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La Vitalidad es el presente. Todo está en la vida y es la vida, los cuerpos mueren pero la vida continúa, es eterna. Siempre se está en medio de la vida y la vida en medio de nosotros. Nos atravisa para llegar a otros, así como atravesó a otros, para llegar hasta nosotros. La vida es incontrolable, poderosa, inalienable, misteriosa, creativa. La vida es salvaje: es el amor.



lunes, 6 de mayo de 2013

Nietzsche, Cultura Alemana y Nazismo


¡La cizaña pretende hacerse pasar por trigo!
  Mis enemigos se han vuelto  poderosos
  y han desfigurado la imagen de mi doctrina,
  hasta el punto que aquellos a quienes quiero
  más se han llegado a avergonzar de lo que
  les di…”   Nietzshce. Zaratustra                                                                                                                                                                      

En este apartado desarrollaremos históricamente la forma problemática en que se conformó el canon de interpretación de la obra de Nietzsche que predominó hasta la década de los sesentas, a partir de la lectura, primero conservadora y después fascista, desarrollada en Alemania fundamentalmente en la década de los años treinta. A través de una exposición elemental del proceso de conformación de dicho canon y su uso político, en el itinerario de la recepción germana del pensamiento nietzscheano.

La influencia de la tradición del pensamiento alemán en Nietzsche se deja ver básicamente en la primera etapa de su pensamiento que va de 1869 a 1876, en la cual, recuperando ciertos elementos, sobre todo, del romanticismo alemán va conformando su postura inicial como formador y educador de una nueva cultura alemana, haciendo propia en gran medida la causa nacional-germana, a través del grupúsculo de Richard Wagner. Esto resulta evidente, en elementos como el intenso interés por la Antigüedad clásica, sobre todo por los griegos, el pensamiento mítico y presocrático que trata de recuperar en la conformación del nuevo espíritu alemán; un esteticismo exacerbado que da un lugar privilegiado al arte -como la alternativa o como el complemento de la metafísica- y al artista -como “genio”-; una especie de culto a la naturaleza como expresión del espíritu; y una oposición al simplismo del racionalismo moderno, más que en los términos de un irracionalismo de un anti-racionalismo que reivindica otras formas de conocimiento como la intuición, la estética o el misticismo (Novalis, Hölderling, Schelling, Bachofen).


En esta fuente del pensamiento nietzscheano se hace presente de manera notable la influencia de Spinoza, ya que sus ideas abastecen conceptualmente al pensamiento primero romántico y después ilustrado del idealismo alemán, y dan la pauta de orientación a una parte fundamental de los debates entre sus integrantes. Todo esto tiene lugar con la aparición abierta del pensamiento de Spinoza en la filosofía, que tiene lugar en la Alemania del siglo XVIII con la disputa en torno al panteísmo (Streit der Panteismus) y da lugar a lo que se conoce como la primera Spinoza-Renaissance,[1] un episodio fundamental del pensamiento alemán, en el cual, reaparece en la escena del pensamiento filosófico la figura del supuestamente olvidado “perro muerto”, Baruch de Spinoza, al discutirse la preeminencia de Spinoza en la filosofía paralelamente a la integración sistemática al pensamiento alemán de muchas de sus ideas.




En estos términos, la influencia de Spinoza es fundamental en el pensamiento alemán, tanto romántico como ilustrado dejando su huella intelectual en conceptos que son verdaderas matrices filosóficas tan importantes que de ellos, en tanto fundamentos, se desprenden un sinnúmero de categorías y conceptos de los distintos y más importantes sistemas filosóficos de la filosofía alemana. Para ejemplificar ello basta con señalar que en gran medida al pensamiento de Spinoza se deben dimensiones conceptuales tan importantes como las concepciones de “totalidad”, “unidad”, “sistematicidad”, “inmanencia” y un particular “culto espiritual a la naturaleza”, que reivindicaron tanto románticos como idealistas.

Influencia que llega hasta el siglo XIX a Marx,[2] Feurebach y al mismo Shopenhauer a quien el joven Nietzsche tendrá como primer maestro espiritual, y al que leerá con absoluta voracidad y sobre quien escribe la intempestiva Shopenhauer como educador, uno de sus primeros textos.

A pesar de que el desarrollo del pensamiento nietzscheano lo distancia radicalmente de las causas de la tradición romántica alemana y de la casi totalidad de sus recursos conceptuales y metodológicos, algunos de sus elementos acompañan a Nietszche en el itinerario de su pensamiento transformándose en función de su propia evolución. De tal manera, la conceptualización de la Antigüedad clásica y las distintas formas de recurrir a ella fueron  una constante en las tres etapas del pensamiento nietzscheano (la etapa de formador y educador de la nueva cultura alemana 1869-1876, la etapa del espíritu libre 1876-1782 y la etapa del pensamiento trágico 1882-1888); el papel del arte aunque en constante transformación nunca dejó de ser una dimensión fundamental de las diferentes maneras en que iba concibiendo a la filosofía; y el culto de la naturaleza se fue profundizando pasando de una dimensión estética-contemplativa a una orientación fundamental del pensamiento que terminó dando sentido de manera inmanente a muchos de sus conceptos tardíos como el “sentido de la tierra” o el “eterno retorno”, como veremos en el tercer capítulo dedicado a las categorías políticas.

Por otra parte, si la influencia del pensamiento germano en Nietzsche fue temprana la recepción de su obra fue tardía, más bien, póstuma. En vida la lectura de Nietzsche por parte de coetáneos y foráneos fue mínima y en muchas ocasiones poco favorable, sólo sus más cercanos, que en realidad eran apenas unos cuantos amigos con quienes guardaba una relación casi exclusivamente por correspondencia, le brindaron cierto reconocimiento.[3] Como sucedió con el caso excepcional, del historiador literario danés Georg Brandes, conocido en toda Europa, quien ante la satisfacción de Nietzsche anunció una serie de conferencias sobre él en las que lo comparaba con Strindberg y Dostoyevsky. Personaje que había escrito sobre los libros de Nietzsche que emanaban “un espíritu nuevo y original” que calificó como “radicalismo aristocrático”.[4] 

No es hasta que acontece el derrumbe mental que la leyenda del filósofo que enloqueció se convierte en un atractivo para una generación de intelectuales curiosos que empieza a leer su obra con un cierto auge.

En vida y cordura la relación que estableció con sus contemporáneos germanos era más bien de hostilidad en función de rupturas constantes y de una crítica implacable que inició desde El nacimiento de la tragedia griega (1872), como una crítica y una innovación metodológica en la filología clásica que trataba de abarcar a toda la actividad académica humanista y cultural,[5] que no fue bien vista por parte del medio académico de la Universidad de Basilea, que a través del texto ¡Filología del futuro! Una respuesta al “Nacimiento de la tragedia griega” firmado por Willamowitz-Moellendorf se convirtió en la excusa para marginar al brillante y joven doctor Nietzsche, al cuestionar en tal libro sus conocimientos en filología,[6] a pesar de que su fama como erudito ya era reconocida en la universidad, habiéndole hecho merecedor del doctorado honorífico después del inusual ofrecimiento, para un hombre de su edad -veinticuatro años- de una cátedra de filología.

La radicalidad de la crítica nietzscheana continuó alcanzando los grados extremos del desprecio por lo alemán, en términos de filosofía y cultura, pero sobre todo, en relación con la vertiente conservadora y retrograda de las mismas, que con sus planteamientos de la pureza y la superioridad de la raza y la cultura germana pugnaban por la preponderancia de la vertiente cultural de los valores religiosos, feudales y metafísicos que eran el objetivo principal de su crítica radical. Puesto que desde ese entonces existió una extraña y oscura alianza entre la defensa de lo germano con la cultura feudal y los valores cristianos,[7] ya sea en la exaltación de la nobleza, los símbolos místicos-cristianos o cierta parte del romanticismo que reivindicaba la gloria del pasado medieval.

Esta hostilidad se define ejemplarmente en los términos de su relación con Richard Wagner, puesto que, si bien, inicialmente compartió parte del credo wagneriano conforme se fue dando cuenta de su tendencia cristiana aunada a una megalomanía tan absurda como dogmática, simultáneamente se fue distanciando de la dimensión feudal y metafísica del mismo. Pues si inicialmente compartía la idea de elevar el espíritu alemán y hacer las veces de su educador como consta en los textos de ese entonces El nacimiento de la tragedia, el Exhorto a los alemanes y las primeras tres intempestivas[8] (David Strauss, el escritor y prosélito; Sobre las ventajas y desventajas de la historia para la vida; Schopenhauer como educador). La relación con Wagner y el proyecto pro-alemán mereció primero la ruptura desde los eventos de Bayruth, después el despreció, y por último, la hostilidad franca sintetizada en El caso Wagner (1888) y prefigurada en el Ensayo de autocrítica (1886) que escribió respecto a El nacimiento de la tragedia griega.

Y lo que hay que tener presente en está relación conflictiva con Wagner es que se trata de un índice o el referente de su oposición con respecto no solamente a un hombre sino contra la totalidad de una tradición cultural que pretende concretarse en un proyecto “civilizatorio”.[9] La tendencia del germanismo radical que desde la “revolución conservadora” de mediados del siglo XIX pugna por la exaltación de la superioridad de la raza aria en función de una visión del mundo a-racional y a-crítica signada por los elementos de los valores y las ideas de la cultura feudal y la moral juedo-cristiana tan nefastas para Nietzsche, como elementos o momentos del derrotero del nihilismo occidental que explican dentro del proceso total de que forman parte, la decadencia de su tiempo y la profunda crisis civilizatoria que pronostica para Occidente.

La oposición de Nietzsche con respecto a la filosofía alemana se concreta, sobre todo, en relación con el idealismo de Kant y Hegel, representantes filosóficos de dicha tradición y sus grandes adversarios, contra quienes están dirigidos de manera implícita pero evidente muchos de los conceptos e ideas desarrolladas en sus obras, pues como nos dice Deleuze “el hilo de la agresividad recorre el pensamiento de Nietzsche”[10] y es el que nos permite saber de qué está hablando, al saber contra quién se está dirigiendo. Pues las referencias no son explicitas en Nietzsche sino que como parte de su juego estilístico y la complejidad de sus planteamientos opta por dar un rodeo necesario para atacar a alguien o alguna idea, de tal manera, que al mismo tiempo, y en el mismo discurso, expone sus propias afirmaciones en el arte del uso de la crítica.

Y en la dicotomía vida-obra la cuestión judía más que antisemita, fue otro signo de la distancia radical que Nietzsche trató de guardar con tal tradición cultural y tendencia política, ya que personalmente mantuvo estrechas e íntimas relaciones con personas judías. Por ejemplo, el gran amor de su vida, André Lou-Salomé y su íntimo amigo Paul Rée, judíos con quienes decide vivir una aventura sobre todo intelectual, habitando durante tres meses juntos, con la finalidad de experimentar el proyecto de una especie de hermandad dedicada al estudio; la relación epistolar con el crítico judío Georg Brandes, quien se convirtió en su descubridor, entusiasta promotor y defensor de su obra, de lo cual es testimonió su libro Nietzsche: un ensayo sobre radicalismo aristocrático, escrito en 1890, momento en que Nietzsche aún vivía.

                                              André Lou-Salomé, Paul Rée y Nietzsche


Intelectualmente como ya indicamos la relación con Wagner es el índice de su toma de posición, que se confirmó en el resto de su vida con otros actos y afirmaciones contundentes plenos no solamente de respeto sino incluso de admiración para con el pueblo judío[11]: su admiración por el Antiguo Testamento[12] y la obra cultural ambivalente, pero según él espiritualmente necesaria, de la creación judía de la figura del sacerdote, elemento necesario en el proceso de aparición del filósofo[13] y la necesidad de la mezcla con sangre judía, ya que los judíos sobre todo tienen un gran sentido de lo material necesario para una gran civilización o cultura..[14] Acompañado esto, por el despreció a la idea de pureza, sobre todo, la germana que irónicamente señalaba como producto de una mezcla de razas;[15] el provocador hecho de denominarse a sí mismo como polaco[16]; y la carta al propagandista antisemita  Theodor Fritsch al que le advierte que está acabando con su paciencia y le exige que deje de usar el nombre de su Zaratustra.[17]

Todo esto en conjunto hace posible hablar de un Nietzsche filojudío que hace entender el interés que desde muy temprano despertó en este sector: el círculo de estudio Pernsers-torfer en Viena,[18] su amigo Georg Brandes que se convierte en su principal difusor en Europa, y la temprana recepción de su pensamiento por parte de la Teoría Crítica, en un ambiente de intensa sospecha pro-nazi de Nietzsche producto de la obra ideológica del Estado nacionalsocialista, así como de la labor de falsificación de su obra por parte de su hermana Elisabeth Förster.

Esa tradición o tendencia contra la que Nietzsche fue hostil en vida y desembocó en el nacionalsocialismo, de una manera infame termina por a apropiarse de su nombre y parcialmente de su pensamiento durante poco más de medio siglo. A través de la labor llevada a cabo por su hermana Elisabeth Förster partícipe de tales ideas de manera fanática y albacea de su obra.

Elisabeth Förster junto con su esposo el antisemita Berhard Förster, quien es mencionado en El Times como el mayor perseguidor de judíos en Alemania, emprenden el proyecto de fundar una comunidad aria pura en Paraguay, “Nueva Germania”, de la cual ambos se expresan en los siguientes términos:

La autora presenta allí (en el artículo “Un domingo en Nueva Germania” que Elisabeth publicó a comienzos de 1889 en las Bayrether Blätter) en términos líricos y contrastantes el silvestre escenario en que se afirmaba, orgullosa, la presencia germana: “un cuadro sereno, donde reina la máxima armonía y simplicidad… la dulce brisa nocturna nos trae el canto de nuestros hombres alemanes… los árboles escuchan con asombro esos extraños sonidos que flotan en la espesura de las ramas… ahora la floresta está invadida por una nueva y extraña forma de vida… el canto, pleno de amor, orgullo e intenso anhelo. En lo alto, hacia el cielo estrellado del sur, en la misteriosa oscuridad de la selva: “Deutschland, Deutschlan über alles, über alles in der Welt”.” El artículo asevera también que “el fructífero espíritu de la colonización proviene de Bayreuth, algo que, contemporáneamente, Bernhard Förster alega con mayor énfasis: “Soñamos el renacimiento de nuestra raza… cuando resuenan los golpes del hacha en la floresta primitiva, cuando la devastamos con el sudor de la frente para preparar la tierra fértil al cultivo… me doy cuenta de que todas estas cosas pueden parecer muy remotas de la sagrada colina de Bayreuth. Y sin embargo sentimos en nuestros corazones que es precisamente este tipo de trabajo el que nos convierte en herederos espirituales de Richard Wagner”. [19]

Una vez fracasado el proyecto que lleva a Bernhard Förster al suicidio, Elisabeth Förster dedica su vida al “cuidado” de la obra de su ya célebre hermano, por lo menos en los términos de la leyenda y paulatinamente en relación con la ideología nazi desde la cual se tiene el firme propósito de reivindicarlo como su principal promotor e ideólogo. En tales términos, la cercanía de Elisabeth con el partido, y sobre todo, con el Führer cada vez es más intensa y determinante en la realización de su tarea de “cuidado” de la obra nietzscheana, al grado de que Hitler se encontró en la inauguración del Archivo Nietzsche creado por ella y en reiteradas ocasiones acudió al mismo, en una de las cuales Elizabeth le regala un bastón de su hermano. De tal manera, la labor de Elisabeth cada vez más, con su consentimiento y beneplácito, se fue convirtiendo en una campaña propagandística del nacionalsocialismo y sus ideas, lo cual culminó en los excesos primero de la edición selectiva de las obras de Nietzsche que eran decididas en función de los dictados del partido, llevando acabo simultáneamente a la labor de edición una labor de censura de ideas y obras de Nietzsche no sólo incompatibles sino absolutamente contrarias al nazismo; y por último, en la infame impostura de la “creación” del libro La voluntad de poder a partir de fragmentos póstumos de Nietzsche, del período comprendido entre 1887 y 1888, que Elisabeth y Peter Gast seleccionaron y falsificaron para adecuarla a los requerimientos de la ideología nazi.[20] Anunciando la selección como la obra principal que su hermano había proyectado y dejado en la forma de borradores y apuntes, en la cual, culminaban todos sus esfuerzos y búsquedas.

La labor propagandística y de falsificación de la obra de su hermano no solamente constituyó para Elisabeth la satisfacción espiritual de cumplir con lo “correcto”, sino que le retribuyó un beneficio pecuniario que le permitió llevar una vida más que cómoda, suntuosa[21]; le dio sentido a su vida signada por la mediocridad y el fracaso de sus insulsos proyectos; y le dio un lugar privilegiado en la sociedad de aquel momento que le valió el doctorado honoris causa por parte de la Universidad de Jena con motivo de su 75 aniversario; y el “honor” de la presencia de Hitler en su entierro en 1935,[22] lo cual terminó por confirmar públicamente la relación del pensamiento de Nietzsche con el Estado nacionalsocialista.



Todo lo cual justifica la actitud que en vida y cordura Nietzsche tenía para con su hermana, que en sus propios términos era gentuza y el motivo más grande de vergüenza para él:

“Cuando busco las antítesis más profundas de mí mismo, la incalculable vulgaridad de los instintos, encuentro siempre a mi madre y a mi hermana,- creer que estoy emparentado con tal canaille [gentuza] sería una blasfemia contra mi divinidad.  El trato que me dan mi madre y mi hermana, hasta este momento, me inspira un horror indecible: aquí trabaja una perfecta máquina infernal, que conoce con seguridad infalible el instante en el que se me puede herir cruentamente –en mis instantes supremos, (…) pues entonces falta toda fuerza para defenderse de gusanos venenosos (…) Confieso que la objeción más honda contra el<<eterno retorno>>, que es mi pensamiento auténticamente abismal, son siempre mi madre y mi hermana.”[23]

Precisamente, del momento más intenso de la relación del pensamiento nietzscheano con el nazismo surge el canon que predominó hasta bien entrado el siglo XX de la interpretación nietzscheana a partir de dos criterios fundamentales, por una parte, el concepto de voluntad de poder y por otra, los textos póstumos. A partir de las pautas de la labor de tergiversación y falsificación llevada a cabo por Elisabeth Förster Nietzsche y secundada por uno de los principales ideólogos del régimen nazi, Alfred Baeumler, quien afirmaba que lo más importante del pensamiento de Nietzsche está en la obra póstuma, entendiéndose por ello, La voluntad de poder y el concepto central de dicha obra. Según Baeumler, “la “unidad” en el pensamiento de Nietzsche no se hace todavía evidente en los escritos que él mismo publicó en vida, sino que apenas fue alcanzada en sus notas póstumas.”[24]

Baeumler denominó expresamente como sistema la compilación de La voluntad de poder, elaborada por la hermana de Nietzsche y Peter Gast. Antes de esta “obra”, escribió, todo aquel que “quisiera seguir sustentando la leyenda del cambio continuo” tenía que justificarse. Baeumler reduce a nuestro filósofo a un “resultado” concreto, lo “esencial” de lo “no esencial” en Nietzsche. Así, su filosofía se ve unificada de tal manera, que ya desde principios de los años treinta permitió a Baeumler afirmar que “la filiación nórdica de la naturaleza de Nietzsche”, expresada en su doctrina de “la voluntad”, procura al germanismo su “más acabada expresión”. Según Baeumler, en lugar de la filosofía moral burguesa, Nietzsche establece una filosofía de la voluntad de poder, que él pretende hacer válida como una filosofía de la política. Lo que en Nietzsche se interpone a esta política, es eliminado de su supuesto “sistema”. Lo mismo le ocurre a la idea del eterno retorno, que Baeumler remite a una “experiencia” muy personal de Nietzsche, totalmente irrelevante para su filosofía.[25]

Afirmación realizada en los años treinta y que se consagra como canon interpretativo a través de Heidegger, con la lectura que hace de Nietzsche expuesta en sus cursos de la Universidad de Friburgo entre 1936 y 1940, y textos extra académicos escritos entre 1941 y 1946, publicados íntegramente como Nietzsche. Libro en el que insiste, desde la primera página en que lo más importante de Nietzsche está en la obra póstuma:

“Pero la auténtica filosofía de Nietzsche, la posición fundamental de la que habla en estos y en todos los escritos publicados por él mismo, no alcanza una forma definitiva ni llega a publicarse en forma de obra, ni en la década que va de 1879 a 1889 ni en los años anteriores. Lo que el propio Nietzsche publicó en su época creadora ha sido siempre sólo un primer plano. Esto vale también respecto de su primera obra, El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música (1872). La auténtica filosofía de Nietzsche quedó relegada como <<obra póstuma>>.”[26]

Además, hace una reiterada alusión al concepto de voluntad de poder en toda la obra, dedicándole el primer capítulo titulado La voluntad de poder como obra de arte, como si se tratara del concepto vertebral del pensamiento nietzscheano. Obra que definió irrestrictamente el canon de la interpretación nietzscheana mereciéndose el calificativo de “el monumento” a cuya sombra se encontraba cualquier intento de acercamiento al pensamiento de Nietzsche.

Todavía en 1973, Peter Köster podía escribir que, hasta esa fecha, no había sido posible sustraerse al peso del “monumento”, es decir, la edición de dos volúmenes con las conferencias de Heidegger sobre Nietzsche: la investigación sobre Nietzsche se encontraría “bajo el impacto de obras que tuvieron su origen en los años treinta.”[27]

Sin embargo, hay que mencionar, la aunque minoritaria, significativa oposición a tal interpretación en la misma Alemania desde los años treinta por parte de Karl Löwit, Erich F. Podach, Karl Jaspers, Edgar Salin, Horkheimer, Adorno y Walter Benjamin. Sin embargo, en esta tensión entre la “interpretación mayor”, llevada a cabo desde la tradición germana conservadora, y una “interpretación menor” distinta a tales pautas, surge como canon interpretativo la lectura conservadora, y después de la labor de Elizabeth Föster, abiertamente fascista.

Una auténtica renovación de la interpretación de Nietzsche tanto en Alemania como en general, viene dada por lo que se ha llamado el renacimiento nietztecheano italo-francés, que tiene lugar, por una parte, debido a la intensa labor crítica francesa que desde finales del siglo XIX se oponía a la lectura conservadora de Nietzsche oponiéndole una lectura más bien crítica, emancipatoria o socialista que formó escuela, y trataremos con detalle en el último apartado de este capítulo. Por otra parte, el renacimiento nietzschenao es debido en gran medida a la importante labor filológica de los italianos Giorgio Colli y su alumno Mazzino Montinari, quienes se dedicaron a realizar una investigación que diera como resultado una edición crítica de la totalidad de las obras de Nietzsche, a partir de la totalidad de sus textos, apuntes y fragmentos, que integran el Archivo Nietzsche. Filólogos que en su labor, descubrieron una serie de alteraciones, falsificaciones, en las obras publicadas, presuntamente realizadas por la hermana Elizabeth Föster, con tendencia antisemita y pro-fascista, de las cuales la más significativa resulta ser el descubrimiento del carácter apócrifo de La voluntad de poder, que como ya mencionamos constituyó el centro de la interpretación nacional-socialista que consideraba a Nietzsche como a su principal precursor e ideólogo.

A partir del trabajo de Colli-Montinari de la década de los sesentas, se da una auténtica renovación de la obra de Nietzsche y la apertura de nuevas líneas de investigación que han permitido acceder a aspectos no considerados de la obra nietzscheana,[28] así como, terminar con dogmas y prejuicios respecto al pensamiento nietzscheano. De tal manera, se hizo posible pensar más allá del corsé de la “voluntad de poder”, “el eterno retorno” y “el superhombre” y de un pensamiento irracional o anti-ilustrado, para empezar a considerar de una manera más sutil y productiva la crítica a la modernidad realizada por Nietzsche, la reivindicación de la Ilustración, la apuesta por un pensamiento germinal de una nueva cultura y una nueva civilización, la posibilidad de una nueva política e innumerables temas más que desde los sesentas a la fecha arrojan cada vez más luz sobre los contenidos, cambios y bemoles del pensamiento nietzscheano.

Después del itinerario descrito, el trabajo interpretativo de la obra de Nietzsche se ha liberado en Alemania y en el mundo, y desde la década de los sesentas cuenta con la valiosa base del proyecto de una edición crítica y la respectiva aclaración de su relación con el nacionalsocialismo, que ya sólo queda como una anécdota absolutamente desacreditada.

… finalmente el auténtico Nietzsche se puso al alcance de los investigadores filosóficos y de un amplio público gracias a la obra de Colli/Montinari. De esta manera murió la leyenda de Nietzsche como filósofo nazi, y pudo valorársele en su verdadera dimensión como crítico de la modernidad y filósofo de nuestro siglo.[29]




[1] La Spinoza-Renaissance inicia con la disputa entre Jacobi y Mendelshon a partir de la publicación del libro de Jacobi Cartas sobre Spinoza, que contiene una serie de cartas dirigidas a Mendelshon entre 1783 y 1785, en las cuales, ambos discuten la importancia y el significado de la filosofía de Spinoza, sobre todo, en relación con el panteísmo. Ya que Jacobi sostiene que su maestro, el eminente ilustrado alemán Lessing, en una de las últimas conversaciones que tuvo con él antes de su muerte, ya moribundo le confesó que “se había vuelto spinozista, que no había otra filosofía que la de Spinoza, que después de haber leído a Spinoza no se podía pensar de otra manera etc.” Tras la publicación de estas confesiones de su maestro, Jacobi opta por el “consecuente” abandono de toda filosofía en favor de la fe, pues considera que en los términos de Lessing toda filosofía desemboca en panteísmo y este no es otra cosa sino ateísmo. Mientras Mendelshon reacciona indignado y se opone a la veracidad de tales confesiones pues también considera que tal filosofía desemboca necesariamente en el ateísmo, pero además, que está evidentemente equivocada. Lo que supondría que no toda filosofía es spinozista, y por lo tanto, que no toda filosofía conduce al ateísmo: “Luego, intervienen en ella algunos de los más grandes espíritus de la cultura alemana del siglo XVIII, como Hereder, Goethe, Schleirmacher, Novalis. Ahí se inicia un movimiento que dará lugar a lo que se conoce como la primera Spinoza-Renaissance, y en el centro de este movimiento aparecen los nombres de quienes serán los máximos exponentes del idealismo alemán: Fichte, Schelling y Hegel.” Diego Tatián, Ricardo Forster. Mesianismo, Nihilismo y Redención. EDITORIAL ALTAMIRA. Argentina. 2005. pp. 244 y 245.
[2] “En la década de los setenta, Matheron, el gran spinozista francés, publica unos cuadernos del joven Marx, quien, siendo estudiante de Derecho, había leído y traducido párrafos enteros de el Tratado Teológico Político…” Op. cit. Diego Tatián, Ricardo Forster. p. 246.  
[3] “Algunos lectores a quienes apreciar y nada más: éste es mi anhelo. Con el transcurso del tiempo tengo siempre menos esperanza de que mi deseo se realice, pero por eso tengo mucha suerte para los buenos lectores. El viejo hegeliano Hugo Bauer y Richard Wagner han sido de los lectores que anhelo, ya no están entre los vivos, pero ante los colegas que viven aún, me leen personas como mi amigo Jacob Buckhardt, Hans Von Bulow, Hippolyte Taine y el poeta suizo Keller, a quien debe usted conocer. (carta de Nietzsche a Brandes del 12-12-87) Georg Brandes. Nietzsche. Un ensayo sobre el radicalismo aristocrático. Sexto piso editorial. México. 2004, p. 95.
[4] Calificativos a los que Nietzsche se refiere en los siguientes términos en carta a Brandes: “La expresión radicalismo aristocrático, que usted me dirige, me agrada. Permítame decirle que es lo más fuerte que de mí se ha dicho” (carta del 12-12-87); “Pero… ¡Mi querido Brandes! ¡Qué sorpresa para mí! ¡Dónde ha tomado usted el valor para hablar públicamente sobre un vir obscurissimus, como yo? ¿Cree usted que alguien me conoce en mi querida patria? Se me mira como un monstruo, como algo que no puede tomarse en serio. Parece que se dan cuenta de que yo no los tomo en serio. ¿Cómo poder hacerlo en estos tiempos, cuando el espíritu alemán ha perdido su espiritualidad y se ha transformado en algo insensato y contradictorio.” (carta del 10/04/88). Ibíd. pp. 96 y 114.
[5] “ Lo que en todo caso el círculo de filólogos de su tiempo no quería aceptar, y no podía entender, era que ya en estas disertaciones y bosquejos para Nietzsche nunca se trató únicamente de una interpretación adecuada del pasado, sino también de una interpretación propia del presente, la cual, para él, debía ser medida con la Grecia antigua. Tal planteamiento del problema, en todo caso,  ya no se podía resolver  con medios filológicos (…) Tras la aparición el 2 de enero de 1872 de El nacimiento de la tragedia griega continuó en la polémica. No sólo la dependencia que la tragedia de la época clásica guardaba hacia el culto de Dionisio –ya sustentada por algunos precursores-  ni la duplicidad de lo apolíneo y lo dionisiaco en los textos griegos- concebida por primera vez con mediana claridad por Nietzsche –constituían una provocación para sus contemporáneos; más allá de ello, el programa implícito de una renovación cultural, mediante la reavivación  de una “sabiduría trágica”, la rehabilitación del mito y la –en ese tiempo todavía- entusiasta admiración por Wagner, hacían de El nacimiento de la tragedia una obra intolerable para la burguesía ilustrada de la época wilhelmina.” Herbert Frey. La sabiduría de Nietzsche. Miguel Ángel Porrúa, librero-editor. México. 2007, pp. 79 y 80.
[6] Herbert Frey. Nietzsche, Eros y Occidente. Miguel Ángel Porrúa, librero-editor. México. 2005, p. 88.
[7] “En Alemania me entienden en seguida cuando afirmo que la sangre de teólogos ha corrompido a la filosofía. El pastor protestante es el abuelo de la filosofía alemana, y el propio protestantismo su pecado original. El protestantismo puede ser definido como un cristianismo que tiene un lado paralítico, además de la razón. No hay más que recordar el <<Seminario de Tubinga>> para comprender lo que es, en esencia, la filosofía alemana: una teología embustera...” Friedrich Nietzsche. Obras selectas. EDITAM LIBROS S.A. España. 2000. [El Anticristo (10)] p. 464.  
[8]Nietzsche se concibió también como un escritor político y educador, cuando en 1873 desarrolló su concepción de las Consideraciones intempestivas. Originalmente pensó diez disertaciones o más en las que criticaran el pensamiento dominante de la época, y preparar así el terreno para una nueva cultura. En realidad sólo llegó a cuatro títulos, de los cuales sólo los tres primeros conservan la intención de “alertar” y “exhortar” a los alemanes…” Ibíd. p. 89.
[9] “Ya en el verano de 1876, en plena celebración del primer Festival, dije adiós a Wagner. No soporto la doblez; desde que Wagner estaba en Alemania había condescendiendo paso a paso a todo lo que yo despreciaba; incluido el antisemitismo… Y en efecto, aquel era el momento de despedirse: en seguida tuve buena prueba de ello. Richard Wagner, el mayor de los triunfadores en apariencia, en verdad un décadent decrépito y desesperado, cayó de repente, destrozado sin remedio, posternado ante la cruz cristiana…” Friedrich Nietzsche. Nietzsche contra Wagner. Ediciones Siruela. España. 2002, pp. 90 y 91.
[10] “El conjunto de la Filosofía de Nietzsche aparece abstracta y poco comprensible si no se descubre en ella contra quien va dirigida. Y la pregunta ¿contra quién? Induce a muchas respuestas. Pero una de ellas, particularmente importante, es que el superhombre va dirigido contra la concepción dialéctica del hombre, y el cambio de valor contra la dialéctica de la apropiación o de la supresión de la alienación. El contrahegelianismo atraviesa la obra de Nietzsche como el hilo de la agresividad. Podemos ya seguirlo en la teoría de las fuerzas.” Gilles Deleuze. Nietzsche y la filosofía. 8ª ed. EDITORIAL ANAGRAMA. Barcelona. 2008, p. 17.
[11] “Diremos de pasada que el problema judío sólo se plantea dentro de los Estados nacionales, puesto que en todos el dinamismo y la superior inteligencia de los judíos, su acervo intelectual y volitivo acumulado de generación en generación a lo largo de un calvario multisecular prevalece en un grado que despierta la envidia y el odio, así que en todas las naciones actuales -conforme vuelvan a la postura nacionalista- se propaga esa impertinencia de la prensa de llevar a los judíos al matadero como representantes de todos los males públicos y privados.” Friedrich Nietzsche. Humano demasiado humano. Ediciones escolares. Madrid. 2002, p. 292. 
[12] “En el Antiguo Testamento judío, ese libro de la justicia divina, los hombres, los acontecimientos y los discursos ofrecen un estilo tan grandioso que a su lado resultan pálidos los escritos sagrados de los griegos y de los hindúes. Ese inmenso vestigio de lo que fue el hombre en otro tiempo nos hace que nos detengamos con temor y respeto, y que al hacerlo, nos sintamos invadidos de tristeza pensando en la antigua Asia y en Europa, su pequeña península, que representaría, frente a la primera, <<el progreso del hombre>> (…) el gusto por el  Antiguo Testamento constituye una piedra de toque que distingue a lo <<grande>> de lo <<pequeño>>…” Friedrich Nietzsche. Obras selectas. EDITAM LIBROS S. A. Madrid. 2000, [Más allá del bien y del mal (52)] p. 308.
[13] “… en casi todos los pueblos el filósofo no es más que un momento de la casta sacerdotal…” Nietzsche. El Anticristo. (12) p. 466.
[14] “Necesitamos un crecimiento entrelazado de la raza alemana y la eslava; también necesitamos a los más hábiles materialistas, los judíos, imprescindibles para el dominio de la tierra.” Friedrich Nietzsche. Fragmentos póstumos sobre política. Editorial Trotta S. A. Madrid. 2004 (Verano-Otoño de 1884 [216]), p. 170.
[15] “El alma alemana es, antes que nada, compleja; tiene precedentes distintos, y lejos de estar realmente estructurada, aparece compuesta de elementos que, en función de su origen, se yuxtaponen y se sobreponen (…) Al ser un  pueblo en el que se ha dado una extraordinaria mezcla y un gran contacto de razas, con un predominio quizá de elemento pre-ario…” Friedrich Nietzsche. Obras selectas. EDITAM LIBROS S. A. Madrid. 2000, [Más allá del bien y del mal (244)] p. 395.
[16] “En Viena, en San Petesburgo, en Estocolmo, en París y en Nueva York, en todas partes estoy descubierto; pero no en el país plano de Europa, Alemania […] No en vano se dice que los polacos son los franceses entre los eslavos.”Friedrich Nietzsche. Ecce homo. Alianza. Madrid. 1971, p. 58.
[17] “El otro día me ha escrito un tal señor Theodor Fritsch de Leipzing. No hay banda más sinvergüenza y estúpida en Alemania que estos antisemitas. En agradecimiento, le he respondido por carta mandándole un puntapié conveniente. Esta chusma se atreve a mencionar el nombre de Zaratustra. ¡Asco! ¡Asco! ¡Asco! Friedrich Nietzsche. Fragmentos póstumos sobre política. Editorial Trotta S. A. Madrid. 2004. Verano de 1886-Otoño de 1887  [242] p. 180.
[18] “A estas circunstancias se debe que el pensamiento de Nietzsche, no sólo no repugne o ahuyente a los judíos, sino que encontrase amplia recepción entre ellos (…) Uno de los primeros círculos de admiradores del filósofo alemán se formó en Viena, el denominado Círculo de Pernserstorfer, al que pertenecían intelectuales judíos de talla como Stefan Zweig.” José Hernández Arias. Nietzsche y las nuevas utopías. Valdemar. Madrid. 2002, p. 75.
[19] José Sazbón. Nietzsche en Francia y otros estudios de historia intelectual. Universidad Nacional de Quilmes. Buenos Aires. 2009, p. 39.
[20] “Los fragmentos póstumos contenidos en este tomo son el fruto de meditaciones, predominantemente teóricas, del otoño-invierno 1887-1888, además de consideraciones históricas, escritas con tono notablemente distanciado, sobre el nihilismo y el cristianismo. Hay también apuntes sobre varias lecturas realizadas por Nietzsche en este período. Esta colección de fragmentos una vez escrita, fue conservada por Nietzsche como base simplemente material, para realizar la obra que se proyectaba, La voluntad de poder. Para llevarla acabo dio un segundo paso: eligiendo dentro de este material, numeró una serie de fragmentos destinados a participar, en otra forma, en la nueva obra. Es decir que Nietzsche alcanzó a delinear el contenido de dicha obra, si bien dentro de los límites en que permanecía como pensador replegado sobre sí mismo. Para que La voluntad de poder llegara a convertirse en una obra de Nietzsche, debía producirse el momento artístico, según puede constatarse a partir de todas sus otras obras publicadas. Esto no ocurre, ni siquiera a través de un primer intento, y lo muestra la misma numeración hecha por Nietzsche en estos cuadernos, una simple numeración material que sigue el orden de las páginas y no una numeración “arquitectónica”. Arquitectónica es solamente la distribución parcial del material elegido en los cuatro libros en los que quería entonces dividir la obra. Casi nada, por lo tanto, del Nietzsche artista. Sin embargo, como es notorio, se quiere presentar igualmente La voluntad de poder “como si” hubiera sido producida también artísticamente por Nietzsche, es decir que se manipuló, mutiló, desmembró, aumentó, sistematizó aquel material con la presunción de sustituir, de tener la vocación, el destino y la autorización de ocupar el lugar del Nietzsche artista. El producto resultó mentiroso, no en el sentido en que Nietzsche entiende el término, sino mentiroso como puede serlo el resultado de una falsificación unitaria. Y dado que La voluntad de poder póstuma, tal  como la había dejado interrumpida Nietzsche, no estaba “dirigida a lectores”, se buscaron lectores mediante una “forma” nueva, ¡pero el artista era el Archivo Nietzsche!” Giorgio Colli. Introducción a Nietzsche. Folios. México. 1983, p. 114.
[21] “Dado que logró poner todos los derechos de autor de Nietzsche a su nombre y en vista de que los escritos de aquél en los siguientes años experimentaron un verdadero auge, Elisabeth muy pronto dispuso los medios para adquirir en Weimar la Villa Silberblick, donde instaló el Archivo Nietzsche…” Frey. Nietzsche, Eros y Occidente. p. 101.
[22] Frey. La sabiduría de Nietzsche. p. 25.
[23] Friedrich Nietzsche. Ecce homo. Alianza Madrid. (“Por qué soy tan sabio III”) p. 29.
[24] Frey. La sabiduría de Nietzsche. pp. 26.
[25] Ibíd. p.  26 y 27.
[26] Martin heidegger. Nietzsche. Vol I. 2ª ed. Editorial Destino S. A. Barcelona. 2000, p. 24.
[27] Frey. La sabiduría de Nietzsche. p. 29.
[28] En la edición francesa de esta obra el prólogo es realizado por Deleuze y Foucault.
[29] Frey. Nietzsche, Eros y Occidente. p. 102.


6 comentarios:

  1. Estimado Joel Jair:

    Nietzsche, un tema muy difícil de exponer sin apasionamientos. Pero hay que agradecer tu esfuerzo.

    Dos aspectos llamaron mi atención.

    El primero que repitas en unas tres ocasiones que la etapa inicial de Nietzsche fue de «formador y educador», cuando en realidad « ...la recepción de su obra fue tardía, más bien, póstuma. En vida la lectura de Nietzsche por parte de coetáneos y foráneos fue mínima y en muchas ocasiones poco favorable...». Tal vez habría que precisar que su obra inicial tenía el tono preceptivo, mas no que era la de un «formador y educador». Aun si este es «el canon de interpretación de la obra de Nietzsche que predominó hasta la década de los sesentas», habría que matizarlo.

    El segundo es la dificultad que representa generalizar sobre la influencia de Spinoza. Ciertamente Spinoza fue comentado, discutido y admirado durante por lo menos la mitad del siglo XVIII y todo el siglo XIX, con las prolongaciones conocidas en el siglo XX, pero hay que hacer necesarias distinciones. Por ejemplo, el concepto de «totalidad» no es el mismo en Schelling, y no se diga en Marx. Mucha de esta «influencia» fue más bien una crítica a Spinoza; de Schelling lee la discusión de Spinoza y el spinozismo en sus Cartas filosóficas sobre dogmatismo y criticismo. En su tesis doctoral, Marx hizo un estudio de Spinoza en relación al pensamiento de Schelling. La distancia entre Spinoza y Marx puedes hallarla en uno de los artículos del libro La Sagrada Familia.

    Hasta la próxima lectura.

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    1. Gracias por tu atenta lectura y comentario Mario, estoy de acuerdo en la precisión que haces respecto al carácter preceptivo de la primera fase del pensamiento nietzscheano, me dejé llevar un poco por la clasificación convencional de su obra que se hace a partir del libro de Lou Salomé, habría que revisar cuál es el término en alemán que ella utiliza.

      Respecto a la influencia de Spinoza en el pensamiento alemán y particularmente en Marx creo que apenas se empieza a valorar y reconocer su importancia con las últimas investigaciones sobre el tema. Acaba de salir en español un libro muy interesante de Jonathan Israel que se llama La ilustración radical en el que el autor afirma y desarrolla en el estudio de tres siglos de cultura, que la ilustración se basó en el pensamiento de Spinoza retomando y copiando sin decirlo afirmaciones de Spinoza, autores como Montesquieu, Loucke, Rousseau o el mismo Hegel tienen una evidente influencia de Spinoza, el problema es saber hasta ende llego está influencia.

      Por otro lado la influencia de Spinoza en Marx es muy compleja ya que es posible rastreara en frases literales a lo largo de su obra además del hecho de que cuando era estudiante copió grandes fragmentos de Tratado Reológico Político, como lo demostró Matheron en sus investigaciones. Althusser dedico una serie de libros a la relación Spinoza-Marx. En este momento estoy estudiando colateralmente este tema en el libro de Diego Tatián Spinoza el don de la filosofía.

      Saludos.

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    2. Estimado Joel Jair:

      Hay una paradoja en esta vuelta a Spinoza, pues mientras algunos filósofos, como es sin duda el caso de Schelling, se valieron de él para retomar el tema de lo Absoluto, que Kant había «expulsado» de la filosofía, otros, como los integrantes de la Escuela de Frankfurt —Erich Fromm, por ejemplo—, vieron en él a un aliado para combatir la intolerancia y los absolutismos de la época, y opusieron el joven Marx de los Manuscritos económico-filosóficos de 1844 al Marx dogmático del marxismo-leninismo y del PC soviético.

      Louis Althusser reacciona a este «revisionismo» oponiendo a su vez el Marx maduro y «científico» al joven y «precientífico» Marx. Cierto es que Althusser «da una vuelta» por Spinoza, porque cree que Marx había hecho lo mismo (porque incluso cree que este «dar una vuelta» es el método de Marx), y porque desde luego cree que Spinoza es el antecedente inmediato y claro del materialismo de Marx. Pero un estudio serio de Marx y su crítica al materialismo de Spinoza prueba que el filósofo francés estaba completamente equivocado. Althusser no cuestiona el marxismo ortodoxo entonces imperante, sólo quiere asegurar un lugar para el filósofo al lado de la «ciencia revolucionaria», pero no dentro de ella, pues aquél —dice Althusser— sólo puede trabajar con metáforas.

      No conozco las razones por las que Alexandre Matheron comienza a buscar al predecesor de Marx en Spinoza, pero él mismo confiesa que no partía de una crítica de Marx, ni del marxismo, que todo lo que le interesaba era aplicar los esquemas ortodoxos del comunismo. El desplazamiento de Marx a segundo término, implícito en su declaración de que ahora le parece «que más bien Marx ha de tener el mérito, al menos en ciertos campos, de haber sido sucesor de Spinoza»(Scritti su Spinoza, Appendice 1; Edizione Ghibli, Milano, 2006; p. 238), no es ajeno a esa falta de crítica. De hecho, al inicio de su estudio de Spinoza él se sentía próximo a Althusser, de ahí que tuviera que hacer aclaraciones. Por lo demás, que se transcriban pasajes enteros de la obra de un autor no significa que sea una «influencia», es simplemente un método de estudio. Lo que también parece estar en juego es el concepto mismo de «influencia». Habría que hacerle una crítica.

      Con lo anterior expuesto, ya no resulta una casualidad que los estudios de Jonathan I. Israel también opongan el joven Marx al Marx dogmático. Pero, hay que señalarlo con toda claridad: Israel confunde el Marx dogmático del marxismo-leninismo ortodoxo con el Marx original de la teoría Marx-Engels. Se queda en la fórmula clásica del movimiento crítico y renovador del marxismo; esto es, sólo ve un Marx dogmático en el Marx maduro y, en cambio, un Marx dialéctico y abierto a lo espiritual o lo cultural en el joven Marx de los Manuscritos económico-filosóficos de 1844 (Enlightenment Contested, Philosophy, Modernity, and the Emancipation of Man 1670-1752; Oxford University Press, New York, 2006; pp. 13 y 22-23).

      No he leído a Diego Tatián. Tomaré los datos para investigar más tarde.

      Hasta la siguiente ocasión.

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  2. Magnífico post. Felicidades. No se si conoce el libro de Rosa Sala Rose "el misterioso caso alemán". Si así no fuera se lo recomiendo, muchos de los elementos que usted comenta en cuanto la relación de la cultura alemana y el nazismo son comunes a este libro.

    Aquí encontrará más información sobre la autora y su obra http://rosasalarose.blogspot.com.es/

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  3. Le agradezco su comentario, revisaré el libro. Recientemente conocí un libro pionero en el tema escrito en los 80 en el cual se establece la relación fundamental entre la vida y pensamiento de Heidegger con el nazismo, puntualmente documentado y que escandalizo al mundo cultural alemán y francés que desacreditaban el trabajo por tratarse del trabajo de un latinoamericano. Es un libro magnífico también.

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