El iluminismo es la contra-cara de la ilustración, podríamos decir su elemento dialéctico espiritual, un movimiento cultural, sobre todo desarrollado en la literatura que a partir de la descristianización de la cultura y la superación de la metafísica, busca la espiritualidad del mundo y del hombre en otras prácticas y tradiciones de la Antiguadedad, paganismo y orientalismo; o en algunas otras que convivieron con el cristianismo durante la Edad Media como la alquimia o la cábala.
En tal labor, el Romanticismo iluminista se bifurca en dos tendencias, por una parte una que se dirige fundamentalmente a la dimensión metafísica de la fe, idealismo estrictamente metafísico; y la otra, que entiende y prolonga las consecuencias sociales de una fe en la armonía universal, una especie de iluminismo social o mesianismo revolucionario... Para comprender la filiación de Rimbaud con el movimiento iluminista en su desembocadura mesianico-revolucionaria basta con considerar el prodigio de su Carta del vidente y su penúltima obra Las luminaciones título que ya deja ver la profunda filia que existe entre el poeta y todo el entramado espiritual y simbólico del iluminismo en sus dos vertientes, pero sobre todo, en la social o mesiánico-revolucionaria.
El trabajo de Pierre Gascar, Rimbaud y la Comuna, sostiene principalmente la lúcida tesis de que Rimbaud no era ni sentimentalmente fraternal ni ingenuamente humanista, sino, salvajemente comunitario condición que lo lleva a vivir La Comuna directamente y a cantarle como nadie.