Para Deleuze los conceptos de affectio, afección, y affectus, afecto, concretados en una teoría de los afectos constituyen el elemento fundamental del pensamiento de Spinoza, de tal manera que llega a afirmar que esa teoría es el tema de la Ética,[1] obra capital de Spinoza, y que sin ella, no es posible entender adecuadamente el edificio teórico spinozista pues constituye su piedra de toque, el centro desde el cual van adquiriendo sentido teórico y práctico las audaces propuestas y críticas de la filosofía de Spinoza dirigidas a comprender e incidir en las dimensiones más reales, vitales y estratégicas de la existencia humana.
La teoría de los afectos trata del pensamiento y al hacerlo, en los términos del sistema spinozista, trata de Dios, y con ello, de la potencia y de la existencia ya que, como señalamos, el spinozismo es un existencialismo, el más absoluto y radical que haya existido al concebir la totalidad del ser como una unidad con un mismo sentido en la que todo participa a su “modo” de la totalidad del ser, existencia...
Y es que si bien, la literatura spinozista y la tradición filosófica en general han puesto el acento de la lectura o interpretación de la obra spinozista ya sea en el concepto de Dios o en el de conatus, para Deleuze los conceptos fundamentales son los de affectio y affectus[2] en relación con el de potencia, como se puede advertir en la obra deleuzeana directamente dedicada a Spinoza: Spinoza y el problema de la expresión de 1968, el Spinoza de 1970, su Spinoza una filosofía práctica de 1981 y en los cursos de Vincenns dedicados a Spinoza recientemente publicados en Argentina con el título En medio de Spinoza,[3] en los cuales el elemento orientador de la perspectiva y articulador de la concepción de la obra es la teoría de los afectos; y de una manera indirecta pero constante a lo largo de toda su obra, en la que desde su concepción spinozista abordó los más diversos temas haciendo llegar el spinozismo a través de trescientos años a problemas y realidades del siglo XX y principios del XXI al tratar problemas psicológicos, metafísicos, políticos, económicos, literarios e incluso revolucionarios en libros como el Antiedipo, Mil Mesetas, Crítica y Clínica o Lógica del Sentido, trabajos en los que sin dejar nunca de ser deleuzeanos permiten sentir y ver siempre una perspectiva spinozista como la atmósfera de un viento afirmativo que jamás abandonó a Deleuze o como un río subterráneo que lleva en su cause toda la fuerza y el rigor de los conceptos de Spinoza, y cuando es necesario, incluso salen a flote o continúan con su discreta y permanente presencia.
Para entender la teoría de los afectos, Deleuze nos ofrece una imagen sumamente didáctica de lo que sucede en el pensamiento a través de la imagen de dos líneas, una línea de serie y una línea de variación puesto que no hay que perder de vista que de lo que se trata siempre es del pensamiento, sólo que como advirtió Spinoza y constantemente nos recuerda Deleuze, el pensamiento no es sólo representativo sino también afectivo, así como de una manera visionaria, que parece adelantarse por doscientos años al psicoanálisis, que el pensamiento no es la consciencia sino que ésta surge de él en su calidad de inconciencia.