La política en México tras el fraude electoral
y la imposición del candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, es un caso crónico
de la política de lo absurdo, vacía, y pura simulación. Ya que evidentemente,
el “político” del PRI no tiene capacidad para actuar y si quiera para
comprender qué es lo que va a hacer en el cargo. Lo que no es necesario, así como no lo fue para que
el PRI lo eligiera como su candidato a la presidencia y lo hiciera ganar con
toda clase de prácticas ilegales (compra del voto, engaños, coacciones,
alteración y desaparición de votos) que se estiman en costos multimillonarios,
unos 4.5 mil millones de pesos (450 millones de dólares).
Situación
que no es excepcional sino una característica de los políticos profesionales en
México caracterizados por la vulgaridad y la estupidez –Fox con su
comportamiento infantil y Calderón con sus patéticos espectáculos de ebriedad
en público-, y que en gran medida es resultado de lo que el gobierno ha hecho
al pueblo mexicano en noventa años, y sobre todo, en los últimos cincuenta. Las
políticas públicas de rapiña han alevosamente pauperizado la educación y la
cultura del pueblo, lo han vulgarizado con la miseria y la imposición de una
“cultura” del entretenimiento chatarra que paulatinamente ha sustituido a la
cultura popular y a la historia a través de los programas de televisión.
Los
políticos y la política son también producto de la vulgarización de la sociedad
mexicana, la embestida de la anticultura que el gobierno promovió a través del
negocio de los medios de comunicación como una marea ahora le regresa, con
personajes y prácticas patéticas necesarias para acceder al poder, pues los
discursos políticos y los proyectos y programas de gobierno han sido
sustituidos por la publicidad de comerciales, spots, entrevistas, encuestas y
debates con el formato de comerciales de automóviles, productos milagro o
cantantes. Lo más patético de esto, y también lo más peligroso, consiste en que
el discurso de los medios de comunicación es pobre y estúpido y la política
para ser efectiva tiene que hablarlo, y así, la política no dice nada ni es
capaz de hacer nada y simultáneamente el político sin poder, absurdo, ignorante
e impotente se vuelve instrumento y fachada de los verdaderos agentes de
poder...
La situación de la política hoy es
extremadamente grave, no solamente es incongruente sino absurda. La política
actual carece de fundamentos teóricos e incluso de sentido pues como en ningún
otro momento el poder político se encuentra vacío en su contenido (capacidades,
bienes, valores y objetivos) y en su forma (legitimidad y legalidad). La "lógica" de los negocios ha devorado la política y su consecuencia son la ingobernabilidad
y el caos social.
Si bien, los contenidos (el bien social o la
estabilidad mínima para la reproducción de la vida social) y las formas de la
política (la democracia y el Estado de Derecho), en los diferentes gobiernos,
habían sido hasta el momento sobre todo un recurso para justificar y mantener
el poder de los gobiernos defensores de privilegios de clase, también han sido
los mínimos para las condiciones de vida de los pueblos gobernados; límites al
poder, que como derechos, ni uno sólo ha sido un regalo ni un gesto de bondad
de los gobiernos o las clases dominantes, sino que, todos y cada uno de ellos
han sido el resultado de luchas sociales en diferentes latitudes y tiempos que
han costado muerte y dolor a millones de hombres. Entiéndase sin metáfora de
por medio, los contenidos y las formas de la política, con toda la injusticia
que implican han sido arrebatados por manos ensangrentadas. Pues de otro modo,
es probable que un puñado de hombres ya hubieran asesinado a la humanidad
después de haberla degradado a la bestialidad de la esclavitud, como
evidentemente casi sucede en la Segunda Guerra Mundial con el nazismo (que no
es una excepción sino el ejemplo más claro del poder sin límites).
La política de hoy se caracteriza por su falta
de sentido al tener por finalidad servir a particulares para la acumulación de
ganancia y de poder sin límites, por ello, en toda circunstancia los gobiernos
muestran además de incapacidad su indiferencia para resolver los problemas
sociales, y en el límite, su complicidad con ellos cuando es preciso para
aumentar la ganancia. Los gobiernos carecen de política y en su lugar cuentan
con prácticas emergentes para resolver las crisis económicas que ellos mismos
promueven y permiten y que ya ni siquiera son capaces de prever. La crisis
amenaza en todo momento y la política se convierte en un conjunto de
estrategias empresariales para contener sus daños para los grupos comerciales,
donde el estadista y el político son sustituidos por agentes de ventas
disfrazados de funcionarios públicos. Y con ello, simultáneamente, la política
se convierte en absoluta simulación pues tras perder su contenido y su forma
pierde su elemento sustancial: el poder.
La política en México tras el fraude electoral
y la imposición del candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, es un caso crónico
de la política de lo absurdo, vacía, y pura simulación. Ya que evidentemente,
el “político” del PRI no tiene capacidad para actuar y si quiera para
comprender qué es lo que va a hacer en el cargo. Lo que no es necesario, así como no lo fue para que
el PRI lo eligiera como su candidato a la presidencia y lo hiciera ganar con
toda clase de prácticas ilegales (compra del voto, engaños, coacciones,
alteración y desaparición de votos) que se estiman en costos multimillonarios,
unos 4.5 mil millones de pesos (450 millones de dólares), que por su puesto son
entendidos en términos de inversión que habrá de recuperarse como beneficios.
La evidente incapacidad del candidato “electo”
fue demostrada durante innumerables escenas grotescas protagonizadas no por su
ignorancia sino por su vulgaridad y estupidez: siendo incapaz, en una feria
internacional de libros, de mencionar correctamente el título de un solo libro
que le haya marcado; siendo incapaz de leer y deletrear en español y hablar
inteligiblemente en inglés; e ignorando el precio de insumos de la canasta
básica mexicana e incluso el monto del salario mínimo; y ya en el límite,
siendo incapaz de decir cuál fue la causa de la muerte de su primera esposa. Situación
que no es excepcional sino una característica de los políticos profesionales en
México caracterizados por la vulgaridad y la estupidez –Fox con su
comportamiento infantil y Calderón con sus patéticos espectáculos de ebriedad
en público-, y que en gran medida es resultado de lo que el gobierno mexicano
ha hecho al pueblo mexicano en noventa años, y sobre todo, en los últimos
cincuenta. Las políticas públicas de rapiña han alevosamente pauperizado la
educación y la cultura del pueblo, lo han vulgarizado con la miseria y la
imposición de una “cultura” del entretenimiento chatarra que paulatinamente ha
sustituido a la cultura popular y a la historia por medio de programas de
televisión.
Los políticos y la política son también
producto de la vulgarización de la sociedad mexicana, la embestida de la anticultura
que el gobierno promovió a través del negocio de los medios de comunicación
como una marea ahora le regresa, con personajes y prácticas patéticas
necesarias para acceder al poder, pues los discursos políticos y los proyectos
y programas de gobierno han sido sustituidos por la publicidad de comerciales,
spots, entrevistas, encuestas y debates con el formato de comerciales de automóviles,
productos milagro o concursos de cantantes. Lo más patético de esto, y también lo más
peligroso, consiste en que el discurso de los medios de comunicación es pobre y
estúpido y la política para ser efectiva tiene que hablarlo, y así, la política
no dice nada ni es capaz de hacer nada y simultáneamente el político sin poder,
absurdo, ignorante e impotente se vuelve instrumento y fachada de los
verdaderos agentes de poder. Así, en estos términos, la elección de Enrique
Peña Nieto como candidato presidencial del PRI fue la correcta.
La personalidad de Peña Nieto es acorde con el
gobierno de la vulgaridad y el absurdo de la política. Es un agente de la anti-cultura
y la anti-política propicio para continuarlas y llevarlas a su máxima
expresión, pues encarna sus elementos más característicos: nace en el grupo
económico de Atlacomulco, familiares descendientes de caciques locales,
caracterizado desde 1942 por la rapiña y el crimen en la política pública y
enquistado en el poder con dos gobernadores del Estado de México (el primero
fue Isidro Fabela quien tomó el poder en 1941 tras el asesinato del gobernador
electo, un combatiente zapatista; y el segundo, el corruptísimo Hanck González)
y un presidente municipal (Severiano Peña, quien se reeligió con “éxito” durante
24 años); su breve carrera política requirió de la colaboración de Televisa en
el diseño y difusión de su imagen pública promoviendo todas sus acciones en
espacios pagados en noticieros, así como su relación “amorosa” con la actriz de
telenovelas Angélica Rivera; y su ignorancia ya legendaria que se irá
acentuando con actuaciones cada vez más patéticas en la implementación de
medidas políticas para vender los recursos nacionales y hacer negocios con la
necesidad del pueblo mexicano, como está documentado sucedió durante su gira
por USA en 2011 en un evento, en el cual, Peña Nieto con un inglés de turista
perdido ofrece el petróleo mexicano en una forma que raya en la suplica
desesperada por hacerse entender ya que ni siquiera sabía como se decía
hidrocarburo (como se puede ver en el segundo video que acompaña este
artículo).
Decimos que la política se vacía de contenido y
forma porque el poder social ya no es delegado a los políticos a través de las
instituciones sino que los funcionarios solamente son el medio, para que a
través de ellos el poder social llegue a los grupos económicos y financieros, y
en su nombre se lleven a cabo todas “las reformas que necesitan sus negocios”. De
tal manera, es irrelevante la capacidad intelectual, profesional o política de
un funcionario público del nivel del presidente de la República pues en
realidad él no detentará ningún poder ni decidirá nada, como es evidente desde
hace varios sexenios ya en el país. En su lugar, incluyendo al virtual
presidente electo, tenemos sólo representantes de grupos empresariales, agentes
de ventas cuyo cargo público se reduce únicamente a la apariencia de autoridad
en rituales cada vez más banales (desde la toma de protesta hasta las sesiones legislativas), al protocolo de símbolos y al glamour de su apariencia
difundida por la televisión como si fueran un programa más de entretenimiento,
se trata de una fetichización de la política a través de la imagen de
personajes “bellos”, “ricos” y “jóvenes” que están ubicados confusamente entre
la realidad y la ficción, entre un noticiero y una telenovela.
Si bien, como indicamos en las líneas
anteriores el fenómeno del vacío y simulación de la política en México ha sido
una constante desde hace varios sexenios y resultado de la forma de gobernar
previa, con Peña Nieto esta situación se agudizará profundamente entrañando
graves peligros para la sociedad mexicana en su conjunto. Ya que en este
momento, social y económicamente el pueblo mexicano se encuentra en una
situación próxima al colapso con un 80% de la población en la pobreza, con
desempleo y falta de posibilidades reales de educación para el 90% de los
jóvenes, con una avanzada del analfabetismos, una industria fabril nacional
casi inexistente y una producción agrícola nula; que tiene como resultado un grado
de descomposición social que se expresa en las cifras de muertos de la guerra
contra el narcotráfico (ya cerca de 80, 000 personas). Si Peña Nieto realiza
las reformas y da el poder a través de su cargo a los grupos económicos que
están detrás de su triunfo, privatizando los recursos que suministran la mayor
parte del gasto público, las pocas funciones sociales que aún quedan en salud,
educación y programas sociales desaparecerán; aunado a las catastróficas
consecuencias para la industria y la economía nacional que cada vez está más
próxima a una crisis sin precedentes.
Con estos elementos es que podemos afirmar sin
exageración que se están haciendo los cálculos para la imposición de una
dictadura en gestación, dictadura de los grupos empresariales y financieros que
sería implementada por el gobierno sobre la sociedad mexicana convertida en un
mercado de esclavos dormidos en el sueño del espectáculo. Puesto que la
dinámica política y económica tiende a la concentración sin límites de ganancia
y poder a través de las instituciones públicas, el gobierno y la ley.
Sin embargo, una situación de movilización, y
sobre todo, de organización social inesperada está tomando cada vez más fuerza
en diferentes sectores de la población no organizados desde hacía varias
generaciones y que parecían por completo inconscientes. Y en gran medida, su
relevancia se debe a su fuerza que va en crecimiento y que no tiene comparación
con ninguna movilización de la historia reciente, pues se trata de una
movilización a nivel nacional con cientos de miles de participantes.
Movilización diferente a los grupos de izquierda partidistas y apartidistas, pero
que sin embargo empieza a acercarse a ellos, en espacios comunes como la
Convención Nacional Contra la Imposición llevada a cabo en el pueblo de San
Salvador Atenco los días 14 y 15 de julio, donde empezaron a acordarse acciones
conjuntas cada vez más radicales. Y esto es algo muy importante pues de otro
modo el gobierno del PRI a través de Peña Nieto habría llevado a cabo las
reformas que anuncia y atentado directamente contra los movimientos sociales
como Atenco y el EZLN, como ya lo hizo en 2006, sin ninguna consecuencia pues
ni siquiera se habría sabido en los medios que promovieron el triunfo del
“presidente”. Y este escenario que se está articulando se ve, si bien incierto,
por lo menos cada vez más complicado para Enrique Peña Nieto y quienes están
detrás de él: si Enrique Peña Nieto toma la presidencia cada estupidez, venta y
atentado contra la sociedad mexicana que haga tendrá una respuesta cada vez
mayor, y en el límite no se sabe hasta dónde podría llegar tal respuesta.
Movilización que tenía ya por lo menos cincuenta años que el pueblo mexicano no
había sido capaz de realizar sedado como estaba por la vulgaridad del
espectáculo.
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