La imaginación es una facultad clave de la vida espiritual, y por ello, una maquinaria clave en la cultura en la que se juega la determnación de la forma y el contenido de lo sentido, y con ello, también de lo pensado puesto que la imaginación no trata solamente como comunmente se cree accesoriamente del entretenimiento o el ornato, sino, sobre todo, de las dimensiones fundamentales de lo que se es capaz de concebir -pensar- y sentir, que simultaneamente mueven al hombre a actuar o lo paralizan.
Esta facultad tiene una dimensión eminentemente material e historica que es fundamental destacar para ponderar adecuadmente su importancia y su potencialidad. La imaginación no es una ni está ya dada trascendentemente sino que se encuentra en un constante devenir histórico, así, el hombre no imagina de la misma manera siempre sino que como todo en él va cambiando a partir de su propio actuar y de su interacción con el mundo. De tal manera, en un sentido materialista, la forma en que el hombre imagina va cambiando y con ello también lo hace la manera de expresar esos contenidos, el discurso artísco. Ahora bien, la imaginaicón se encuentra esencialmente articulada con la forma de percibir, con la forma de usar los sentidos que como advierte tan visionariamente Marx tmbién se encuentra en un constante cambio puesto que "la máxima obra de la humanidad es la producción de los cinco sentidos". Y en tal devenir la tecnología ocupa un papel clave, pues con ella se re-formulan las relaciones con el mundo y el uso de los sentidos, así, la manera de imaginar está en directa relación con la manera de ver y escuchar de cada época.
En estos términos, las formas del discurso artístico particularmente del discurso literario se encuentran determinadas por las formas y ténicas con las que se usan los sentidos y la aparición de los distintos medios de comunicación y expresión definen tal relación, desde un instrumento musical elemental, hasta el teléfono, la fotografía, la música grabada o el cine, pues no es posible concebir que se imagine de la misma manera antes y después del uso de caulquiera de estas tecnologías. Asi las cosas, una de las labores más importantes en la actividad literaria es saber captar estas particularidades de la imaginación y saber utilizarlas en el discurso, saber imaginar de acuerdo al tiempo en que se vive y hablar en los términos de la imaginación colectiva... multneamente, saber nutrirla, incidir en ella, pues existen puntos de convergencia donde acontece el contacto entre la realidad subjetiva y objetiva, donde el hombre es capaz de captar y comunicar los movimientos del mundo. Ejemplos de ello sobran en la literatura visionaria donde el cambio de la forma del discurso antecede o precede a un cambio de la psique humana en su forma de imagnar, como sucede en el cambio prosístico de la poesía que inauguran Baudelaire y Rimbaud, las estampas o fotografias espirituales que busca Benjamin, o la forma temporal y estructura en escenas cinematográficas de la obra de Rulfo o incluso la predicción de Valéry de un medio que permitiera el acceso simultáneo a innumerables imagenes y sonidos a distancia: "Igual que el agua, el gas y la corriente eléctrica vienen a nustra casas para servirnos, desde lejos y por medio de manipulación imperceptible, así estaremos también provistos de imágenes y series de sonidos que acuden a un pequeño toque, casi a un signo, y que del mismo modo nos abandonan."
El movimiento de la percepción y de la imaginación del hombre es acompañado por el movimiento de la expresividad de las formas literarias, si la literatura es auténticamente literatura y es capaz de captar y vincularse con las formas históricas de la imaginación.
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