Heriberto Yépez es de los escritores mexicanos más importantes de las últimas tres décadas, periodo particularmente importante en la redefinición de la literatura mexicana y el pensamiento teórico, que significativamente, hace de puente entre dos siglos. Periodo que ha concentrado vertiginosamente cambios sociales y civilizatorios que se han traducido en una transformación radical de la república de las letras, o como mejor convendría decir, desde el discurso del ensayista-poeta-crítico y artista visual de Tijuana, la ciudad letrada. Puesto que la literatura mexicana se ha repensado, de manera forzada, así como, el pensamiento y la teoría, desde la perspectiva de impulsos decoloniales y deconstructivos del poder y la hegemonía cultural, por lo que a pesar de los cotos de poder editorial-gubernamental y las plumas célebres, existe una nueva concepción de la literatura que busca dar cabida a tradiciones, estilos y nombres no solamente desconocidos del presente o el pasado próximos, sino incluso, a personajes ignorados en un pasado remoto, por carecer de las relaciones y compradazgos con los caciques en turno o insistir neciamente en estilos, temas, relaciones heréticas o prácticas sospechosas para la élite de los escribas y amanuenses del poder.
Este periodo de búsqueda y reivindicación ha contado, en la escritura de Heriberto Yépez, con uno de sus protagonistas tan discreto como importante, pues desde la periferia y la experimentación, fronteriza -pues radica y escribe desde Tijuana- y digital - se ha caracterizado por practicar y teorizar de manera visionaria las diferentes formas y soportes de la escritura digital- ha acompañado, y en muchos casos, abierto brecha en el estudio, la lectura, difusión e interpretación de importantes escritores y artistas que se han vuelto piezas clave y referentes en los diferentes circuitos culturales institucionales y autogestivos a nivel mundial, desde algunos beatniks a los infrarrealistas, hasta artistas experimentales como Ulises Carrión; quienes más allá de los clichés y la falta de figuras o acontecimientos relevantes en las élites culturales mexicanas, han dado nuevos contenidos a la literatura y la cultura mexicanas.
El más reciente descubrimiento y estudio en esta labor disruptiva, es el caso del poeta indígena del siglo XIX Faustino Chimalpopoca. Figura ninguneada y relegada del panorama de la ciudad letrada por necedad y por mala suerte que se han convertido en incomprensión desde la perspectiva de quienes hacen la historia de los vencedores, para quienes Chimalpopoca no pasa de un profesor de náhuatl segundón de la Pontificia Universidad de México y mal traductor que cometió el error imperdonable de aliarse con Maximiliano y su proyecto político, no tanto por traición a la patria como por equivocarse de bando y no aliarse con quien venció. Y es que como señala Yépez, en una investigación que inicia desde su tesis doctoral dedicada a la poética náhuatl y el marxismo (posibles comunismos y revoluciones indígenas), Faustino Chimalpopoca es un caso único y maravilloso a nivel mundial, el caso de un poeta de vanguardia antes de las vanguardias, que escribe en español y náhuatl, en México a mediados del siglo XIX poemas experimentales encriptados en los palimpsestos de manuales de náhuatl. Un poeta intempestivo que produce un discurso emparentado espiritualmente tanto con la literatura moderna que sucederá medio siglo después, e incluso, con las vanguardias que sucederán un siglo después. Lo cual, podría parecer una exageración motivada por un exceso de emoción de un crítico, pero que tratándose de Yépez hace que antes de emitir un juicio se lean los textos del autor que interpreta. Y que efectivamente, cumple las expectativas y la comparación con los pares con los que lo iguala Yépez: Mallarmé, Rimbaud, Baudelaire o incluso, Becket.
La lectura e interpretación de Chimalpopoca como poeta de vanguardia es compleja por la cantidad de temas, circunstancias y contextos en que se basa, pero que puede ser reseñada y dimensionada si se consideran sólo algunos motivos significativos y trascendentes por su potencia innovadora:
1) Chimalpopoca es un poeta experimental y marginal Avant la lettre, que sabe que su poesía crítica del poder novohispano y la crisis civilizatoria en que sumió a las poblaciones populares de indígenas sobrevivientes, no tiene cabida en un canon en el que la única literatura indígena que existe es aquella que es cómplice de la conquista y hecha por las élites indígenas sobrevivientes y colaboradoras con el conquistador. Por lo que sus temas y estilo expresan una estética decadentista y rebelde que ironiza la situación de la población y la supuesta literatura indígena reducida a una serie de textos que confirman la disposición para obedecer y aceptar la evangelización (huehuetlatolis) o narran la idolatría y falsedades de las creencias prehispánicas, así como, las riquezas a apropiarse (Sahagun).
2) Chimalpopoca es un hombre de su tiempo, producto de las circunstancias y convergencias de la destrucción del mundo indígena y la exclusión del mundo novohispano, pero con la condición y los recursos intelectuales para expresarse. Es decir, no se trata propiamente de un poeta posmoderno o de vanguardia (porque además aún no existían), sino de un indígena que tiene la necesidad y la capacidad para expresar la situación existencial en que vive en el momento y el lugar del surgimiento de la modernidad, donde además convergen de manera intensa las contradicciones en que se basa esa modernidad, como destrucción civilizatoria y cultural de otros pueblos que harán posible la abundancia y libertad de Occidente.