Son las imágenes que duermen en los cuerpos.
Es todo lo que pueden ver nuestros ojos y lo que no ven, no han visto y quizá nunca terminarán de ver.
Es el sueño de los cuerpos.
El sonambulismo de la vida.
Son las moléculas de la retina cambiando.
Es el fantasma de la alegría que levita como un perfume a nuestro alrededor.
Son los órganos que nos esperan en el futuro
Son las alas, la cola, la cresta y las garras que una vez tuvimos y volveremos a tener.
Somos nosotros volando.
Nuestros aterrizajes.
Es nuestra teletransportación.
El baile de la
te-le-quí-ne-sis
y la
te-le-pa-tía...
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No es lo posible del sentido común. Es lo imposible que nos habla desde el futuro con la voz del pasado.
No es literatura universal ni sufragio universal.
Es la guerra de la paz hecha con los medios más peligrosos y bellos.
La poesía materialista es letras, papel, sangre, sinapsis, descargas eléctricas en nuestra columna vertebral.
Es la voz de la vida.
No es literatura, es mundo: cosmos y caos.
Son todas las otras formas de vivir.
Son las otras formas de vida. Tanto terrestres como extraterrestres.
Son los murmullos de todos los hombres silenciados por el poder.
Es la voz de los animales y las plantas, así como del más humilde objeto elaborado por el hombre.
Es la energía circulando como sangre luminosa en las computadoras y explotando como bombas en las pantallas.
No es el SÍ ni el NO de la normalidad es el SINO que nos
guía.
No es la obra de un genio sobrenatural fuera del tiempo, es el trabajo de todos los días, horas, minutos y segundos de los hombres y mujeres que hablan entre sí. Es el Trabajo de la naturaleza y su trans-naturalización.
Son los sonidos de las voces de todos los hombres que han existido y existirán. Su música.
No es la Obra de la lengua es el Trabajo de todo el cuerpo.
Hay que tener los músculos tensos y las articulaciones moviéndose; la mirada y el ojo abiertos.
Es más que escribir, leer y pensar. Es vivir.
Es el cerebro iluminado por las auroras boreales de sensaciones, sentimientos e ideas.
Son los niños de todas las edades cantando.
Es la alegría de los átomos que hacen el amor con sus choques y encuentros eléctricos.
Es el diálogo de lo microscópico, lo mesoscópico y lo macroscópico. Es la fiesta del ojo humano (e inevitablemente de microscopios y telescopios).
No es la disyuntiva materia/espíritu es la vida del planeta tierra.
No es la disyuntiva día/noche es el universo infinito.
Es el mundo que nos habla desde afuera y desde adentro.
Es la vida reclamando tan bella como terriblemente sus derechos.
Es revolucionaria tan política como culturalmente. Humanamente. Animalmente.
Morelia Michoacán, 24 de octubre de 2013.
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