La obra de Juan Rulfo es un momento y un espacio fundamental de la cultura mexicana y latinoamericana, es como una especie de sueño con los ojos abiertos, como un momento de visión, como el oráculo de estos pueblos. En su obra Rulfo habla con la voz auténtica de los pueblos americanos, o para decirlo mejor, como si fuera un poseso, los pueblos americanos hablan a través de la obra de Rulfo, de sus vidas, sus dolores, sus sueños, sus sentimientos y sus desgracias de una manera tan extraña, tan enigmática y misteriosa como sublime son las imágenes de las que rebosan sus relatos, hojas y flores innumerables de un bosque misterioso. Pues como dice Heriberto Yépez, Rulfo es un poeta y no uno de tantos ni de los mejores, es el más grande, y las pruebas son cada una de esas trescientas páginas que integran la totalidad de su obra (una novela breve y dieciséis cuentos) y donde no sobra ni una sola palabra, al contrario, trescientas páginas que comprenden miles de palabras, imágenes y pensamientos más que los que ahí están dichos, lo que nos deja ver Rulfo en su complejidad y su misterio apenas es como dicen los críticos profesionales la punta de un iceberg que se sostiene sobre uno o muchos mundos completamente increíbles, sus palabras son el claro de un bosque apenas alumbrado por la pálida luz de la luna, sus páginas están hechas de sombras.
Cuando se trataba de averiguar para entender el prodigio, de dónde sacó Rulfo su lenguaje, sus expresiones, sus personajes, la vida que amasó como palabras para convertirla en los más grandiosos relatos escritos en estas tierras, las respuestas eran más preguntas y confusión, que él mismo alimentaba, se averiguaban los episodios de una leyenda o de un relato fantástico que no pocas veces entraban en contradicción unos con otros. Así se ha identificado más de una vez el lugar "verdadero" de su nacimiento en varios pueblos de Guadalajara y Guanajuato; se ha explorado una infancia atroz llena de muertes que empiezan a contarse a partir de la del padre cuando él tenía seis años, y es seguida, casi inmediatamente por la de su madre y lo hacen terminar en un orfelinato jesuita; se han buscado los pueblos fantasmas de Comala y La Media Luna y a sus habitantes fantasmas; se ha rastreado la historia de su familia, donde se habla de tíos abuelos incestuosos, de un abuelo y un padre hacendados, este último muerto como su personaje "Pedro Páramo" en manos de un peón ebrio. Y, por último, se han barajado los testimonios del propio Rulfo quien hacía del laconismo, la mentira y el humor negro una forma de literatura ha decir de Arreola.