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La Vitalidad es el presente. Todo está en la vida y es la vida, los cuerpos mueren pero la vida continúa, es eterna. Siempre se está en medio de la vida y la vida en medio de nosotros. Nos atravisa para llegar a otros, así como atravesó a otros, para llegar hasta nosotros. La vida es incontrolable, poderosa, inalienable, misteriosa, creativa. La vida es salvaje: es el amor.



miércoles, 13 de abril de 2011

El carácter revolucionario de las Tesis sobre la historia de Walter Benjamin

Las Tesis sobre la historia, con sus apenas diez páginas, es, sin lugar a dudas, uno de los mejores textos (si no es que el mejor) escritos en el siglo XX. Hoy en día tan célebre como trágica es la historia negra que rodea su redacción, conservación y publicación. Es el escrito de un hombre que huye, de un judío perseguido,[1] que en su huida ante la avanzada de la muerte, encarnada en el fascismo nazi y franquista, llevaba consigo un puñado de papeles periódicos, servilletas y hojas sueltas, donde apuntaba apresuradamente las respuestas y alternativas al infierno que se aproximaba para la humanidad, y ya hacía sentir sus horrores. Texto que tras el suicidio de su autor como forma de escapar a los verdugos[2], y cometido en la frontera franco-española, fue guardado y cuidado celosamente hasta que fue publicado en 1942 en Los Ángeles, en la revista del Instituto de Estudios Sociales de Frankfurt, por Horkhaimer y Adorno poco antes de su exilio a Estados Unidos.

Se trata del último texto de Walter Benjamin, escrito entre 1939 y 1940, si bien escrito a instancias de la guerra como una profunda y radical crítica a la cultura occidental, en concreto a los conceptos claves (tiempo, historia, progreso) que hacen posible o legitiman la barbarie del fascismo y el capitalismo; es la culminación de un pensamiento profundamente crítico y sofisticado que maduró a lo largo de la vida de un artista y un filósofo, de un conocedor profundo y ejecutante del arte más auténtico y radical (del Romanticismo alemán a las vanguardias del siglo XX) y de un riguroso filósofo marxista con inclinaciones por la mística judía, lo que hace posible la obra de un filósofo creativo, un filósofo-artista, o de un revolucionario sui generis, que es capaz de ir más allá de los límites del pensamiento y del arte, reducidos como positivismo a la celebración, resignación o testimonio de los hechos, para hacer capaz, otra vez, a la filosofía de analizar, diagnosticar, y lo más importante, proponer y andar el camino de otro mundo posible y necesario alternativo al infierno, como diría Deleuze, en que han convertido al mundo la estupidez y la bajeza.

Las Tesis sobre la historia así entendidas, son una obra verdaderamente filosófica aunque sorprendentemente no hayan pasado de la fase inicial de borrador de un texto posterior que nunca fue escrito, y sin embargo, así, la obra es tan poderosa tanto para liberar al pensamiento de los límites que se le tratan de imponer como para concebir una alternativa a la situación que limita y destruye. Tener presente esto es muy importante para hacer justicia a la dignidad del pensamiento de Walter Benjamin, ya que por una parte no solamente se limita a criticar, cosa que hace muy bien, y como pocos al ir más allá de los parámetros y principios desde los cuales se crítica criticándolos a ellos mismos, sino que también, proponiendo una serie de categorías y esbozando una metodología revolucionaria para hacer concebibles las varias alternativas posibles al mundo de la modernidad capitalista. Esta dualidad o carácter dialéctico es muy poco comprendido y mucho menos planteado en las interpretaciones de moda del pensamiento benjaminiano, pues paradójicamente, Benjamin está de moda en los círculos intelectuales y artísticos oficiales desde cuya frivolidad, banalidad y oportunismo tratan de abordar una obra que ni siquiera les interesa sinceramente comprender y mucho menos son capaces de hacerlo, así, se celebra lo anecdótico o las chácharas benjaminianas, diría Heriberto Yépez, dejando de lado la profundidad y la propuesta critico-revolucionaria de su obra, en cursos, instalaciones, seminarios y congresos donde lo único importante es citar a “Walter Bejamin”, incluso con interpretaciones que lo ponen del lado de los vencedores y la barbarie capitalista contra las que él luchó.

El discurso benjaminiano de las Tesis sobre la historia es profundamente revolucionario, en todos los sentidos del término, basta mencionar aquí para dimensionar su significación tres de ellos: 1) el sentido crítico-militante, 2) el sentido ecléctico antidsciplinario y 3) el sentido artístico-creativo.

1) La dimensión más inmediata y evidente para ponderar el calibre revolucionario del pensamiento de Benjamín en las Tesis sobre la historia es la crítica inusitada que hace de mitos y dogmas modernos por completo irracionales que pasan por lo más propio del sentido común, como sucede con la categoría del progreso que depende, como atinada y sorprendentemente ve, de una concepción lineal y teleológica del tiempo, errónea y en suma tendenciosa que enajena la realidad en aras del supuesto avance continuo e inevitable de la historia, para mostrar, más bien, que lo cierto es lo contrario, un proceso de deshumanización y catástrofe provocado por el capitalismo, la industria y la tecnología; la crítica del conocimiento y la historia de lo que él llama “el historicismo” que está hecho por los vencedores, los tiranos y sus esbirros para dejar sin memoria y sin voz a las victimas y a los sometidos, para con ello, quitarles toda posibilidad de rebelión y emancipación; la crítica revolucionaria del marxismo mismo supuestamente ortodoxo que con el calificativo de científico hace alusión a su filiación positivista, simplista e ingenua de lo histórico y la realidad, que en su equivocación termina reproduciendo los mecanismos, vicios y abusos de los estados capitalistas en el denominado “socialismo real”. Así las cosas, el pensamiento de Benjamin da la impresión de una especie de radicalidad reactiva a la manera del pensamiento “postmoderno” negativo y nihilista que sólo niega, sin embargo, no hay que irnos con esa primera impresión, a pesar de todo, de las circunstancias y condición de Benjamin, nunca, en ningún texto, deja de ser dialéctico, de entender y promover el factor positivo de las cosas, que en las situaciones más críticas o desesperadas, se llama revolución y en sus términos fuerza y tiempo mesiánicos.

2) La calidad revolucionaria de Benjamin es radical, implica las raíces o cimientos, se dirige ahí, al punto central de donde se despliegan las limitaciones y determinantes de la problemática de la realidad. Así, el filósofo trata de juntar o mezclar los reinos separados por la disciplina para limitar las capacidades y potencialidades del pensamiento, primero mezclando arte y filosofía, en contenidos y estilo, en aquello de que se habla y la forma de hacerlo, llenando su discurso de metáforas y más figuras retóricas tan bellas como precisas; y después, hablando de lo prohibido o indebido, científica y racionalmente, de aquellos saberes despreciables y premodernos, como son los de la metafísica y la teología, pero no sólo, sino también de todo aquello que no pueda ser medido ni explicado en términos positivos: la justicia, la dignidad, los valores, la libertad, todo lo subjetivo y que implique una comprensión de las causas y los motivos que vayan más allá de lo descriptivo. Así, Benjamin retoma conceptos de la teología y la mística judía como gracia, redención, fuerza mesiánica, tiempo mesiánico, Mesías, anticristo, para hablar, y sobre todo, para comprender todo aquello que estaba vedado y prohibido desde la racionalidad occidental moderna, las alternativas de otros mundos posibles y necesarios, y la capacidad humana, libertad, para destruir el presente y realizarlos.  

3) Benjamin es un artista, incluso y sobre todo, cuando es filósofo, cuando se ocupa de pensar nuevas categorías y conceptos capaces de responder a los problemas tan graves de la humanidad que plantea el capitalismo en su etapa tardía, problemas que implican la sobrevivencia de la especie humana y la destrucción de las condiciones para la vida en el planeta tierra, el verdadero mal que persiste más allá de su banalización moderna o la relatividad postmoderna. En las Tesis sobre la historia, Benjamin piensa de verdad, hace a la filosofía ser nuevamente arte del concepto y  a la razón estrategia de la vida, en las Tesis sobre la historia es la vida la que habla, piensa y escribe, aún en medio de la amenaza y la desesperación.

*Este texto inaugura una serie de estudios sobre Benjamin, colaterales a mi investigación de maestría, en lo relativo a la actualidad de la filosofía frente a la problemática postmoderna y del capitalismo tardío. Continuará con un estudio dedicado a  cada una de las Tesis sobre la historia  que serán publicados en este blog conforme sean realizados.

 

[1] Expresión usada por Bolívar Echeverría para referirse a las Tesis sobre el concepto de historia, en el prólogo de la edición traducida y comentada por él mismo.
[2] Texto escrito por su amigo Bertolt Brecht, dedicado a Benjamin.
Me dicen que, adelantándote a los verdugos,
has levantado la mano contra ti mismo.
Ocho años desterrado,
observando el ascenso del enemigo,
empujado finalmente a una frontera incruzable,
has cruzado, me dicen, otra que sí es cruzable.
Imperios se derrumban. Los jefes de pandilla
se pasean como hombres de estado. Los pueblos
se han vuelto invisibles bajo sus armamentos.
Así el futuro está en tinieblas, y débiles
las fuerzas del bien. Tú veías todo esto
cuando destruiste el cuerpo destinado a la tortura.
Bertolt Brecht (1940)

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