Cuando Jean Luc Godard dice, en
el documental Historias del cine, que el fascismo implica un retroceso y un
obstáculo que detuvo el desarrollo del cine, se piensa inmediatamente en Leni
Riefensthal. Pero si se pone atención en el bello argumento de Godard y en la
obra fascista de Riefenstahl, es posible entenderlo, en parte, como una crítica
a un tipo de cine que inicia con Reifenstal:
Para Godard el nazismo
implicó la primera gran tragedia para el arte del cine, que como nuevo arte en
el siglo XX tenía todas sus potencialidades en frente, era y es un arte por
explorar, no sabemos todo lo que podemos sentir,
expresar y pensar a través de las películas, pero el nazismo impidió que
aquellas películas que nos podrían hacer experimentar nuevas cosas fueran filmadas.
Para Godard, siguiendo a George
Bataille en sus estudios sonre Manet, el cine cómo imágenes en movimiento,
imágenes de cuerpos que piensan y se mueven por una idea, inicia con Manet.
Idea completamente bergsoniana. Los bellos retratos de mujer que pinta Manet,
nos dice Godard, son de mujeres que nos ven como si supieran lo que estamos
pensando. Nos ven como si supieran lo que pensamos y estuvieran a punto de
actuar. Son cuerpos que están pensando e interactúan con nosotros. El siguiente
paso serán las imágenes del cine de cuerpos que se mueven motivados por una
idea.
En el cine de Riefesntahl es
avasallante la falta de ideas, se busca avasallar los sentimientos de enormes
públicos a través de las imágenes de miles de cuerpos que se mueven por pocas o
nulas ideas, que se mueven por órdenes y cuya subjetividad se diluye en la masa
obediente y gregaria. Y las pocas ideas que hay las dice el cuerpo crispado y
alienado de un Hitler que parece que tampoco piensa, de hecho lo que predomina
en las escenas de sus discursos es su coporalidad trémula como de animal herido
o afectado y la constante alusión a la obediencia con gritos que sólo
transmiten tensión emocional.
A pesar de la admiración que
Hitler profesaba por el cine y la actuación, no actúa, no sabe hacerlo y la
evidencia está en los rictus de su rostro que parece cerrarse al mundo, ni su
rostro ni sus ojos parecen comprender nada y en esa situación ordena el
movimiento de cientos de miles de kilos de carne que se mueven a donde él les
dice, incluso a su aniquilación. El cine de Rifesntal es una celebración
técnica de esta pérdida de pensamiento.
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