“¡La cizaña pretende hacerse pasar por trigo!
Mis enemigos se han vuelto
poderosos
y
han desfigurado la imagen de mi doctrina,
hasta el punto que aquellos a quienes quiero
más se han llegado a avergonzar de lo que
les
di…” Nietzshce. Zaratustra
En
este apartado desarrollaremos históricamente la forma problemática en que se
conformó el canon de interpretación de la obra de Nietzsche que predominó hasta
la década de los sesentas, a partir de la lectura, primero conservadora y
después fascista, desarrollada en Alemania fundamentalmente en la década de los
años treinta. A través de una exposición elemental del proceso de conformación
de dicho canon y su uso político, en el itinerario de la recepción germana del
pensamiento nietzscheano.
La
influencia de la tradición del pensamiento alemán en Nietzsche se deja ver
básicamente en la primera etapa de su pensamiento que va de 1869 a 1876, en la
cual, recuperando ciertos elementos, sobre todo, del romanticismo alemán va
conformando su postura inicial como formador y educador de una nueva cultura
alemana, haciendo propia en gran medida la causa nacional-germana, a través del
grupúsculo de Richard Wagner. Esto resulta evidente, en elementos como el
intenso interés por la Antigüedad clásica, sobre todo por los griegos, el
pensamiento mítico y presocrático que trata de recuperar en la conformación del
nuevo espíritu alemán; un esteticismo exacerbado que da un lugar privilegiado
al arte -como la alternativa o como el complemento de la metafísica- y al artista
-como “genio”-; una especie de culto a la naturaleza como expresión del
espíritu; y una oposición al simplismo del racionalismo moderno, más que en los
términos de un irracionalismo de un anti-racionalismo que reivindica otras
formas de conocimiento como la intuición, la estética o el misticismo (Novalis,
Hölderling, Schelling, Bachofen).
En esta fuente del pensamiento nietzscheano se hace presente de manera notable la influencia de Spinoza, ya que sus ideas abastecen conceptualmente al pensamiento primero romántico y después ilustrado del idealismo alemán, y dan la pauta de orientación a una parte fundamental de los debates entre sus integrantes. Todo esto tiene lugar con la aparición abierta del pensamiento de Spinoza en la filosofía, que tiene lugar en la Alemania del siglo XVIII con la disputa en torno al panteísmo (Streit der Panteismus) y da lugar a lo que se conoce como la primera Spinoza-Renaissance,[1] un episodio fundamental del pensamiento alemán, en el cual, reaparece en la escena del pensamiento filosófico la figura del supuestamente olvidado “perro muerto”, Baruch de Spinoza, al discutirse la preeminencia de Spinoza en la filosofía paralelamente a la integración sistemática al pensamiento alemán de muchas de sus ideas.
En
estos términos, la influencia de Spinoza es fundamental en el pensamiento
alemán, tanto romántico como ilustrado dejando su huella intelectual en
conceptos que son verdaderas matrices filosóficas tan importantes que de ellos,
en tanto fundamentos, se desprenden un sinnúmero de categorías y conceptos de
los distintos y más importantes sistemas filosóficos de la filosofía alemana.
Para ejemplificar ello basta con señalar que en gran medida al pensamiento de
Spinoza se deben dimensiones conceptuales tan importantes como las concepciones
de “totalidad”, “unidad”, “sistematicidad”, “inmanencia” y un particular “culto
espiritual a la naturaleza”, que reivindicaron tanto románticos como
idealistas.
Influencia
que llega hasta el siglo XIX a Marx,[2]
Feurebach y al mismo Shopenhauer a quien el joven Nietzsche tendrá como primer
maestro espiritual, y al que leerá con absoluta voracidad y sobre quien escribe
la intempestiva Shopenhauer como educador,
uno de sus primeros textos.
A
pesar de que el desarrollo del pensamiento nietzscheano lo distancia
radicalmente de las causas de la tradición romántica alemana y de la casi
totalidad de sus recursos conceptuales y metodológicos, algunos de sus
elementos acompañan a Nietszche en el itinerario de su pensamiento
transformándose en función de su propia evolución. De tal manera, la
conceptualización de la Antigüedad clásica y las distintas formas de recurrir a
ella fueron una constante en las tres
etapas del pensamiento nietzscheano (la etapa de formador y educador de la
nueva cultura alemana 1869-1876, la etapa del espíritu libre 1876-1782 y la
etapa del pensamiento trágico 1882-1888); el papel del arte aunque en constante
transformación nunca dejó de ser una dimensión fundamental de las diferentes
maneras en que iba concibiendo a la filosofía; y el culto de la naturaleza se
fue profundizando pasando de una dimensión estética-contemplativa a una
orientación fundamental del pensamiento que terminó dando sentido de manera
inmanente a muchos de sus conceptos tardíos como el “sentido de la tierra” o el
“eterno retorno”, como veremos en el tercer capítulo dedicado a las categorías
políticas.
Por
otra parte, si la influencia del pensamiento germano en Nietzsche fue temprana
la recepción de su obra fue tardía, más bien, póstuma. En vida la lectura de
Nietzsche por parte de coetáneos y foráneos fue mínima y en muchas ocasiones
poco favorable, sólo sus más cercanos, que en realidad eran apenas unos cuantos
amigos con quienes guardaba una relación casi exclusivamente por
correspondencia, le brindaron cierto reconocimiento.[3]
Como sucedió con el caso excepcional, del historiador literario danés Georg
Brandes, conocido en toda Europa, quien ante la satisfacción de Nietzsche
anunció una serie de conferencias sobre él en las que lo comparaba con
Strindberg y Dostoyevsky. Personaje que había escrito sobre los libros de
Nietzsche que emanaban “un espíritu nuevo y original” que calificó como
“radicalismo aristocrático”.[4]
No
es hasta que acontece el derrumbe
mental que la leyenda del filósofo que enloqueció se convierte en un atractivo
para una generación de intelectuales curiosos que empieza a leer su obra con un
cierto auge.
En
vida y cordura la relación que estableció con sus contemporáneos germanos era
más bien de hostilidad en función de rupturas constantes y de una crítica
implacable que inició desde El nacimiento
de la tragedia griega (1872), como una crítica y una innovación
metodológica en la filología clásica que trataba de abarcar a toda la actividad
académica humanista y cultural,[5]
que no fue bien vista por parte del medio académico de la Universidad de
Basilea, que a través del texto ¡Filología
del futuro! Una respuesta al “Nacimiento de la tragedia griega” firmado por
Willamowitz-Moellendorf se convirtió
en la excusa para marginar al brillante y joven doctor Nietzsche, al cuestionar
en tal libro sus conocimientos en filología,[6]
a pesar de que su fama como erudito ya era reconocida en la universidad,
habiéndole hecho merecedor del doctorado honorífico después del inusual
ofrecimiento, para un hombre de su edad -veinticuatro años- de una cátedra de
filología.
La
radicalidad de la crítica nietzscheana continuó alcanzando los grados extremos
del desprecio por lo alemán, en términos de filosofía y cultura, pero sobre
todo, en relación con la vertiente conservadora y retrograda de las mismas, que
con sus planteamientos de la pureza y la superioridad de la raza y la cultura
germana pugnaban por la preponderancia de la vertiente cultural de los valores
religiosos, feudales y metafísicos que eran el objetivo principal de su crítica
radical. Puesto que desde ese entonces existió una extraña y oscura alianza
entre la defensa de lo germano con la cultura feudal y los valores cristianos,[7]
ya sea en la exaltación de la nobleza, los símbolos místicos-cristianos o
cierta parte del romanticismo que reivindicaba la gloria del pasado medieval.
Esta
hostilidad se define ejemplarmente en los términos de su relación con Richard
Wagner, puesto que, si bien, inicialmente compartió parte del credo wagneriano
conforme se fue dando cuenta de su tendencia cristiana aunada a una megalomanía
tan absurda como dogmática, simultáneamente se fue distanciando de la dimensión
feudal y metafísica del mismo. Pues si inicialmente compartía la idea de elevar
el espíritu alemán y hacer las veces de su educador como consta en los textos
de ese entonces El nacimiento de la
tragedia, el Exhorto a los alemanes
y las primeras tres intempestivas[8]
(David Strauss, el escritor y prosélito;
Sobre las ventajas y desventajas de la
historia para la vida; Schopenhauer
como educador). La relación con Wagner y el proyecto pro-alemán mereció
primero la ruptura desde los eventos de Bayruth, después el despreció, y por
último, la hostilidad franca sintetizada en El
caso Wagner (1888) y prefigurada en el Ensayo
de autocrítica (1886) que escribió respecto a El nacimiento de la tragedia griega.
Y lo
que hay que tener presente en está relación conflictiva con Wagner es que se
trata de un índice o el referente de su oposición con respecto no solamente a
un hombre sino contra la totalidad de una tradición cultural que pretende
concretarse en un proyecto “civilizatorio”.[9]
La tendencia del germanismo radical que desde la “revolución conservadora” de
mediados del siglo XIX pugna por la exaltación de la superioridad de la raza aria
en función de una visión del mundo a-racional y a-crítica signada por los
elementos de los valores y las ideas de la cultura feudal y la moral
juedo-cristiana tan nefastas para Nietzsche, como elementos o momentos del
derrotero del nihilismo occidental que explican dentro del proceso total de que
forman parte, la decadencia de su tiempo y la profunda crisis civilizatoria que
pronostica para Occidente.
La
oposición de Nietzsche con respecto a la filosofía alemana se concreta, sobre
todo, en relación con el idealismo de Kant y Hegel, representantes filosóficos
de dicha tradición y sus grandes adversarios, contra quienes están dirigidos de
manera implícita pero evidente muchos de los conceptos e ideas desarrolladas en
sus obras, pues como nos dice Deleuze “el hilo de la agresividad recorre el
pensamiento de Nietzsche”[10]
y es el que nos permite saber de qué está hablando, al saber contra quién se
está dirigiendo. Pues las referencias no son explicitas en Nietzsche sino que
como parte de su juego estilístico y la complejidad de sus planteamientos opta
por dar un rodeo necesario para atacar a alguien o alguna idea, de tal manera,
que al mismo tiempo, y en el mismo discurso, expone sus propias afirmaciones en
el arte del uso de la crítica.
Y en
la dicotomía vida-obra la cuestión judía más que antisemita, fue otro signo de
la distancia radical que Nietzsche trató de guardar con tal tradición cultural
y tendencia política, ya que personalmente mantuvo estrechas e íntimas
relaciones con personas judías. Por ejemplo, el gran amor de su vida, André
Lou-Salomé y su íntimo amigo Paul Rée, judíos con quienes decide vivir una
aventura sobre todo intelectual, habitando durante tres meses juntos, con la
finalidad de experimentar el proyecto de una especie de hermandad dedicada al
estudio; la relación epistolar con el crítico judío Georg Brandes, quien se
convirtió en su descubridor, entusiasta promotor y defensor de su obra, de lo
cual es testimonió su libro Nietzsche: un
ensayo sobre radicalismo aristocrático, escrito en 1890, momento en que
Nietzsche aún vivía.
André Lou-Salomé, Paul Rée y Nietzsche
Intelectualmente
como ya indicamos la relación con Wagner es el índice de su toma de posición,
que se confirmó en el resto de su vida con otros actos y afirmaciones
contundentes plenos no solamente de respeto sino incluso de admiración para con
el pueblo judío[11]: su admiración por el Antiguo Testamento[12] y la obra
cultural ambivalente, pero según él espiritualmente necesaria, de la creación
judía de la figura del sacerdote, elemento necesario en el proceso de aparición
del filósofo[13] y la necesidad de la
mezcla con sangre judía, ya que los judíos sobre todo tienen un gran sentido de
lo material necesario para una gran civilización o cultura..[14]
Acompañado esto, por el despreció a la idea de pureza, sobre todo, la germana
que irónicamente señalaba como producto de una mezcla de razas;[15]
el provocador hecho de denominarse a sí mismo como polaco[16];
y la carta al propagandista antisemita
Theodor Fritsch al que le advierte que está acabando con su paciencia y
le exige que deje de usar el nombre de su Zaratustra.[17]
Todo
esto en conjunto hace posible hablar de un Nietzsche filojudío que hace entender el interés que desde muy temprano
despertó en este sector: el círculo de estudio Pernsers-torfer en Viena,[18]
su amigo Georg Brandes que se convierte en su principal difusor en Europa, y la
temprana recepción de su pensamiento por parte de la Teoría Crítica, en un
ambiente de intensa sospecha pro-nazi de Nietzsche producto de la obra
ideológica del Estado nacionalsocialista, así como de la labor de falsificación
de su obra por parte de su hermana Elisabeth Förster.
Esa
tradición o tendencia contra la que Nietzsche fue hostil en vida y desembocó en
el nacionalsocialismo, de una manera infame termina por a apropiarse de su
nombre y parcialmente de su pensamiento durante poco más de medio siglo. A
través de la labor llevada a cabo por su hermana Elisabeth Förster
partícipe de tales ideas de manera fanática y albacea de su obra.
Elisabeth
Förster junto con su
esposo el antisemita Berhard Förster, quien es mencionado en El Times
como el mayor perseguidor de judíos en Alemania, emprenden el proyecto de
fundar una comunidad aria pura en Paraguay, “Nueva Germania”, de la cual ambos
se expresan en los siguientes términos:
La autora
presenta allí (en el artículo “Un domingo en Nueva Germania” que Elisabeth
publicó a comienzos de 1889 en las Bayrether
Blätter) en términos líricos y contrastantes el silvestre escenario en que
se afirmaba, orgullosa, la presencia germana: “un cuadro sereno, donde reina la
máxima armonía y simplicidad… la dulce brisa nocturna nos trae el canto de
nuestros hombres alemanes… los árboles escuchan con asombro esos extraños
sonidos que flotan en la espesura de las ramas… ahora la floresta está invadida
por una nueva y extraña forma de vida… el canto, pleno de amor, orgullo e
intenso anhelo. En lo alto, hacia el cielo estrellado del sur, en la misteriosa
oscuridad de la selva: “Deutschland, Deutschlan über alles, über alles in der
Welt”.” El artículo asevera también que “el fructífero espíritu de la
colonización proviene de Bayreuth, algo que, contemporáneamente, Bernhard Förster alega con mayor énfasis:
“Soñamos el renacimiento de nuestra raza… cuando resuenan los golpes del hacha
en la floresta primitiva, cuando la devastamos con el sudor de la frente para
preparar la tierra fértil al cultivo… me doy cuenta de que todas estas cosas
pueden parecer muy remotas de la sagrada colina de Bayreuth. Y sin embargo
sentimos en nuestros corazones que es precisamente este tipo de trabajo el que
nos convierte en herederos espirituales de Richard Wagner”. [19]
Una
vez fracasado el proyecto que lleva a Bernhard Förster al suicidio, Elisabeth Förster dedica su vida al “cuidado” de la
obra de su ya célebre hermano, por lo menos en los términos de la leyenda y
paulatinamente en relación con la ideología nazi desde la cual se tiene el
firme propósito de reivindicarlo como su principal promotor e ideólogo. En
tales términos, la cercanía de Elisabeth con el partido, y sobre todo, con el Führer cada vez es más intensa y
determinante en la realización de su tarea de “cuidado” de la obra
nietzscheana, al grado de que Hitler se encontró en la inauguración del Archivo
Nietzsche creado por ella y en reiteradas ocasiones acudió al mismo, en una de
las cuales Elizabeth le regala un bastón de su hermano. De tal manera, la labor
de Elisabeth cada vez más, con su consentimiento y beneplácito, se fue
convirtiendo en una campaña propagandística del nacionalsocialismo y sus ideas,
lo cual culminó en los excesos primero de la edición selectiva de las obras de
Nietzsche que eran decididas en función de los dictados del partido, llevando
acabo simultáneamente a la labor de edición una labor de censura de ideas y
obras de Nietzsche no sólo incompatibles sino absolutamente contrarias al
nazismo; y por último, en la infame impostura de la “creación” del libro La voluntad de poder a partir de
fragmentos póstumos de Nietzsche, del período comprendido entre 1887 y 1888,
que Elisabeth y Peter Gast seleccionaron
y falsificaron para adecuarla a los requerimientos de la ideología nazi.[20]
Anunciando la selección como la obra principal que su hermano había proyectado
y dejado en la forma de borradores y apuntes, en la cual, culminaban todos sus
esfuerzos y búsquedas.
La
labor propagandística y de falsificación de la obra de su hermano no solamente
constituyó para Elisabeth la satisfacción espiritual de cumplir con lo
“correcto”, sino que le retribuyó un beneficio pecuniario que le permitió
llevar una vida más que cómoda, suntuosa[21];
le dio sentido a su vida signada por la mediocridad y el fracaso de sus
insulsos proyectos; y le dio un lugar privilegiado en la sociedad de aquel
momento que le valió el doctorado honoris
causa por parte de la Universidad de Jena con motivo de su 75 aniversario;
y el “honor” de la presencia de Hitler en su entierro en 1935,[22]
lo cual terminó por confirmar públicamente la relación del pensamiento de
Nietzsche con el Estado nacionalsocialista.
Todo
lo cual justifica la actitud que en vida y cordura Nietzsche tenía para con su
hermana, que en sus propios términos era gentuza
y el motivo más grande de vergüenza para él:
“Cuando busco
las antítesis más profundas de mí mismo, la incalculable vulgaridad de los
instintos, encuentro siempre a mi madre y a mi hermana,- creer que estoy
emparentado con tal canaille
[gentuza] sería una blasfemia contra mi divinidad. El trato que me dan mi madre y mi hermana,
hasta este momento, me inspira un horror indecible: aquí trabaja una perfecta
máquina infernal, que conoce con seguridad infalible el instante en el que se
me puede herir cruentamente –en mis instantes supremos, (…) pues entonces falta
toda fuerza para defenderse de gusanos venenosos (…) Confieso que la objeción
más honda contra el<<eterno retorno>>, que es mi pensamiento
auténticamente abismal, son siempre
mi madre y mi hermana.”[23]
Precisamente,
del momento más intenso de la relación del pensamiento nietzscheano con el
nazismo surge el canon que predominó hasta bien entrado el siglo XX de la
interpretación nietzscheana a partir de dos criterios fundamentales, por una
parte, el concepto de voluntad de poder y
por otra, los textos póstumos. A partir de las pautas de la labor de
tergiversación y falsificación llevada a cabo por Elisabeth Förster Nietzsche y secundada por uno de
los principales ideólogos del régimen nazi, Alfred Baeumler, quien afirmaba que
lo más importante del pensamiento de Nietzsche está en la obra póstuma,
entendiéndose por ello, La voluntad de
poder y el concepto central de dicha obra. Según Baeumler, “la “unidad” en el pensamiento de
Nietzsche no se hace todavía evidente en los escritos que él mismo publicó en
vida, sino que apenas fue alcanzada en sus notas póstumas.”[24]
Baeumler
denominó expresamente como sistema la compilación de La voluntad de poder, elaborada por la hermana de Nietzsche y Peter
Gast. Antes de esta “obra”, escribió, todo aquel que “quisiera seguir
sustentando la leyenda del cambio continuo” tenía que justificarse. Baeumler
reduce a nuestro filósofo a un “resultado” concreto, lo “esencial” de lo “no
esencial” en Nietzsche. Así, su filosofía se ve unificada de tal manera, que ya
desde principios de los años treinta permitió a Baeumler afirmar que “la
filiación nórdica de la naturaleza de Nietzsche”, expresada en su doctrina de
“la voluntad”, procura al germanismo su “más acabada expresión”. Según
Baeumler, en lugar de la filosofía moral burguesa, Nietzsche establece una
filosofía de la voluntad de poder, que él pretende hacer válida como una
filosofía de la política. Lo que en Nietzsche se interpone a esta política, es
eliminado de su supuesto “sistema”. Lo mismo le ocurre a la idea del eterno
retorno, que Baeumler remite a una “experiencia” muy personal de Nietzsche,
totalmente irrelevante para su filosofía.[25]
Afirmación
realizada en los años treinta y que se consagra como canon interpretativo a
través de Heidegger, con la lectura que hace de Nietzsche expuesta en sus
cursos de la Universidad de Friburgo entre 1936 y 1940, y textos extra
académicos escritos entre 1941 y 1946, publicados íntegramente como Nietzsche. Libro en el que insiste,
desde la primera página en que lo más
importante de Nietzsche está en la obra póstuma:
“Pero la
auténtica filosofía de Nietzsche, la posición fundamental de la que habla en
estos y en todos los escritos publicados por él mismo, no alcanza una forma
definitiva ni llega a publicarse en forma de obra, ni en la década que va de
1879 a 1889 ni en los años anteriores. Lo que el propio Nietzsche publicó en su
época creadora ha sido siempre sólo un primer plano. Esto vale también respecto
de su primera obra, El nacimiento de la
tragedia en el espíritu de la música (1872). La auténtica filosofía de
Nietzsche quedó relegada como <<obra póstuma>>.”[26]
Además,
hace una reiterada alusión al concepto de voluntad
de poder en toda la obra, dedicándole el primer capítulo titulado La voluntad de poder como obra de arte,
como si se tratara del concepto vertebral del pensamiento nietzscheano. Obra
que definió irrestrictamente el canon de la interpretación nietzscheana mereciéndose
el calificativo de “el monumento” a
cuya sombra se encontraba cualquier intento de acercamiento al pensamiento de
Nietzsche.
Todavía en
1973, Peter Köster podía escribir que, hasta esa fecha, no había sido posible
sustraerse al peso del “monumento”, es decir, la edición de dos volúmenes con
las conferencias de Heidegger sobre Nietzsche: la investigación sobre Nietzsche
se encontraría “bajo el impacto de obras que tuvieron su origen en los años
treinta.”[27]
Sin
embargo, hay que mencionar, la aunque minoritaria, significativa oposición a
tal interpretación en la misma Alemania desde los años treinta por parte de
Karl Löwit, Erich F. Podach, Karl Jaspers, Edgar Salin, Horkheimer, Adorno y
Walter Benjamin. Sin embargo, en esta tensión entre la “interpretación mayor”,
llevada a cabo desde la tradición germana conservadora, y una “interpretación
menor” distinta a tales pautas, surge como canon interpretativo la lectura
conservadora, y después de la labor de Elizabeth Föster, abiertamente fascista.
Una
auténtica renovación de la interpretación de Nietzsche tanto en Alemania como
en general, viene dada por lo que se ha llamado el renacimiento nietztecheano
italo-francés, que tiene lugar, por una parte, debido a la intensa labor
crítica francesa que desde finales del siglo XIX se oponía a la lectura
conservadora de Nietzsche oponiéndole una lectura más bien crítica,
emancipatoria o socialista que formó escuela, y trataremos con detalle en el
último apartado de este capítulo. Por otra parte, el renacimiento nietzschenao
es debido en gran medida a la importante labor filológica de los italianos
Giorgio Colli y su alumno Mazzino Montinari, quienes se dedicaron a realizar
una investigación que diera como resultado una edición crítica de la totalidad
de las obras de Nietzsche, a partir de la totalidad de sus textos, apuntes y
fragmentos, que integran el Archivo Nietzsche. Filólogos que en su labor,
descubrieron una serie de alteraciones, falsificaciones, en las obras
publicadas, presuntamente realizadas por la hermana Elizabeth Föster, con
tendencia antisemita y pro-fascista, de las cuales la más significativa resulta
ser el descubrimiento del carácter apócrifo de La voluntad de poder, que como ya mencionamos constituyó el centro
de la interpretación nacional-socialista que consideraba a Nietzsche como a su
principal precursor e ideólogo.
A
partir del trabajo de Colli-Montinari de la década de los sesentas, se da una
auténtica renovación de la obra de Nietzsche y la apertura de nuevas líneas de
investigación que han permitido acceder a aspectos no considerados de la obra
nietzscheana,[28] así como, terminar con
dogmas y prejuicios respecto al pensamiento nietzscheano. De tal manera, se
hizo posible pensar más allá del corsé de la “voluntad de poder”, “el eterno
retorno” y “el superhombre” y de un pensamiento irracional o anti-ilustrado,
para empezar a considerar de una manera más sutil y productiva la crítica a la
modernidad realizada por Nietzsche, la reivindicación de la Ilustración, la
apuesta por un pensamiento germinal de una nueva cultura y una nueva
civilización, la posibilidad de una nueva política e innumerables temas más que
desde los sesentas a la fecha arrojan cada vez más luz sobre los contenidos,
cambios y bemoles del pensamiento nietzscheano.
Después
del itinerario descrito, el trabajo interpretativo de la obra de Nietzsche se
ha liberado en Alemania y en el mundo, y desde la década de los sesentas cuenta
con la valiosa base del proyecto de una edición crítica y la respectiva
aclaración de su relación con el nacionalsocialismo, que ya sólo queda como una
anécdota absolutamente desacreditada.
… finalmente
el auténtico Nietzsche se puso al alcance de los investigadores filosóficos y
de un amplio público gracias a la obra de Colli/Montinari. De esta manera murió
la leyenda de Nietzsche como filósofo nazi, y pudo valorársele en su verdadera
dimensión como crítico de la modernidad y filósofo de nuestro siglo.[29]
[1] La
Spinoza-Renaissance inicia con la disputa entre Jacobi y Mendelshon a partir de
la publicación del libro de Jacobi Cartas sobre Spinoza, que contiene una serie
de cartas dirigidas a Mendelshon entre 1783 y 1785, en las cuales, ambos
discuten la importancia y el significado de la filosofía de Spinoza, sobre
todo, en relación con el panteísmo. Ya que Jacobi sostiene que su maestro, el
eminente ilustrado alemán Lessing, en una de las últimas conversaciones que
tuvo con él antes de su muerte, ya moribundo le confesó que “se había vuelto
spinozista, que no había otra filosofía que la de Spinoza, que después de haber
leído a Spinoza no se podía pensar de otra manera etc.” Tras la publicación de
estas confesiones de su maestro, Jacobi opta por el “consecuente” abandono de
toda filosofía en favor de la fe, pues considera que en los términos de Lessing
toda filosofía desemboca en panteísmo y este no es otra cosa sino ateísmo.
Mientras Mendelshon reacciona indignado y se opone a la veracidad de tales
confesiones pues también considera que tal filosofía desemboca necesariamente
en el ateísmo, pero además, que está evidentemente equivocada. Lo que supondría
que no toda filosofía es spinozista, y por lo tanto, que no toda filosofía
conduce al ateísmo: “Luego, intervienen en ella algunos de los más grandes
espíritus de la cultura alemana del siglo XVIII, como Hereder, Goethe,
Schleirmacher, Novalis. Ahí se inicia un movimiento que dará lugar a lo que se
conoce como la primera Spinoza-Renaissance, y en el centro de este movimiento aparecen
los nombres de quienes serán los máximos exponentes del idealismo alemán:
Fichte, Schelling y Hegel.” Diego Tatián, Ricardo Forster. Mesianismo, Nihilismo
y Redención. EDITORIAL ALTAMIRA. Argentina. 2005. pp. 244 y 245.
[2] “En
la década de los setenta, Matheron, el gran spinozista francés, publica unos
cuadernos del joven Marx, quien, siendo estudiante de Derecho, había leído y
traducido párrafos enteros de el Tratado
Teológico Político…” Op. cit. Diego
Tatián, Ricardo Forster. p. 246.
[3]
“Algunos lectores a quienes apreciar y nada más: éste es mi anhelo. Con el
transcurso del tiempo tengo siempre menos esperanza de que mi deseo se realice,
pero por eso tengo mucha suerte para los buenos lectores. El viejo hegeliano
Hugo Bauer y Richard Wagner han sido de los lectores que anhelo, ya no están
entre los vivos, pero ante los colegas que viven aún, me leen personas como mi
amigo Jacob Buckhardt, Hans Von Bulow, Hippolyte Taine y el poeta suizo Keller,
a quien debe usted conocer. (carta de Nietzsche a Brandes del 12-12-87) Georg Brandes. Nietzsche. Un ensayo sobre el radicalismo
aristocrático. Sexto piso editorial. México. 2004, p. 95.
[4] Calificativos a los que Nietzsche se
refiere en los siguientes términos en carta a Brandes: “La expresión radicalismo aristocrático, que usted me
dirige, me agrada. Permítame decirle que es lo más fuerte que de mí se ha
dicho” (carta del 12-12-87); “Pero… ¡Mi querido Brandes! ¡Qué sorpresa para mí!
¡Dónde ha tomado usted el valor para hablar públicamente sobre un vir obscurissimus, como yo? ¿Cree usted
que alguien me conoce en mi querida patria? Se me mira como un monstruo, como
algo que no puede tomarse en serio. Parece que se dan cuenta de que yo no los
tomo en serio. ¿Cómo poder hacerlo en estos tiempos, cuando el espíritu alemán
ha perdido su espiritualidad y se ha transformado en algo insensato y
contradictorio.” (carta del 10/04/88). Ibíd.
pp. 96 y 114.
[5] “ Lo
que en todo caso el círculo de filólogos de su tiempo no quería aceptar, y no
podía entender, era que ya en estas disertaciones y bosquejos para Nietzsche
nunca se trató únicamente de una interpretación adecuada del pasado, sino
también de una interpretación propia del presente, la cual, para él, debía ser
medida con la Grecia antigua. Tal planteamiento del problema, en todo
caso, ya no se podía resolver con medios filológicos (…) Tras la aparición
el 2 de enero de 1872 de El nacimiento de
la tragedia griega continuó en la polémica. No sólo la dependencia que la
tragedia de la época clásica guardaba hacia el culto de Dionisio –ya sustentada
por algunos precursores- ni la
duplicidad de lo apolíneo y lo dionisiaco en los textos griegos- concebida por
primera vez con mediana claridad por Nietzsche –constituían una provocación para
sus contemporáneos; más allá de ello, el programa implícito de una renovación
cultural, mediante la reavivación de una
“sabiduría trágica”, la rehabilitación del mito y la –en ese tiempo todavía-
entusiasta admiración por Wagner, hacían de El
nacimiento de la tragedia una obra intolerable para la burguesía ilustrada
de la época wilhelmina.” Herbert
Frey. La sabiduría de Nietzsche.
Miguel Ángel Porrúa, librero-editor. México. 2007, pp. 79 y 80.
[6]
Herbert Frey. Nietzsche, Eros y
Occidente. Miguel Ángel Porrúa, librero-editor. México. 2005, p. 88.
[7] “En
Alemania me entienden en seguida cuando afirmo que la sangre de teólogos ha
corrompido a la filosofía. El pastor protestante es el abuelo de la filosofía
alemana, y el propio protestantismo su pecado original. El protestantismo puede
ser definido como un cristianismo que tiene un lado paralítico, además de la
razón. No hay más que recordar el <<Seminario de Tubinga>> para
comprender lo que es, en esencia, la filosofía alemana: una teología embustera...” Friedrich Nietzsche. Obras selectas. EDITAM LIBROS S.A.
España. 2000. [El Anticristo (10)] p. 464.
[8] “Nietzsche se concibió también como
un escritor político y educador, cuando en 1873 desarrolló su concepción de las
Consideraciones intempestivas.
Originalmente pensó diez disertaciones o más en las que criticaran el
pensamiento dominante de la época, y preparar así el terreno para una nueva
cultura. En realidad sólo llegó a cuatro títulos, de los cuales sólo los tres
primeros conservan la intención de “alertar” y “exhortar” a los alemanes…” Ibíd. p. 89.
[9] “Ya
en el verano de 1876, en plena celebración del primer Festival, dije adiós a
Wagner. No soporto la doblez; desde que Wagner estaba en Alemania había
condescendiendo paso a paso a todo lo que yo despreciaba; incluido el
antisemitismo… Y en efecto, aquel era el momento de despedirse: en seguida tuve
buena prueba de ello. Richard Wagner, el mayor de los triunfadores en
apariencia, en verdad un décadent decrépito
y desesperado, cayó de repente, destrozado sin remedio, posternado ante la cruz
cristiana…” Friedrich Nietzsche. Nietzsche
contra Wagner. Ediciones Siruela. España. 2002, pp. 90 y 91.
[10] “El
conjunto de la Filosofía de Nietzsche aparece abstracta y poco comprensible si
no se descubre en ella contra quien va dirigida. Y la pregunta ¿contra quién?
Induce a muchas respuestas. Pero una de ellas, particularmente importante, es
que el superhombre va dirigido contra la concepción dialéctica del hombre, y el
cambio de valor contra la dialéctica de la apropiación o de la supresión de la
alienación. El contrahegelianismo atraviesa la obra de Nietzsche como el hilo
de la agresividad. Podemos ya seguirlo en la teoría de las fuerzas.” Gilles
Deleuze. Nietzsche y la filosofía. 8ª
ed. EDITORIAL ANAGRAMA. Barcelona. 2008, p. 17.
[11]
“Diremos de pasada que el problema judío sólo se plantea dentro de los Estados
nacionales, puesto que en todos el dinamismo y la superior inteligencia de los
judíos, su acervo intelectual y volitivo acumulado de generación en generación
a lo largo de un calvario multisecular prevalece en un grado que despierta la
envidia y el odio, así que en todas las naciones actuales -conforme vuelvan a
la postura nacionalista- se propaga esa impertinencia de la prensa de llevar a
los judíos al matadero como representantes de todos los males públicos y
privados.” Friedrich Nietzsche. Humano
demasiado humano. Ediciones escolares. Madrid. 2002, p. 292.
[12] “En
el Antiguo Testamento judío, ese
libro de la justicia divina, los hombres, los acontecimientos y los discursos
ofrecen un estilo tan grandioso que a su lado resultan pálidos los escritos
sagrados de los griegos y de los hindúes. Ese inmenso vestigio de lo que fue el
hombre en otro tiempo nos hace que nos detengamos con temor y respeto, y que al
hacerlo, nos sintamos invadidos de tristeza pensando en la antigua Asia y en
Europa, su pequeña península, que representaría, frente a la primera,
<<el progreso del hombre>> (…) el gusto por el Antiguo Testamento constituye
una piedra de toque que distingue a lo <<grande>> de lo
<<pequeño>>…” Friedrich Nietzsche. Obras selectas. EDITAM LIBROS S. A. Madrid. 2000, [Más allá del bien y del mal (52)] p.
308.
[13] “… en casi todos los pueblos el
filósofo no es más que un momento de la casta sacerdotal…” Nietzsche. El Anticristo. (12) p. 466.
[14]
“Necesitamos un crecimiento entrelazado de la raza alemana y la eslava; también
necesitamos a los más hábiles materialistas, los judíos, imprescindibles para
el dominio de la tierra.” Friedrich Nietzsche. Fragmentos póstumos sobre política. Editorial Trotta S. A. Madrid.
2004 (Verano-Otoño de 1884 [216]), p. 170.
[15] “El
alma alemana es, antes que nada, compleja; tiene precedentes distintos, y lejos
de estar realmente estructurada, aparece compuesta de elementos que, en función
de su origen, se yuxtaponen y se sobreponen (…) Al ser un pueblo en el que se ha dado una
extraordinaria mezcla y un gran contacto de razas, con un predominio quizá de
elemento pre-ario…” Friedrich Nietzsche. Obras
selectas. EDITAM LIBROS S. A. Madrid. 2000, [Más allá del bien y del mal (244)] p. 395.
[16] “En
Viena, en San Petesburgo, en Estocolmo, en París y en Nueva York, en todas
partes estoy descubierto; pero no en el país plano de Europa, Alemania […] No
en vano se dice que los polacos son los franceses entre los eslavos.”Friedrich
Nietzsche. Ecce homo. Alianza.
Madrid. 1971, p. 58.
[17] “El
otro día me ha escrito un tal señor Theodor Fritsch de Leipzing. No hay banda
más sinvergüenza y estúpida en Alemania que estos antisemitas. En
agradecimiento, le he respondido por carta mandándole un puntapié conveniente.
Esta chusma se atreve a mencionar el nombre de Zaratustra. ¡Asco! ¡Asco! ¡Asco!
Friedrich Nietzsche. Fragmentos póstumos
sobre política. Editorial Trotta S. A. Madrid. 2004. Verano de 1886-Otoño
de 1887 [242] p. 180.
[18] “A
estas circunstancias se debe que el pensamiento de Nietzsche, no sólo no
repugne o ahuyente a los judíos, sino que encontrase amplia recepción entre
ellos (…) Uno de los primeros círculos de admiradores del filósofo alemán se
formó en Viena, el denominado Círculo de Pernserstorfer,
al que pertenecían intelectuales judíos de talla como Stefan Zweig.” José
Hernández Arias. Nietzsche y las nuevas
utopías. Valdemar. Madrid. 2002, p. 75.
[19] José
Sazbón. Nietzsche en Francia y otros
estudios de historia intelectual. Universidad Nacional de Quilmes. Buenos
Aires. 2009, p. 39.
[20] “Los
fragmentos póstumos contenidos en este tomo son el fruto de meditaciones,
predominantemente teóricas, del otoño-invierno 1887-1888, además de
consideraciones históricas, escritas con tono notablemente distanciado, sobre
el nihilismo y el cristianismo. Hay también apuntes sobre varias lecturas
realizadas por Nietzsche en este período. Esta colección de fragmentos una vez
escrita, fue conservada por Nietzsche como base simplemente material, para
realizar la obra que se proyectaba, La
voluntad de poder. Para llevarla acabo dio un segundo paso: eligiendo
dentro de este material, numeró una serie de fragmentos destinados a
participar, en otra forma, en la nueva obra. Es decir que Nietzsche alcanzó a
delinear el contenido de dicha obra, si bien dentro de los límites en que
permanecía como pensador replegado sobre sí mismo. Para que La voluntad de poder llegara a
convertirse en una obra de Nietzsche, debía producirse el momento artístico,
según puede constatarse a partir de todas sus otras obras publicadas. Esto no
ocurre, ni siquiera a través de un primer intento, y lo muestra la misma
numeración hecha por Nietzsche en estos cuadernos, una simple numeración
material que sigue el orden de las páginas y no una numeración “arquitectónica”.
Arquitectónica es solamente la distribución parcial del material elegido en los
cuatro libros en los que quería entonces dividir la obra. Casi nada, por lo
tanto, del Nietzsche artista. Sin embargo, como es notorio, se quiere presentar
igualmente La voluntad de poder “como
si” hubiera sido producida también artísticamente por Nietzsche, es decir que
se manipuló, mutiló, desmembró, aumentó, sistematizó aquel material con la
presunción de sustituir, de tener la vocación, el destino y la autorización de
ocupar el lugar del Nietzsche artista. El producto resultó mentiroso, no en el
sentido en que Nietzsche entiende el término, sino mentiroso como puede serlo
el resultado de una falsificación unitaria. Y dado que La voluntad de poder póstuma, tal
como la había dejado interrumpida Nietzsche, no estaba “dirigida a
lectores”, se buscaron lectores mediante una “forma” nueva, ¡pero el artista
era el Archivo Nietzsche!” Giorgio Colli. Introducción
a Nietzsche. Folios. México. 1983, p. 114.
[21] “Dado que logró poner todos los
derechos de autor de Nietzsche a su nombre y en vista de que los escritos de
aquél en los siguientes años experimentaron un verdadero auge, Elisabeth muy
pronto dispuso los medios para adquirir en Weimar la Villa Silberblick, donde instaló
el Archivo Nietzsche…” Frey. Nietzsche,
Eros y Occidente. p. 101.
[22] Frey. La
sabiduría de Nietzsche. p. 25.
[23] Friedrich Nietzsche. Ecce homo. Alianza Madrid. (“Por qué soy tan sabio III”) p. 29.
[24] Frey. La
sabiduría de Nietzsche. pp. 26.
[27] Frey. La
sabiduría de Nietzsche. p. 29.
[28] En la edición francesa de esta obra el prólogo
es realizado por Deleuze y Foucault.
[29] Frey. Nietzsche,
Eros y Occidente. p. 102.
Estimado Joel Jair:
ResponderEliminarNietzsche, un tema muy difícil de exponer sin apasionamientos. Pero hay que agradecer tu esfuerzo.
Dos aspectos llamaron mi atención.
El primero que repitas en unas tres ocasiones que la etapa inicial de Nietzsche fue de «formador y educador», cuando en realidad « ...la recepción de su obra fue tardía, más bien, póstuma. En vida la lectura de Nietzsche por parte de coetáneos y foráneos fue mínima y en muchas ocasiones poco favorable...». Tal vez habría que precisar que su obra inicial tenía el tono preceptivo, mas no que era la de un «formador y educador». Aun si este es «el canon de interpretación de la obra de Nietzsche que predominó hasta la década de los sesentas», habría que matizarlo.
El segundo es la dificultad que representa generalizar sobre la influencia de Spinoza. Ciertamente Spinoza fue comentado, discutido y admirado durante por lo menos la mitad del siglo XVIII y todo el siglo XIX, con las prolongaciones conocidas en el siglo XX, pero hay que hacer necesarias distinciones. Por ejemplo, el concepto de «totalidad» no es el mismo en Schelling, y no se diga en Marx. Mucha de esta «influencia» fue más bien una crítica a Spinoza; de Schelling lee la discusión de Spinoza y el spinozismo en sus Cartas filosóficas sobre dogmatismo y criticismo. En su tesis doctoral, Marx hizo un estudio de Spinoza en relación al pensamiento de Schelling. La distancia entre Spinoza y Marx puedes hallarla en uno de los artículos del libro La Sagrada Familia.
Hasta la próxima lectura.
Gracias por tu atenta lectura y comentario Mario, estoy de acuerdo en la precisión que haces respecto al carácter preceptivo de la primera fase del pensamiento nietzscheano, me dejé llevar un poco por la clasificación convencional de su obra que se hace a partir del libro de Lou Salomé, habría que revisar cuál es el término en alemán que ella utiliza.
EliminarRespecto a la influencia de Spinoza en el pensamiento alemán y particularmente en Marx creo que apenas se empieza a valorar y reconocer su importancia con las últimas investigaciones sobre el tema. Acaba de salir en español un libro muy interesante de Jonathan Israel que se llama La ilustración radical en el que el autor afirma y desarrolla en el estudio de tres siglos de cultura, que la ilustración se basó en el pensamiento de Spinoza retomando y copiando sin decirlo afirmaciones de Spinoza, autores como Montesquieu, Loucke, Rousseau o el mismo Hegel tienen una evidente influencia de Spinoza, el problema es saber hasta ende llego está influencia.
Por otro lado la influencia de Spinoza en Marx es muy compleja ya que es posible rastreara en frases literales a lo largo de su obra además del hecho de que cuando era estudiante copió grandes fragmentos de Tratado Reológico Político, como lo demostró Matheron en sus investigaciones. Althusser dedico una serie de libros a la relación Spinoza-Marx. En este momento estoy estudiando colateralmente este tema en el libro de Diego Tatián Spinoza el don de la filosofía.
Saludos.
Estimado Joel Jair:
EliminarHay una paradoja en esta vuelta a Spinoza, pues mientras algunos filósofos, como es sin duda el caso de Schelling, se valieron de él para retomar el tema de lo Absoluto, que Kant había «expulsado» de la filosofía, otros, como los integrantes de la Escuela de Frankfurt —Erich Fromm, por ejemplo—, vieron en él a un aliado para combatir la intolerancia y los absolutismos de la época, y opusieron el joven Marx de los Manuscritos económico-filosóficos de 1844 al Marx dogmático del marxismo-leninismo y del PC soviético.
Louis Althusser reacciona a este «revisionismo» oponiendo a su vez el Marx maduro y «científico» al joven y «precientífico» Marx. Cierto es que Althusser «da una vuelta» por Spinoza, porque cree que Marx había hecho lo mismo (porque incluso cree que este «dar una vuelta» es el método de Marx), y porque desde luego cree que Spinoza es el antecedente inmediato y claro del materialismo de Marx. Pero un estudio serio de Marx y su crítica al materialismo de Spinoza prueba que el filósofo francés estaba completamente equivocado. Althusser no cuestiona el marxismo ortodoxo entonces imperante, sólo quiere asegurar un lugar para el filósofo al lado de la «ciencia revolucionaria», pero no dentro de ella, pues aquél —dice Althusser— sólo puede trabajar con metáforas.
No conozco las razones por las que Alexandre Matheron comienza a buscar al predecesor de Marx en Spinoza, pero él mismo confiesa que no partía de una crítica de Marx, ni del marxismo, que todo lo que le interesaba era aplicar los esquemas ortodoxos del comunismo. El desplazamiento de Marx a segundo término, implícito en su declaración de que ahora le parece «que más bien Marx ha de tener el mérito, al menos en ciertos campos, de haber sido sucesor de Spinoza»(Scritti su Spinoza, Appendice 1; Edizione Ghibli, Milano, 2006; p. 238), no es ajeno a esa falta de crítica. De hecho, al inicio de su estudio de Spinoza él se sentía próximo a Althusser, de ahí que tuviera que hacer aclaraciones. Por lo demás, que se transcriban pasajes enteros de la obra de un autor no significa que sea una «influencia», es simplemente un método de estudio. Lo que también parece estar en juego es el concepto mismo de «influencia». Habría que hacerle una crítica.
Con lo anterior expuesto, ya no resulta una casualidad que los estudios de Jonathan I. Israel también opongan el joven Marx al Marx dogmático. Pero, hay que señalarlo con toda claridad: Israel confunde el Marx dogmático del marxismo-leninismo ortodoxo con el Marx original de la teoría Marx-Engels. Se queda en la fórmula clásica del movimiento crítico y renovador del marxismo; esto es, sólo ve un Marx dogmático en el Marx maduro y, en cambio, un Marx dialéctico y abierto a lo espiritual o lo cultural en el joven Marx de los Manuscritos económico-filosóficos de 1844 (Enlightenment Contested, Philosophy, Modernity, and the Emancipation of Man 1670-1752; Oxford University Press, New York, 2006; pp. 13 y 22-23).
No he leído a Diego Tatián. Tomaré los datos para investigar más tarde.
Hasta la siguiente ocasión.
Magnífico post. Felicidades. No se si conoce el libro de Rosa Sala Rose "el misterioso caso alemán". Si así no fuera se lo recomiendo, muchos de los elementos que usted comenta en cuanto la relación de la cultura alemana y el nazismo son comunes a este libro.
ResponderEliminarAquí encontrará más información sobre la autora y su obra http://rosasalarose.blogspot.com.es/
Le agradezco su comentario, revisaré el libro. Recientemente conocí un libro pionero en el tema escrito en los 80 en el cual se establece la relación fundamental entre la vida y pensamiento de Heidegger con el nazismo, puntualmente documentado y que escandalizo al mundo cultural alemán y francés que desacreditaban el trabajo por tratarse del trabajo de un latinoamericano. Es un libro magnífico también.
ResponderEliminarEl el libro es Heidegger y el nazismo de Víctor Farías
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