La película es buena. Más allá y más acá de
disputas personales, compromisos comerciales y posicionamientos políticos.
Pero, debido a la manera en que es producida y comercializada es sobrevalorada
en muchos aspectos, y en cierto modo, como con todo producto cultural, este
aspecto resulta fundamental en la forma y contenido mismo de la obra. Para Roma,
incluso más que para otras películas, su producción y comercialización
funcionan como contexto de significación pues la sobrevaloran y resignifican.
En términos audiovisuales la película es
sobresaliente, debido en gran parte a la tecnología de la que se echa mano para
su filmación y edición. En tomas, fotografía, sonido y edición se nota la utilización de tecnología
de punta para producir no solamente buenas imágenes y sonido, sino, una calidad
homogénea que crea la unidad de una misma atmósfera nostálgica e intimista, a
lo largo de toda la película se nota que es la mirada olos recuerdos de los
miembros de una misma familia. Sin embargo, la estructura y el contenido se ven
comprometidos por la ambición del director, que exigió a su idea cinematográfica
más de lo que podía dar en términos tanto narrativos como estéticos.
Desde el título de la película el director se
busca situar en una órbita cinematográfica mayor, pues el título de la película
y haberla filmado en blanco y negro inevitablemente remiten al movimiento del
neorrealismo italiano, lo cual, es una posición demasiado exigente que terminó rebasándolo
y tuvo como consecuencia una afectación de la película que casi termina por
opacar los elementos positivos y cualidades de la misma. Esta pretensión hace
que el director prolongue demasiado una historia y un guion que no dan para dos
horas, prolongando demasiado tanto planos como escenas carentes de una
diversidad de elementos para la contemplación y reflexión, convirtiéndolos
tanto en lentos como pesados, así como, haciendo que ciertas escenas importantes
pierdan fuerza o lleguen a destiempo. Situarse en el ámbito del neorrealismo
implica además una dimensión política de la cual carece la película, pero de la
que pretende ocuparse al vincular tangencialmente la trama con los acontecimientos
del 71 en los que un grupo de paramilitares reprimen a estudiantes; mientras
que el aspecto político del neorrealismo básicamente consiste en un dejo
crítico e incluso subversivo frente a la sociedad de posguerra, filmando sin
escenografía y si actores profesionales los efectos catastrófico de la guerra y
trastocándolos con la irrupción subversiva
de elementos inesperados e incluso milagrosos que son capaces de transformar
ese medio social real. Lo cual contraste intensamente con la película Roma, en
la cual, más que una crítica o intento de subversión hay una rememoración del
mundo de la clase media citadina –por lo que el aspecto crudo visualmente de lo
real sólo se da en los tendederos o en los espacios fuera del ámbito doméstico -,
y por ello, pareciera incluso una celebración de la situación marginal de la
empleada doméstica que es celebrada desde la perspectiva nostálgica y personal
de director, pues el orden jerárquico de la sociedad mexicana hace posibles sus
recuerdos.
En términos culturales la película es interesante
ya que aborda la temática central en la cultura mexicana del abandono del padre
visto desde la perspectiva subordinada de dos mujeres y del director mismo con
los recuerdos de su infancia. Este elemento es interesante sin llegar a ser
crítico, pues se conforma con la rememoración, ya que muestra de manera
extensiva como este problema en la sociedad mexicana atraviesa estratos
diversos, y algo novedoso, cómo es vivido y recordado en primera persona por
parte de alguien dedicado al cine que a la par de esta experiencia va
conformando su subjetividad y sensibilidad. La particular perspectiva de las mujeres se presenta como una situación
de vulnerabilidad frente a la hostilidad del entorno representada por la
amenaza del medio natural y social del incendio del bosque, la represión a los
estudiantes y la amenaza del mar en la escena en la que la trabajadora rescata
a los niños de un mar violento a pesar de no saber nadar. Las mujeres son vulnerables
por el entorno y a pesar de esa vulnerabilidad enfrentan lo adverso.
En lo
que respecta a la producción y distribución, hay una sobrevalorización de la
película, que como ya dijimos es buena y se sostiene a pesar de los riesgos que
le hace correr el director y que casi la convierten en una película no lograda. Si bien, la película tiene una
forma y un contenido consistentes, el tipo de historia que narra no exige nada
extraordinario de personajes y actores, al contrario, su situación es de
pasividad, y por ello, los sucesos les van pasando y no son provocados por sus
acciones, de ahí que sea difícil un desarrollo argumental notable en los
diálogos o una actuación sobresaliente. El guion y la historia no exigen un
gran trabajo actoral ni por parte de la producción, por el contrario, la
medianía se presenta acorde con una historia con pocos sobresaltos y un planteamiento
estético que no busca cuestionar ni criticar sino tan sólo reproducir lo rememorable.
La importancia que se le está dando a la película en premiaciones, es sobre
todo, producto del trabajo de publicidad de Netflix que busca entrar en el
ámbito del cine, mostrando una cara políticamente correcta con una historia sobre
mujeres, en la cual, una de ella es indígena. El éxito de Roma garantiza para
Netflix la entrada y el posible control de la industria cinematográfica, una ambición
excesiva pero que sin embargo puede concretarse como uno de los negocios de la
industria cultural más importantes de las últimas décadas.