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La Vitalidad es el presente. Todo está en la vida y es la vida, los cuerpos mueren pero la vida continúa, es eterna. Siempre se está en medio de la vida y la vida en medio de nosotros. Nos atravisa para llegar a otros, así como atravesó a otros, para llegar hasta nosotros. La vida es incontrolable, poderosa, inalienable, misteriosa, creativa. La vida es salvaje: es el amor.



lunes, 18 de diciembre de 2017

Estaremos impartiendo el siguiente curso en línea

El seminario consistirá en un estudio de los planteamientos de crítica histórica llevados a cabo por Friedrich Nietzsche y Walter Benjamin, en el contexto del intenso historicismo del siglo XIX, que perfiló la manera positivista de entender la historia en el pensamiento dominante del siglo XX y XXI. Proponemos un acercamiento entre las críticas de Walter Benjamin y Friedrich Nietzsche, en relación con el tema de la historia como un elemento fundamental, atendiendo a la relevancia de ambos pensadores en el horizonte teórico actual y resaltando su carácter crítico, uno respecto a la modernidad y el otro al capitalismo.
También exploraremos las posibilidades de un pensamiento que se presenta como necesario en el horizonte de una concepción de la historia predominantemente positivista y sistémica, que afirma la continuidad del capitalismo o el apocalipsis civilizatorio como únicas alternativas históricas.
El abordaje del curso subrayará los elementos comunes en la crítica negativa al historicismo positivista, pero, sobre todo, se ocupará de la propuesta de ambos pensadores como un sustituto de ese historicismo, en Nietzsche el vitalismo de la genealogía y en Benjamin el mesianismo revolucionario de su concepción materialista de la historia.
Este estudio permitirá la comprensión de una poderosa propuesta teórica crítica de pensamientos sistémicos que plantean la inevitabilidad de la sociedad capitalista y que, ante la negativa a aceptar cualquier alternativa social, llegan incluso a afirmar el fin de la historia.

Apuntes de crítica cinematográfica del fascismo 4

Un momento fundamental para el cine, como una especie de presagio, es el año de 1889. Año en que nacen dos figuras fundamentales para el devenir del cine, una que lo alimentará y descubrirá para las multitudes las alturas de este nuevo arte, y otra, que se aprovechará e interrumpirá su desarrollo: Charles Chaplin y Hitler. Ambos personajes inauguraron la celebridad en las pantallas y ocuparon, por primera vez, un lugar fundamental en la cultura de masas (cultura pop hoy globalizada), inaugurando, con ello, el paralelismo entre política y espectáculo que marcará de modo fatídico el siglo XX y de modo patético el siglo XXI. Todos en el mundo desde ese momento reconocen los rostros de ambos personajes como los símbolos de lo que es posible hacer con el arte de las pantallas.

Como una especie de comedia trágica o número de circo que acontece en la arena del del siglo XX, entre los escombros de la cultura medieval y las nuevas ciudades con sus espectáculos y entretenimientos, estos dos personajes ocuparán un lugar clave en lo que será el relato de la historia contemporánea hecha ya no de palabras o teorías, sino sobre todo, de imágenes en movimiento. En el siglo XX la humanidad empieza a contar su propia historia a través de imágenes en movimiento que observarán-consumirán las masas, sin distinguir entre alfabetos o analfabetas, hombres sencillos u hombres cultos. Desde la invención del cine el relato de la humanidad se construye con la luz y las sombras que se proyectan en los diferentes tipos de pantallas que ha sido capaz de idear el hombre.

Y el cine tan cercano y al mismo tiempo tan lejano de nosotros -respecto de lo que es, pudo y podría ser-, en las formas de entretenimiento y narrativas que hace converger, algunas provincianas o incluso medievales y antiguas -la literatura, el teatro, el circo, el concierto, la danza-, y las nuevas formas del espectáculo mediático de las telecomunicaciones; se transformará para siempre a través de la vida y las acciones de los personajes de Charles Chaplin y Hitler...





Apuntes de crítica cinematográfica del fascismo 3

Cuando Walter Benjamin habla de un autor que sea productor, de un artista  productor y técnico por supuesto que está hablando de la maestría e innovación técnica en función de los nuevos tipos de arte basados en la tecnología y su uso, sobre todo del cine. Sin embargo, la producción y la autoría a las que se refiere son muy especiales, no se trata solamente de la autoría de una obra o de la producción de objetos. Se está refiriendo a una autoría y a una producción materialistas y revolucionarias en el contexto del fascismo y del capitalismo, y por ello, ambas se caracterizarán por tender a la emancipación y liberación de las formas, pero sobre todo, de los sentidos y la sensibilidad de los hombres.

El autor del que habla Benjamin es un sujeto creativo, que sea capaz de dar nuevos usos a los medios técnicos y nuevas formas a los objetos, un artista en estrecha relación con los medios técnicos, tanta, que haga un uso tan creativo y novedoso de la técnica que incluso la convierta en algo nuevo. El autor de Benjamin es un artista incluso de los medios y la técnica, un artista de las máquinas que las interviene para convertirlas en armas para la resistencia frente al poder y en herramientas para la construcción de un mundo nuevo.

La producción de la que habla Benjamin no sólo es la producción de obras u objetos, sino la producción del hombre mismo y sus sentidos. El artista en Benjamin produce nuevas formas de percibir y sentir, es un productor de lo humano , produce otra sociedad en el interior de los hombres, pues cada sociedad tiene sus formas de sentir y percibir que son las fuerzas, motivaciones y límites del comportamiento de los hombres y la base concreta de las relaciones sociales.
El autor como productor en Benjamin es un artista revolucionario que le da forma a una futura sociedad emancipada, en el interior de los hombres.


Apuntes de crítica cinematográfica del fascismo 2

Resulta sorprendente que se relacione a Nietzsche con el fascismo. Precisamente aquello en lo que consistió el fascismo fueron muchas de las cosas contra las que se opone y pronóstica para el futuro. Nietzsche ve el triunfo de las fuerzas más estúpidas y reactivas de Alemania encarnadas en su época por Wagner y su séquito cuyos espectáculos son el antecedente inmediato de los grandes espectáculos nazis y las películas de Riefenstahl; esclavos resentidos que se hacen pasar por señores; masas embrutecidas y manipuladas por su ignorancia y resentimiento; el vulgar germanismo que pretende ser la continuidad del mundo clásico, el antisemitismo; el avasallamiento del individuo por la masa: el triunfo de la servidumbre nacionalista que es lo opuesto al espíritu libre.

A pesar de utilizar e incluso falsificar la obra de Nietzsche para que sirviera al nazismo, resulta insostenible que todavía hoy, después de los trabajos filológicos de la década de los noventa en Italia, que demuestran la falsificación y alteración de las obras de Nietzsche, sobre todo de La voluntad de poder, se continúe afirmando que el pensamiento de Nietzsche es prefascista. Pero algo que apoya esto es la sobrevalorada interpretación que Heidegger hace a partir de los textos falsificados y sus propias necedades nazis.

Las películas de Riefenstahl a pesar de su maestría e innovación técnica, sobreestimada si se le pone en comparación con el cine ruso, es la escenificación de la peste que pronostica Nietzsche, un fenómeno que emerge en la Alemania nazi pero no se quedará ahí sino que permea gran parte de la cultura pop y el espectáculo haciendo que el entretenimiento gire en torno al nacionalismo, a los sentimientos histéricos de admiración hacia figuras pusilánimes, la jerarquización racial y la exclusión étnica, la exaltación de la obediencia cuasi religiosa a los imperativos de un agente abstracto y trascendente, el capital y las mercancías; la renuncia del individuo a su singularidad y capacidad inventiva. El espectáculo y la publicidad son la continuidad de la estética del fascismo.


lunes, 4 de diciembre de 2017

Apuntes de crítica cinematográfica del fascismo 1

Cuando Jean Luc Godard dice, en el documental Historias del cine, que el fascismo implica un retroceso y un obstáculo que detuvo el desarrollo del cine, se piensa inmediatamente en Leni Riefensthal. Pero si se pone atención en el bello argumento de Godard y en la obra fascista de Riefenstahl, es posible entenderlo, en parte, como una crítica a un tipo de cine que inicia con Reifenstal:

Para Godard el nazismo implicó la primera gran tragedia para el arte del cine, que como nuevo arte en el siglo XX tenía todas sus potencialidades en frente, era y es un arte por explorar, no sabemos todo lo que podemos sentir, expresar y pensar a través de las películas, pero el nazismo impidió que aquellas películas que nos podrían hacer experimentar nuevas cosas fueran filmadas.

Para Godard, siguiendo a George Bataille en sus estudios sonre Manet, el cine cómo imágenes en movimiento, imágenes de cuerpos que piensan y se mueven por una idea, inicia con Manet. Idea completamente bergsoniana. Los bellos retratos de mujer que pinta Manet, nos dice Godard, son de mujeres que nos ven como si supieran lo que estamos pensando. Nos ven como si supieran lo que pensamos y estuvieran a punto de actuar. Son cuerpos que están pensando e interactúan con nosotros. El siguiente paso serán las imágenes del cine de cuerpos que se mueven motivados por una idea.

En el cine de Riefesntahl es avasallante la falta de ideas, se busca avasallar los sentimientos de enormes públicos a través de las imágenes de miles de cuerpos que se mueven por pocas o nulas ideas, que se mueven por órdenes y cuya subjetividad se diluye en la masa obediente y gregaria. Y las pocas ideas que hay las dice el cuerpo crispado y alienado de un Hitler que parece que tampoco piensa, de hecho lo que predomina en las escenas de sus discursos es su coporalidad trémula como de animal herido o afectado y la constante alusión a la obediencia con gritos que sólo transmiten tensión emocional.


A pesar de la admiración que Hitler profesaba por el cine y la actuación, no actúa, no sabe hacerlo y la evidencia está en los rictus de su rostro que parece cerrarse al mundo, ni su rostro ni sus ojos parecen comprender nada y en esa situación ordena el movimiento de cientos de miles de kilos de carne que se mueven a donde él les dice, incluso a su aniquilación. El cine de Rifesntal es una celebración técnica de esta pérdida de pensamiento.