Octavio Paz habla del EZLN desde el laberinto del criollismo intelectual.
En el mundo del poderoso no caben más que
los grandes y sus servidores. En el mundo que
queremos nosotros caben todos.
4a Declaración de la Selva Lacandona
Ignorancia, servilismo, ridícula arrogancia y mal gusto son las características de las palabras de Octavio Paz cuando habla de zapatismo, política o cultura. Es como una María Félix de las letras, puro flatus vocis (término irónico con el que los medievales sutilmente se referían a quienes hablaban para no decir nada confundiendo el orificio de su boca con el de su ano: una boca que sólo produce aire), otra "estrella" de utilería de la alta sociedad mexicana, que por cierto, cuando sucedió el levantamiento de los zapatistas en 1994 los calificó de "nacos".
Octavio Paz forma parte de un sector de la intelectualidad mexicana heredera del poder, una élite de intelectuales y "artistas" que llevan a la cultura los prejuicios, vicios y abusos de la sociedad mexicana, y sobre todo, de los sectores de los que formaron parte, así, el eurocentrismo, el clasismo, la complicidad con las fuerzas, por una parte conservadoras y por otra capitalistas, son las perspectivas fundamentales de su quehacer "cultural". Y es comprensible, pues es precisamente esta estructura clasista, e incluso racista, la que hace posible su posición.
Se podría pensar que la condición conservadora de un intelectual es una cuestión secundaria y que sus posiciones políticas no influyen en nada a su obra y mucho menos que sean capaces de afectar de algún modo a la cultura, sin embargo, no es así, al contrario, pues la obra "sirve" o tiene por contenido, valores y razones que definen su forma expresiva y su sentido. Y mucho menos puede pensarse que no afecten a la cultura, cuando la relación de esos intelectuales con el poder hace que tengan puestos políticos de toma de decisiones en la política cultural, difundiendo y haciendo de la ignorancia, los prejuicios y la charlatanería los criterios de la promoción de autores y obras.
El caso de Octavio Paz es paradigmático en este sentido, ya que su condición y relación con el poder le permitieron dedicarse de manera plena al estudio, la escritura y a la política cultural, entonces, es muy interesante observar qué hace con todo ello, qué actituewaud tiene respecto a su propio trabajo, y lo más importante, qué sentido -dirección- tiene su obra. El texto La selva lacandona publicado en la revista Vuelta en 1996 y dedicado a criticar al zapatismo es un ejemplo notable de ello, puesto que en él se hacen evidentes los servicios prestados por un intelectual mexicano al orden que excluye, explota, enferma, utiliza y mata dede hace 500 años a la mayor parte de la población mexicana constituida por sectores alejados de lo europeo, claro está, sin decirlo directamente, pues este tipo de intelectuales son demasiado "educados" para ello.
Es muy curioso y hasta divertido -como dice el propio Paz- la solicitud con la que trata de descalificar las causas, que no llegan a razones, del EZLN, que dice, "hasta en lo impronunciable de sus siglas lleva la característica de la incomprensión". Y cómo hace uso, sin privarse de cierto placer pueril o senil, de la exhibición para nada disimulada de todas las baterías de su erudición en extremo limitada, ignorante erudición, (muy paciana, como el arco y la lira, "dialéctica", y permítaseme aquí una carcajada porque del humilde oximorón sin pudor y caricaturescamente se pasa a un concepto de los más duros de la filosofía moderna, así es Paz) pues el poeta "sabe mucho" pero de unos cuantos temas y no tarda en hacerlo evidente con progresiones, regresiones y digresiones tan excesivas como impertinentes que si el lector les presta demasiada atención terminan por marearlo -así es nuestro Nobel.
Para mostrar lo equivocados que están los zapatistas, pues son ignorantes, Paz hace una recapitulación histórica del papel de la Iglesia católica como un agente político que sin haber sido gobierno ni solamente pueblo gobernó o colaboró con el gobierno, pero que los indios ignorantes no saben, para su desgracia, pues cuando plantean en la Cuarta Declaración de la Selva Lacandona participar en la vida política mexicana sin tener el poder o aspirar a tenerlo a través de un partido político, no saben que ese papel lo tuvo ya la iglesia católica hace siglos. !Ese es el problema de no ir a la escuela o de ir a escuelas públicas, uno no se entera de los chismes del poder que tiene que saber cuando va a abrir la boca! Y entonces, la propuesta política de los zapatistas de participar en la vida política del país negociando y ejerciendo presión para conseguir las reformas constitucionales que hagan posible legalmente la autonomía de la población indígena, que a su vez, le permita a este sector simplemente poder sobrevivir, es un completo absurdo destinado al fracaso, si el zapatismo no es capaz de salvarse convirtiéndose en un partido político pues de otra forma Paz profetiza -a 18 años hoy sabemos que equivocadamente- que el zapatismo desaparecerá.
Si no fueran tan nocivas y destructivas las causas que Paz defiende tan desesperadamente con lo limitado de sus recursos, la situación hasta resultaría romántica, o por lo menos, conmovedora. Pero Paz presta su ignorancia al servicio del gobierno de Salinas y Zedillo, y con ello, a la consolidación del neoliberalismo en México que hoy tiene sumida en sus escombros a la sociedad mexicana en todas las dimensiones de la vida pública y social. Y la cuestión teórica aquí es que Paz no comprende a los zapatistas, porque no puede y porque no quiere, trata de analizar el movimiento y el proceso zapatistas con teoría política de inicios de la modernidad o con la política medieval de la iglesia católica, lo cual es profundamente equivocado, ya que como han podido ver algunos de los politólogos, historiadores y filósofos contemporáneos más importantes del mundo -Noam Chomsky, Michael Hardt, Toni Negri, Imannuel Walleirstein- el zapatismo es un nuevo tipo de grupo político y de movimiento social, tan innovador e importante que constituye el inicio de otra forma de movimientos sociales en el mundo, que como característica fundamental se sitúan de manera crítica y buscan resistir expresamente al proceso de la globalizción, y que paradójicamente, la forma en que lo hacen es retomando formas, relaciones e ideas de los pueblos originarios. Octavio Paz ni por asomo es capaz de entender esto y mucho menos de entender su importancia; su posición, compromisos e incluso su arrogancia intelectual no le permitían ver lo nuevo, ni siquiera lo necesario de un movimiento social que se oponía al curso destructor que en ese momento estaba tomando la política económica y social del gobierno al cual servía.
La complicidad es completa cuando Octavio Paz ya no solamente hablaba en contra de lo que no entendía sino también a favor quienes de una manera innegable y evidente han sido los verdugos del pueblo mexicano e incluso del lenguaje en México, destructores de la cultura, cuando pasó de ser una criatura refinada del poder, una especie de adorno del gobierno priista que le conseguía y concedía premios a cambio de darle un poco de belleza al régimen, a convertirse ya anciano, en una especie de bufón trágico, al loar con sus palabras y con las de poetas verdaderos al dueño de Televisa y al asesino de indígenas zapatistas que es Ernesto Zedillo, buscando así, asegurar su inmortalidad:
“Cuando el presidente Zedillo me encargó presentar ante ustedes los grandes lineamientos de este proyecto cultural que lleva mi nombre, bueno, me sentí aturdido pero no pude menos que aceptar porque me ligan lazos recientes, pero muy profundos, de amistad con él...
“Él me ha hecho, incluso, cambiar en buena medida mi idea no sólo de los hombres, sino, muy especialmente, de los hombres políticos... Hay en su corazón una zona luminosa, generosa, solar...
“Creo que una de las cosas que distingue a la historia de México es la frecuencia con que aparecen los amigos y benefactores de los escritores, poetas...
“Quisiera decir algo sobre alguna de las personas que me han ayudado de un modo tan amistoso. Acaba de hablar, en representación de estos hombres, el hijo de mi amigo Emilio Azcárraga Milmo.
“Acabo de pronunciar un nombre sulfuroso, con un poco de tranquilidad. Antes, cuando decía que yo era, de todos modos, amigo de Emilio Azcárraga, este apasionado de las discusiones, era muy difícil defenderlo.
“Era un personaje que había exaltado la vida pública mexicana... con una gran dosis de novedad, de originalidad y, digamos la verdad, de generosidad. Pues ese hombre difícil, huraño, no era nada más difícil y huraño: no era sólo El Tigre sino también un ser solar: los tigres son animales solares como nos recuerda William Blake: 'Tiger, tiger burning bright / in the forests of the night'.
“Bueno, esta mezcla de oscuridad y de luz caracteriza no sólo a El Tigre, sino también a todos nuestros amigos: todos tienen algo de tigres”.
El discurso completo se puede leer en “Nubes y sol”, Anuario de la Fundación Octavio Paz (número 1, Fundación Octavio Paz, México, 1999, pp. 11-13).
El artículo La selva Lacandona parece un laberinto chueco, un laberinto de verbosidad, un laberinto echo por una perspectiva sesgada o parcial, cómplice; pero la verdad es que no es un laberinto, sino a penas un cantinfleo que intenta hablar de lo que no se sabe ni se entiende, pero que sin embargo, busca convencer para obtener una pequeña ventaja sobre aquel al que se le considera más ignorante que uno mismo. Así fue la vida y obra de Octavio Paz.
Link del texto de Octavio Paz
La selva lacandona http://dev.letraslibres.com/sites/default/files/pdfs_articulos/Vuelta-Vol20_231_02SvLcOPz.pdf
Filosofía salvaje: mesetas y delirios de Spinoza, Deleuze, Nietzsche o Benjamin. Poesia salvaje: visiones y sueños de Rimbaud, Kafka, Cortázar, Rulfo o Bolaño. Vitalidad revolucionaria de los cantos indígenas, negros, gitanos, judíos... Resistencia y Creatividad.
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La Vitalidad es el presente. Todo está en la vida y es la vida, los cuerpos mueren pero la vida continúa, es eterna. Siempre se está en medio de la vida y la vida en medio de nosotros. Nos atravisa para llegar a otros, así como atravesó a otros, para llegar hasta nosotros. La vida es incontrolable, poderosa, inalienable, misteriosa, creativa. La vida es salvaje: es el amor.
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Me parece correcto el argumento, sin embargo, de eso a tildar toda la obra de Paz como una "Ignorante erudición" me suena más que radical; si bien nunca tuvo una convicción política, o una abiertamente contradictoria y a veces "pro- prista" , Paz se distinguió por rescatar, en cierta manera, la herencia cultural de un México plural; destaca también ¿, y me parece que esto es aún más importante, su presencia en el ámbito de la poesía nacional. Paz no era historiador ni politólogo, aunque le gustara jugar a ello, sino más bien poeta. Saludos.
ResponderEliminar¿La herencia cultural de un México plural? No sé de qué hablas. Paz fue un hombre impositivo, un mafioso que utilizó los mecanismos de un poder reaccionario para impulsar su propia carrera. Su lucha personal por el premio nobel es un ejemplo de lo rastrero y vulgar de su personalidad. Que no era politólogo... ja
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