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La Vitalidad es el presente. Todo está en la vida y es la vida, los cuerpos mueren pero la vida continúa, es eterna. Siempre se está en medio de la vida y la vida en medio de nosotros. Nos atravisa para llegar a otros, así como atravesó a otros, para llegar hasta nosotros. La vida es incontrolable, poderosa, inalienable, misteriosa, creativa. La vida es salvaje: es el amor.



miércoles, 17 de agosto de 2011

ILUMINISMO: Rimbaud y la Comuna

El iluminismo es la contra-cara de la ilustración, podríamos decir su elemento dialéctico espiritual, un movimiento cultural, sobre todo desarrollado en la literatura  que a partir de la descristianización de la cultura y la superación de la metafísica, busca la espiritualidad del mundo y del hombre en otras prácticas y tradiciones de la Antiguadedad, paganismo y orientalismo; o en algunas otras que convivieron con el cristianismo durante la Edad Media como la alquimia o la cábala.

En tal labor, el Romanticismo iluminista se bifurca en dos tendencias, por una parte una que se dirige fundamentalmente a la dimensión metafísica de la fe, idealismo estrictamente metafísico; y la otra, que entiende y prolonga las consecuencias sociales de una fe en la armonía universal, una especie de iluminismo social o mesianismo revolucionario... Para comprender la filiación de Rimbaud con el movimiento iluminista en su desembocadura mesianico-revolucionaria basta con considerar el prodigio de su Carta del vidente y su penúltima obra Las luminaciones título que ya deja ver la profunda filia que existe entre el poeta y todo el entramado espiritual y simbólico del iluminismo en sus dos vertientes, pero sobre todo, en la social o mesiánico-revolucionaria.

El trabajo de Pierre Gascar, Rimbaud y la Comuna, sostiene principalmente la lúcida tesis de que Rimbaud no era ni sentimentalmente fraternal ni ingenuamente humanista, sino, salvajemente comunitario condición que lo lleva a vivir La Comuna directamente y a cantarle como nadie.


ILUMINISMO: RIMBAUD Y LA COMUNA


Es notable la manera en que la espiritualidad se encuentra constantemente presente en el hombre de diversas formas, incluso en contextos donde se supondría desterrada o prohibida, así, en el Occidente ilustrado descristianizado tiene lugar, como su correlato en la cultura y el arte, la aparición de un movimiento espiritual que busca una concepción del mundo sagrada o mística que curiosamente se convierte en una vertiente político revolucionaria que anima directamente las revueltas de la Revolución Francesa y La Comuna: el iluminismo.

El iluminismo es la contra-cara de la ilustración podríamos decir su elemento dialéctico espiritual, un movimiento cultural, sobre todo desarrollado en la literatura  que a partir de la descristianización de la cultura busca la espiritualidad del mundo y del hombre en otras prácticas y tradiciones de la Antiguadedad, paganismos, o en algunas otras que convivieron con el cristianismo durante la Edad Media como la alquimia o la cábala.

Algunos de los más notables exponentes de ese fenómeno son los poetas románticos con los que da inicio la literatura moderna y en gran medida todo el arte posterior, quienes hacen de ciertas categorías el contenido, la forma y las técnicas de su labor. De tal manera, La carta del vidente, documento profundamente ilumunista, que Rimbaud escribe en 1871 es una acontecimiento para la literatura universal que ya hace eco de las expresiones que Novalis hacía cien años antes "el hombre plenamente conciente es el vidente".

En Francia particularmente aconteció en el siglo XVIII una tradición de iluminismo clandestina de la que el joven Rimbaud abrevó a través de sus lecturas (se sabe que en la biblioteca de Charleville consultó los libros de Eliphas Lévi y Pierre Simon Ballanche) en la forma de teorías alejandrinas, ocultismo medieval, platonismo del renacimiento y la alquimia, que corrían simultaneas a los acontecimientos ilustrados de secularización social con la Revolución, la lucha contra el clero, la secularización de  los lugares de culto y la ejecución del rey.

“Por una especie de rechazo colectivo, el Siglo de las Luces, el XVIII, que para Rimbaud y sus contemporáneos es tan sólo, el siglo precedente, fue acompañado por un  resurgir de lo que podríamos llamar, para simplificar el iluminismo, término que encierra las múltiples tentativas del hombre por traspasar el misterio de la Creación. Al llevar al hombre a rechazar o a reconsiderar la explicación cristiana del universo, los pensadores del siglo XVIII, y entre ellos los enciclopedistas, volvieron a lanzar su interrogación fundamental, y a menudo la han conducido, sin querer, a sustituir la divinidad que hasta entonces se les proponía (imponía), por un sistema mágico dirigido hacia lo maravilloso… El ateísmo puro, el estricto materialismo, en sentido estricto es más raro de lo que pretenden sus defensores…”[1]

“En la ausencia de toda revelación, cada uno de nosotros estamos invitados a atacar al misterio y a hacernos artesanos de nuestra propia fe. El iluminismo es un combate, mientras la fe religiosa es, en la mayoría de los casos, un refugio.[2]

De tal manera el Romanticismo se bifurca en dos tendencias, por una parte una que se dirige fundamentalmente a la dimensión metafísica de la fe, idealismo estrictamente metafísico; y la otra, que entiende y prolonga las consecuencias sociales de una fe en la armonía universal, una especie de iluminismo social o mesianismo revolucionario. Así las cosas, si bien una vertiente del iluminismo se concentra exclusivamente en la dimensión individual y metafísica de la comunicación del individuo con el universo, Dios y la creación a través del amor a la manera de Hölderling, Goethe o en algunas facetas el mismo Novalis. Por su parte, la vertiente del iluminismo social podría ser también legítimamente calificado de mesianismo revolucionario ya que de sus actos y principios de fe tienen como consecuencia la búsqueda del amor entre los hombres y la realización del reino de la fe que es la armonía y la felicidad de la humanidad como consecuencia de la participación de la armonía universal, así, el mismo Nerval aunque después modifique por prudencia el subtitulo de sus Iluminés, las subtitula Los precursores del socialismo. Y muchos otros de la vertiente romántica francesa del siglo XVIII muestran esta tendencia utópica desde Fourier, con su teoría de la atracción apasionada, y Saint Martif de la Breonne, en los cuales encontramos ideas comunistas que serán retomadas por Babeuf, con lo que se constituyen los primeros utopistas modernos despreciados desde la teoría revolucionaria científica, y sin embargo, precursores indiscutibles del utopismo y el socialismo en general. Puesto que “para los franceses, el altruismo y la generosidad ocupan un lugar predominante en el movimiento que levanta y sacude al espíritu. Para estos soñadores la primera ascensión al cielo es la felicidad del género humano.[3]

Reveladoramente como es casi todo en Rimbaud, el joven de 16 años que era al momento de la Comuna participa en las movilizaciones codo a codo con el pueblo, de lo que nos dan testimonio algunos de los poemas más maravillosos que se hayan escrito sobre el pueblo y la revuelta El Herrero, Las manos de Jeanne Marie o El durmiente del valle. En El Herreo Rimbaud escenifica el momento de un revuelta donde el protagonista es un herreo que con el poder de sus brazos y rodeado por la multitud hará capitular las torres, sus guardias y al mismo rey bajo el poder de su instrumento de trabajo y su fuerza; en Las manos de Jeanne Marie Rimbaud elogia la belleza de la mujer del campo, curtida por el sol su piel morena, que no merece otra cosa que en beso en esas manos trabajadoras que se posan sobre las ametralladoras e inspiran la amorosa admiración de cualquier auténtico rebelde; y en El durmiente del Valle Rimbaud regala a la humanidad uno de los poemas más bellos que hayan sido escritos, una auténtica estampa, fotografía, postal o escena llámesele como se quiera de un muchacho combatiente de su misma edad que encontró muerto a su paso en sus recorridos por las campiñas francesas, en una especie de oasis o pequeño paraíso donde todo comulga con la belleza y armonía de su sueño la hierba, el agua corriente como desagarrando hilos de plata, la nube que justo sobre él lo baña de luz y la naturaleza que lo mece suavemente para no despertarlo de su frío sueño.

Para comprender la filiación de Rimbaud con el movimiento iluminista en su desembocadura mesianico-revolucionaria basta con considerar el prodigio de su penúltima obra Las luminaciones título que ya deja ver la profunda filia que existe entre el poeta y todo el entramado espiritual del iluminismo en sus dos vertientes, pero sobre todo, en la social o mesiánico revolucionaria como nos lo hacen ver las siguientes frases-haces de luz con las que Rimbaud expresa su fe utópica y social en el mundo y la humanidad:

“Las migraciones, más enormes que las antiguas visones”, “El despertar de los homnbres nuevos y su marcha”, “Compañías han cantado la alegría del trabajo nuevo”, “Playas interminables cubiertas de blancas naciones gozosas”, “La humanidad fraternal."[4]

Los sentimientos de los hombres de la Comuna y su vibrato, grandilocuencia aparte, son dos características que encontramos en Rimbaud: “Tú cabeza se mueve: “¡El nuevo amor!” (Iluminaciones). “El mundo es bueno. Bendeciré la vida. Amaré a mis hermanos” (Una temporada en el infierno).  “¿Cuándo iremos más allá de las playas y los montes a saludar el nacimiento del nuevo trabajo, la nueva sabiduría… ¡La Navidad sobre la tierra (Una temporada en el infierno)  “El canto de los cielos. La marcha de los pueblos”. A través de estas frases tan reveladoras se desarrolla  el tema de la salvación  de la humanidad y de la salvación personal a través de la caridad, la solidaridad, tema en el que se encuentra la vieja moral religiosa y el idealismo político.[5]

Para finalizar está pesquisa de una de las más fuetes vertientes de la obra rimbaldiana recurramos a aquel de quien hemos tomado esta tesis en su estupendo trabajo Rimbaud y la Comuna, Pierre Gascar, quien a partir de todas estas pertinentes y excautivas referencias nos hace entender la importante relación de la obra de Rimbaud con la política de los movimientos sociales emancipatorios como parte de la dimensión política de la literatura particularmente de la poesía en su relación esencial con los movimientos emancipatorios, de una forma tan seria que es posible calificarla de esencial; y con ello rompe las pueriles dimensiones propagandísticas del arte y las ridículas críticas que pretenden reducir al arte por el arte y descalificar más que arbitrariamente toda otra dimensión del discurso poético, y aún más, la dimensión revolucionaria seria y radical. El trabajo de Pierre Gascar, Rimbaud y la Comuna, sostiene principalmente la lúcida tesis de que Rimbaud no era ni sentimentalmente fraternal ni ingenuamente humanista, sino, salvajemente comunitario.

“Rimbaud no es humanitario en el estricto sentido de la palabra, es decir, con lo que esto conlleva de sentimentalismo. Humanista, aún menos. Es comunitario. No habla del Hombre, sino de los hombres,  del conjunto en el que estos llegan a confundirse.”[6]


[1] Gascar Pierre. Rimbaud y la comuna. EDICUSA. Madrid. 1971. p. 50.
[2] Ibid. p. 51.
[3] Ibid. p. 53.
[4] Ibid. p. 68.
[5] Ibid. p. 75.
[6] Ibid. p. 68.

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