayotl, cultura mexica, como un camino al aprendizaje y a la cultura de los mexicas, como si de un camino se tratara. De tal modo piensan algunos jefes de la danza conchera, como el capitán Florencio Gutiérrez de la mesa del Llanito, quien dice en entrevista con Jelena Galovic:

"No sólo los jefes saben, sino que cada uno de los danzantes puede aportar algo del conocimiento general de las danzas con sus experiencias, y así se descubrirá una clave perdida, amen de obtener mayor conocimiento de la danza en los tiempos antiguos. Todo secreto de la danza y los lugares sagrados está por descubrirse y todos pueden aportar algo a ese hallazgo."[6]

Como en La consigna de Cuahutémoc se aconseja,  pareciera que la gran labor de los concheros es preservar el camino o los puentes con la cultura mexica, con la conservación de las formas superficiales y profundas de la ritualidad en el sincretismo de sus danzas, rituales y prácticas. Y si esto fue posible, lo fue a través de una estrategia muy sofisticada de ocultamiento y resignificación que exteriormente llegó a adquirir la apariencia de la destrucción de la cultura, en el sincretismo mismo, no solamente en los símbolos utilizados sino también, y sobre todo, en las prácticas realizadas. Como también parece indicarlo la dramática prescripción de la consigna: Destruyamos nuestros templos, nuestros campos de pelota, nuestros recintos para la juventud, nuestras casas para  el canto. Que sólo queden nuestros caminos.[7] Como si la concha fuera el lugar simbólico en que los saberes habrían de ocultarse o encerrarse a la espera del nacimiento de un nuevo sol.

La maquinaria de resistencia socia-cultural de la cual consideramos a La consigna de Cuautémoc pieza-clave, es un sistema de conocimientos, discursos y prácticas transmitidos de generación en generación a través de la tradición oral o pequeñas agrupaciones semisectarias relacionadas entre sí que cultivaban todo ello en la semiclandestinidad: ideas, creencias, costumbres, formas de organización, y en el límite, revueltas armadas en levantamientos sociales regulares a lo largo de una historia nacional también semiclandestina que no es consignada en los grandes discursos histórico-nacionales.

Si bien esta práctica de resistencia como toda resistencia parecería eminentemente negativa, en realidad, como también toda práctica de auténtica resistencia, es en extremo positiva, presentándose como negativa sólo lo necesario para poder sobrevivir y reconstituirse, pues de lo contrario sucumbiría a la articulación de fuerzas del presente. Así, en cada uno de los elementos sincréticos de aparente destrucción hay importantes elementos positivos conservados y cultivados a la sombra de lo aparente. Como aquella sofisticada práctica de ocultamiento y codificación de los judíos que se hacían llamar a sí mismos “criptojudíos“,[8] y por el mundo cristiano “marranos”, en su persecución durante tres siglos, quienes, también se vieron forzados a ocultar tras el cristianismo sus creencias, cultura, cotidianidad, y cuando fue preciso, hasta a ellos mismos, en una práctica de recodificación de textos y de la vida misma, también auténtica máquina de guerra, llamada encriptamiento, como si en una cripta se encerraran a sí mismos para sobrevivir, esperando al mismo tiempo, algún día renacer a la luz.

En el caso de la resistencia cultural de los danzantes concheros existe un complejo sistema de prácticas y símbolos que sería imposible abarcar aquí, solamente mencionaremos la estructura general de algunos que consideramos fundamentales para el acercamiento con este gran movimiento de resistencia cultural e identitaria.

Como una guerra religiosa o simbólica, la “conquista” de México sobre todo se libró en el ámbito cultural y sus símbolos, pues como ya se sabe es posible hacer muchas cosas con las espadas menos sentarse en ellas, así, el sometimiento y la invasión se consumó  día a día, con la evangelización, el culto y la reconfiguración del espacio público y sus relaciones, donde también tuvo lugar la resistencia de los sojuzgados, ideando y aplicando un mecanismo en cada uno de los movimientos de la dinámica del amo, con respuestas también simbólicas y religiosas. Se sabe que donde se encontraban cada una de las edificaciones importantes para los indígenas se construyeron con las mismas piedras de los templos demolidos edificios del poder colonial o la institución religiosa, conventos e iglesias, que eran hechos por las manos de los indígenas quienes aprovechaban cualquier oportunidad para sepultar, encriptar, en esas mismas edificaciones imágenes y esculturas símbolos de su concepción del mundo, para así, de algún modo, conservar el sentido de esos lugares.

Un caso modelo de la disputa por la significación del espacio es el complejo de lugares sagrados que es necesario “conquistar”, es decir, acudir a ellos en peregrinación a rendir culto danzando, pues para cualquier conchero es fundamental y necesario cumplir con su destino y obligación danzando anualmente en cuatro lugares ocupados cada uno por cuatro templos católicos dedicados a un santo del panteón católico: La iglesia de Amecameca dedicada al Señor del Sacro Monte, lugar regido antiguamente por Tlaloc; La basílica de Guadalupe en el cerro del Tepeyac antiguamente regido por Tonantzín Tlali Cuhatlicue; La iglesia de Chalma dedicada al Cristo negro en el lugar regido antiguamente por Tezcatlipoca; y La iglesia de la Virgen de los Remedios en el lugar regido por Mayahuel.

Y ni que decir del significado religioso comprendido hasta ahora de las danzas, mitotiliztli, en las que tras los vestidos y los símbolos católicos se esconden en sus movimientos símbolos y signos rituales de los valores y el conocimiento de la naturaleza y el universo de los antiguos habitantes del valle de México, que Miguel León Portilla menciona de la siguiente manera:

"La danza de los concheros se desarrolla en última instancia en torno de un enjambre de significaciones y símbolos. Así, su danza circular se realiza alrededor de una fuerza primordial, “un sol” en la tierra. Se evocan en ella los relatos originarios, los de las edades cósmicas o “soles” y se buscan “merecimientos”, en el antiguo sentido náhuatl de la Tlamacehualiztli, la acción  con la que los hombres tratan de compensar el sacrificio primordial de los dioses."[9]

IV. La consigna de Cuahutemoc:
pieza clave de la máquina de guerra

En la tradición oral se dice, que un día antes de proclamar la rendición de Mexico-Tenochtitlan se reunió por última vez el honorable consejo de gobierno, huei tlatohucani, el cual, tras valorar la situación de la ciudad con tres meses de sitio, la población diezmada por la peste de la viruela y la muerte de prácticamente la totalidad de la casta de guerreros, decidió proclamar la derrota con el acto inequívoco de la entrega del último gobernante, Cuahutémoc; pero se dice también que aquellos sabios, tlamatinimes, que integraban el consejo de gobierno, crearon palabra por palabra otra proclama que Cuahutémoc habría de decir a su pueblo antes de entregarse, en el gran patio del templo que hoy se llama “La plaza de la constitución de Cádiz”, o bien, en el camino de Tlatelolco, en la canoa que junto a dos acompañantes lo llevaría rumbo a la manos del invasor. Si bien, desde la década de los cincuentas se ha difundido el documento de manera escrita con su publicación en periódicos y en libros de muy poca circulación, por tratarse casi en todos los casos de ediciones independientes.[10] La tradición oral en la cual fue conservado constituye un prodigio cultural y un fenómeno antropológico increíble, pues se tiene noticia de La consigna de Cuahutémoc en grupos indígenas y nahuablantes en estados como Guerrero, Jalisco, Oaxaca, y en grupos como los yaquis y los huicholes, tradición oral que iniciaría desde el día siguiente en que dicho mensaje fue emitido, hace cuatrocientos noventa años. El martes 13 de agosto de 1521, día de “San Hipólito” en que el joven Cuahutémoc se entregó y fue hecho prisionero, y mientras él mantenía con Cortés el célebre diálogo[11] en que al presentarlo frente al capitán toma la daga de este, y honorablemente le pide que ahí mismo lo mate pues lo que había podido ya lo había hecho por su pueblo, los mexicas sobrevivientes, mientras tanto, habrían comunicado unos a otros La consigna de Cuahutémoc, transmisión que continuaría durante cuatro siglos ininterrumpidamente. Y aún si todos estos relatos no fueran “verdaderos” en sí mimos resulta notable la significación mítica, en el más pleno y profundo sentido de la palabra, que adquieren, pues en el imaginario y el inconciente colectivo de generaciones enteras han desempeñado un verdadero papel fundamental en la sistemática resistencia cultural que se supone iniciaría el mismo día en que Mexico-Tenochtitlan cayó, al responder significativa y simbólicamente a hechos tan terribles e incomprensibles como la destrucción de su mundo en la espera de una nueva era; y  la tortura del joven tlatoani, a causa de un tesoro que los invasores no podían comprender y era resguardado en el centro de los corazones de los mexicas, que en los términos de aquella proclama es aquello que más aman, la cultura náhuatl misma: la mexicayotl. Como se desprende de las palabras con que inicia la consigna:

Nuestro Sol se ha ocultado,
nuestro Sol se ha escondido,
y nos ha dejado
en la más completa oscuridad...
Sabemos que volverá a salir
para alumbrarnos de nuevo,
pero mientras permanezca allá
en la región del silencio
debemos unirnos,
ocultando en nuestros corazones
todo lo que amamos
y sabemos es un gran tesoro.[12]

Continúa el menaje Cuahutémoc, con el consejo y la exhortación a destruir el mundo objetivo de su cultura, es decir, las construcciones de instituciones, escuelas y templos para ocultar mejor, como una estrategia, la dimensión subjetiva de la cultura que son las creencias, los conocimientos y los valores, conservando, así, la mexicayotl para un nuevo tiempo que está por venir, como un conjunto de enigmas y secretos a descubrir, como si se tratara solamente de un camino que habrá todavía que andar.

Destruyamos nuestros templos,
nuestras escuelas,
nuestros campos de pelota,
 nuestros recintos para la juventud,
nuestras casas para el canto.
Que sólo queden nuestros caminos
y que nuestras casas nos encierren
hasta que nazca un nuevo sol.

De hoy en adelante
 Ellos, nuestros hogares serán nuestros templos,
nuestras escuelas, nuestros campos de pelota
nuestras casas para los jóvenes, nuestras casas para el canto.
De hoy en adelante
hasta que salga el nuevo sol
los padres y las madres
serán los maestros y los guías
que lleven de la mano a sus hijos
mientras vivan.[13]

En la ciudad de México y sus alrededores el relato legendario de La consigna de Cuahutémoc, sobre todo fue conservado y transmitido por los grupos de danzantes de tradición, los llamados danzantes concheros, quienes en el conjunto de sus relatos, creencias y mitos sincréticos conservan como una reliquia el mensaje del último huei tlatoani, haciendo de él, el eje rector de la mayor parte de sus prácticas y creencias.

Para concluir mencionemos solamente un relato más de la danza conchera, aquel que dice que una vez muerto el joven tlatoani de veintidós años Cuahutémoc, su cuerpo fue llevado clandestinamente entre las montañas hasta su natal Ixcateopan Guerrero donde fue sepultado bajo el altar de la Iglesia de Nuestras Señora de la Asunción, y una familia fue encomendada para transmitir el secreto de generación en generación a cada primogénito que se convertía así en una carta viviente para perpetuar el cuidado de la tumba. En 1950 la antropóloga Eulalia Guzmán descubrió una sepultura con restos humanos en la Iglesia de la Virgen de la Asunción, que un grupo de científicos certificó ser de un hombre mexica del siglo XVI, también se encontró una placa de cobre grabada con el nombre de Cuahutémoc y su fecha de nacimiento y muerte.    

La tumba de Cuahutémoc en Ixcateopan es otro relato que se ha agregado al conjunto de creencias de los concheros, si no fuera cierto y el cuerpo del joven gobernante y líder militar hubiera desaparecido, como oficialmente se afirma, para este otro México profundo de la tradición conchera no importaría, su mensaje sería el mismo, e idéntico, permanecería en el centro de su corazón durante un tiempo indeterminado pero tan verdadero como cada flor-paso de la danza, que cada uno de los danzante ofrenda en el cumplimiento de su destino bajo un sol no menos real.

Concluyamos en este entendido con las últimas palabras de La consigna de Cuahutémoc:

Que los padres y las madres no olviden
decir a sus hijos
lo que ha sido hasta hoy el Anáhuac
al amparo de nuestros dioses
y como resultado de las costumbres
y de la educación
que nuestros mayores
inculcaron a nuestros padres
y que con tanto empeño
estos inculcaron en nosotros
Que tampoco olviden decir a sus hijos.
lo que un día deberá ser el Anáhuac.[14]




BIBLIOGRAFÍA.


Cabrera Isabel y Silva Carmen. com. (2006) Umbrales de la mística. México: UNAM Instituto de Investigaciones Filosóficas.   

Deleuze, G., Guattari, F., Mil Mesetas. (1997). Capitalismo y esquizofrenia. Vaslencia: Edición Pre-textos.

Galovic Jelena. Los grupos mistico-espirituales de la actualidad. Plaza y Vades Editores. México. 2002.

León Portilla Miguel. (1982). La versión de los vencidos. México: UNAM.

Tlacatzin Stivalet Corral. (  LAMILIZTICA CUAUHTEMOCTZINTLI ITENAHUATILTZIN. ( 2010, septiembre). Disponible en: http://rojointenso.net/.


[1] Existen diversas versiones en náhuatl y español de La consigna de Cuahutémoc, en este trabajo tratamos de transcribir el documento completo a partir de las nueve versiones en náhuatl, con sus respectivas traducciones, que trabaja en su, retomando de cada traducción lo que consideramos pertinente para la presente investigación. Tlacatzin Stivalet Corral. LAMILIZTICA CUAUHTEMOCTZINTLI ITENAHUATILTZIN. ( 2010, septiembre). Disponible en: http://rojointenso.net/.
[2] Como señala Deleuze respecto a la maquina de guerra retomada en un sentido nómada en el Tratado de nomadología que tendría como finalidad la resistencia y la confrontación frente a la maquina de guerra sedentaria del Estado que busca someter, suprimir y destruir las diferencias étnico-culturales. Deleuze, G., Guattari, F. (1997). Mil Mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Valencia: Edición Pre-textos.
[3] La famosa reliquia general que se fundó en San Miguel de Allende en 1876 no es la más antigua ni la más importante. Con ella, los capitanes de San Miguel no pretendían de ninguna manera, someter a los de México, pero en el centenario celebrado en  1976 se aclaró que el general Luna poseía reliquias mucho más antiguas, pertenecientes a la palabra de Tlaxcala, de 1700 y que pertenecen a las primeras danzas después de la Conquista… El convento de San Francisco de Asís en Tlaxcala fue el primero en conceder el permiso para reiniciar la tradición de las danzas. Entrevista a Luis Solís de la mesa guadalupana de la Gran Tenochtitlan. Jelena Galovic. (2002). Los grupos mistico-espirituales de la actualidad. México: Plaza y Vades Editores. p. 519.
[4] Ibid. p. 421.
[5] Ibid. p. 450.
[6] En entrevista a Jelena Galivic contenida en su libro cuya segunda parte está dedicada en su totalidad al estudio de la danza de los concheros. Ibíd. p. 563.
[7] Op. Cit. Tlacatzin Stivalet Corral.
[8] “El criptojudío es un hombre que ante la sociedad católica debe de practicar todos y cada uno de los rituales que esta religión le demanda y debe evitar cualquier conducta que lo identifique como judío. Por otro lado, en la clandestinidad busca cumplir, lo más y mejor posible, con los rituales judíos. Debe de aparecer en todas las ceremonias religiosas, misas, bodas y comuniones. Conocer los rezos, confesarse, comulgar, casarse ante un sacerdote católico, bautizar  a sus hijos, enterrar a sus muertos en sepultura cristiana. Debe comer cerdo y alimentos que estén prohibidos en el judaísmo; no  debe de guardar el sábado ni hacer la ceremonia del  Shabat; no debe circuncidar, pronunciar palabras en hebreo ni demostrar ninguna simpatía por los que han sido acusados de judaizantes.” Mauricio Pilatowsky (2006). Los abrevaderos cabalistas de la literatura kafkiana. En Cabrera Isabel y Silva Carmen. com. Umbrales de la mística (pp. 135 y 136) México: UNAM Instituto de Investigaciones Filosóficas.          

[9] Op. cit. Galovic. p. 14.
[10] Ejemplo de algunas de ellas son:
Revista semestral de estudios tradicionales, Serpiente Emplumada, Año 3, No.1, 21 de Junio 2009, Solsticio de Invierno Austral, Lima-Perú.
Periódico Izkalotl. Resurgimiento de Anauak, Año 33 – Volumen 31 – Nos. 172, 173 y 174, diciembre 2001, México-Tenochtitlán, p. 4.
En la página http://rojointenso.net/foros/index.php?showtopic=3601&st=0&p=23031&#entry23031, consultada el día 10/09/10, se encuentran nueve versiones distintas del documento en náhuatl con sus respectivas traducciones.
[11] Del cual nos da noticia Alva Ixtlixóchilt en su XIII Relación. Miguel León Portilla (1982). La versión de los vencidos (9ª ed.) México: UNAM. 1982. p. 135.
[12] Op. cit. Tlacatzin Stivalet Corral.
[13] Op. Cit. Tlacatzin Stivalet Corral.
[14] Op. cit. Tlacatzin Stivalet Corral.

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